viernes, abril 23, 2010

Pedaleando en Tierra Santa




Salimos de Barcelona tras la nevada de principios de Marzo con un ambiente gélido. En pocas horas nos plantamos en el otro extremo del Mediterráneo con una diferencia de temperatura superior a los 25 grados. Al llegar recibimos las bicis con las que íbamos a afrontar esta semana de pedaleo por Israel. Esta vez nuestra compañera de viaje no iba a ser la flaca de carretera, sino que iba a ser una polivalente Mountain Bike con suspensión delantera y portaequipajes trasero, que distaba mucho en características y en peso de nuestra compañía habitual. Sin embargo ya os avanzo que Israel es un destino tan singular que merece ser disfrutado paseando y saboreando las ciudades, pedaleando por las carreteras y, cómo no, descubriendo sus desiertos a lomos de una bicicleta de montaña.
 
Capítulo 1. La antigua Yafo y la moderna Tel Aviv

Empezamos por un agradable paseo por la costa. Ya desde el principio vimos que este no iba a ser un viaje de excesiva exigencia física, pero ¿quién quiere machacarse cuando hay tanto por ver, por descubrir, por aprender?
El primer día de pedaleo urbano descubrimos la ciudad antigua de Yafo y nuestro guía nos explica que esta ciudad conforma un único municipio con Tel Aviv, y que fue el lugar de la primera derrota de Napoleón en su campaña por Oriente. También conocemos la juventud de la ciudad más cosmopolita de Israel: Tel Aviv, que fue fundada a principios del S XX. Una ciudad totalmente occidental. Unicamente el Mercado del Carmelo, cuya visita es totalmente recomendable, nos recuerda que estamos en Oriente Medio. Otra atracción interesante es el Museo de la Diáspora, en la zona universitaria, que constituye una fascinante ventana abierta a la comunidad judía de todo el mundo.
Ese mismo día por la tarde descubrimos el carril bici que une Tel Aviv con Jerusalen. Unos 75 kilómetros de asfalto y, en ocasiones, tierra. Una posibilidad muy interesante para iniciar el peregrinaje hacia la Ciudad Vieja. Aprovechamos el día al máximo y ya por la tarde descubrimos la arquitectura típica del movimiento Bauhaus alemán, del que su principal muestra es Tel Aviv. Se trata de construcciones simples, funcionales, económicas y ecológicas.
La noche de Tel Aviv es un mito entre los jóvenes israelitas, aunque nosotros preferimos guardar fuerzas para el día siguiente. Pero la información ahí está, para el que la quiera aprovechar.

Capítulo 2. Cesarea y Monte Carmelo

Es el primer día de pedaleo real fuera de la ciudad. La furgoneta nos deja en las proximidades de Cesarea, donde podemos ver un impresionante acueducto junto al mar que abastecía de agua la ciudad y que superaba los 7 kilómetros de longitud. Como iremos descubriendo en muchas otras ciudades que veremos estos días, los restos de ciudades más modernas se superponen a los restos más antiguos, siendo visibles algunos restos persas, romanos, bizantinos, árabes, de los cruzados y de los otomanos. Cesarea vivió su máximo esplendor en la época romana, en la que fue el puerto principal del Imperio en Oriente Medio. Cabe destacar los restos bien conservados del hipódromo (curioso) y del restaurado anfiteatro romano.

Continuamos hacia Haifa, pero sobre el plan previsto inicialmente hacemos un cambio, que supone la subida al Monte Carmelo, que se alza hasta los 560 metros de altitud. Una subida irregular que en momentos se hace muy dura. Es el primer día que salimos realmente a la carretera y hemos elegido un día caluroso y un puerto exigente. Finalmente llegamos a Isifiya donde comeremos lo que los siguientes días se convirtió en un clásico: Falafel con limonada (o Coca Cola). Un fantástico bocadillo en pan de pita con verdura troceada. La curiosidad de Isifiya es que se trata de una de las principales poblaciones cuya mayoría religiosa es drusa. La complejidad del panorama religioso en Israel empieza a asomar.

Tras el falafel, rápido descenso hacia Haifa puesto que allí nos espera Emilio Roitman, un argentino que es el director general de la Federación Israelí de Ciclismo, que nos muestra con orgullo el circuito donde se disputará el Campeonato de Europa de BTT el próximo mes de Julio. Un selectivo circuito, diseñado con mimo, con zonas muy técnicas y un buen porcentaje de singletrack. Habrá que estar muy atentos a la salida... y sobre todo prever el calor que hará en el mes de Julio.

Capítulo 3. Barcos de guerra en la frontera
 
Damos las primeras pedaladas del día en Rosh Ha Nikra, el punto más al norte de la costa israelita, en el límite con Líbano. Con un funicular, se puede bajar al nivel del mar a ver las grutas que se han formado en la roca calcárea, tras el continuo golpeo de las olas. Interesante, aunque lo que más nos sorprende es el barco de guerra que está controlando la frontera con el Líbano. Luego, bajamos dirección sur por un agradable carril bici junto a la costa. Por momentos me parece estar en Catalunya, pedaleando cerca de Ampurias, por ejemplo, con los mismos paisajes, mismos olores y ruinas romanas a nuestro lado. En otros momentos vuelvo a una realidad diferente, pasando junto a Campos de tiro o zonas residenciales protegidas con alambradas. Me sorprende la naturalidad con la que ellos toman todo esto. Pero a nosotros nos choca.
Llegamos finalmente a San Juan de Acre (Akko), Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, una ciudadela fortificada donde dedicaremos el día, visitando sus mercados y comiendo el inevitable falafel junto a una población mayoritariamente musulmana. Cenar en uno de sus restaurantes cerca del mar es otra experiencia recomendable. Y permitidme una sugerencia, el restaurante Uri Buri, junto a la entrada del Tunel de los Templarios.

Capítulo 4 En el Monte de los Olivos y la ciudad vieja de Jerusalén

 (Fotografía Jesus Garcia Pastor)

Después de dormir ya en Jerusalén, empieza un día esperado, con la visita a Jerusalén y especialmente a la Ciudad Vieja, donde visitar el Santo Sepulcro es una experiencia única para aquellos que hemos sido educados en una cultura cristiana.
Desde las proximidades del hotel se ve la ciudad de Belén. No podremos acercarnos a ver el lugar de nacimiento de Jesucristo puesto que Belén se halla en territorio palestino y eso significa que los turistas podemos pasar, pero los israelitas no. En Jerusalén es donde conocimos a Aitor Azpiazu y a su compañera Keren Potash. Con ellos compartiremos visita turística y posteriormente mesa y mantel. Un verdadero lujo tener a nuestro lado un guía que nos transmite una visión objetiva de la compleja situación que se vive en Jerusalén. Y más que lujo tener a un élite de nivel pedaleando a nuestro lado y hablando de ciclismo.
Sobre la bici visitamos los exteriores del Parlamento de Israel, el barrio alemán, el Monte Scopus, y nuestro tour en bicicleta finaliza en el Monte de los Olivos, donde la panorámica de la Ciudad Vieja de Jerusalen, del Monte del Templo y la Cupula de la Roca es inmejorable.
Por la tarde ya dejamos las bicis aparcadas y nos dedicamos a visitar la Ciudad Vieja de Jerusalen. Es muy difícil resumir en unas breves lineas tanta historia, pero es imposible no mencionar la visita al Muro de las Lamentaciones (accesible solamente con la cabeza cubierta o con una kipá), o el trayecto por la Via Dolorosa, siguiendo los pasos de Jesucristo hasta la Iglesia del santo Sepulcro, donde fue enterrado.
Un día de emociones fuertes. Jerusalén merece más de un día, pero hay tanto que ver y tenemos tan poco tiempo...

Capítulo 5 La resistencia de Massada y atardecer en el Escorpión


Otro día especial. La visita a Massada y el Mar Muerto eran dos de mis objetivos prioritarios del viaje a Israel, y otro de los objetivos es la subida en bicicleta a Arad. Y lo mejor estaba todavía por descubrir. Definitivamente, un día para recordar.
Desde Jerusalén hasta Arad viajamos en el coche con las bicis en el remolque. Por el camino recogemos a un cicloturista de alforjas que nos cuenta su aventura, que consiste en intentar llegar desde Tel Aviv hasta El Cairo. Un alemán que trabaja en los Estados Unidos que ha planeado una ruta sin duda llena de problemas y a la que sólo le falta el fuerte aire que soplaba. Nuestra ayuda le acercará un poco a su destino y le dejaremos cerca de Arad, en su camino hacia Be'er Sheva.

Una vez en Arad encontramos de nuevo a Aitor y también a Niv Libner, un élite que compite con Aitor y que este mes de abril pasará a profesionales con un equipo español. Niv nos contó sus experiencias tras ganar el Tour the Israel. Con ellos compartimos unos kilómetros hasta que ellos regresan a Arad y nosotros continuamos hacia Massada, por una carretera solitaria que atraviesa el Desierto. Una carretera con clara tendencia a descender que nos permite disfrutar de un paisaje singular. Incluso nos paramos a visitar un poblado nómada. Llegamos hasta los pies de Massada, donde tendremos que subir a través de una dura rampa en la que hay que llevar la bici a cuestas, no sirve ni la mountain bike, porque hay numerosos escalones que permiten ascender rápidamente hacia la cima. Desde ahí las vistas del Mar Muerto son inmejorables.

Bajamos con el teleférico hasta la base de Massada por la otra vertiente (la del Mar Muerto), salvando un desnivel de 600 metros. Allí Aitor me tiene preparada una bicicleta de carbono, que ya echaba de menos, para compartir una de las subidas que yo tenía marcadas en rojo desde que supe que iría a Israel. Se trata de la subida desde el nivel del Mar Muerto (-419 metros) hasta Arad, venciendo un desnivel de casi 1.000 metros y encontrando el nivel del mar a media ascensión (como podéis ver en las fotos). Una vez llegados a Arad, Aitor, perfecto anfitrión, me tiene preparada una agradable sorpresa a pesar de las escasas fuerzas que me quedan. Se trata de la subida a Ma'ale Aqrabbim (la subida del Escorpión), una subida singularísima que él ha hecho en carrera y que conoce bien. La subida vale la pena, y si el paisaje ya es precioso de por sí, la puesta de sol le da un aire mágico. La noche nos coge sobre la bicicleta para rematar un día realmente bien aprovechado.
Capítulo 6 La mujer de Lot y la tormenta de arena en el desierto

  (Fotografía Jesus Garcia Pastor)

El día empieza muy pronto. El tute del día anterior con Aitor no me permitió bañarme en el Mar Muerto, una obligación ya que estaba allí. Por lo tanto, apenas salir el sol bajo a la playa y sigo las indicaciones que recibí. No meter la cabeza dentro del agua y, por supuesto, no tragar agua! La salinidad del agua es tal, que no existe vida en el mar. Es el punto más bajo de la tierra. El agua es tan densa que parece aceite, y la flotación es total, hasta el punto que cuando flotas es difícil meter las piernas bajo el agua. Una sensación extraña, rodeado de gente mayor que aprovecha las propiedades curativas del Mar Muerto. La infraestructura hotelera de la zona es brutal. Esto es una mezcla de Las Vegas, Benidorm... ¿y Lourdes? Pues eso, una mezcla de todo ello.

Me doy una buena ducha para eliminar cualquier resto de sal y ya estamos de nuevo en camino. Cogemos la furgoneta y nos vamos direccion sur. Observamos las salinas del Mar Muerto y todavía en sus orillas vemos una impresionante industria que es "Dead Sea Works", una de las empresas más importantes de Israel, dedicada a la extracción de sales y minerales del Mar Muerto. Pasamos también junto a la estatua de Sal que representa a la mujer de Lot. Según relata el libro del Génesis, cuando Dios iba a destruir Sodoma y Gomorra dió la oportunidad de huir a Lot y su familia con la condición de que no miraran hacia atrás. La mujer de Lot no cumplió y quedó convertida en estatua de sal...

Ya estamos a punto de empezar la última etapa. En ella vamos a descubrir el Desierto del Negev, pegados a la frontera jordana. Se trata de una zona absolutamente dedicada a los invernaderos que recuerda mucho a la zona almeriense de El Egido. Nos cuentan que en esta zona del desierto (sí, en el desierto, no lo olvidéis) se cultiva el 30% de las frutas y las verduras que se consumen en toda Europa. Impresionante. Atravesamos poblados repletos de tailandeses, que son los que trabajan allí y luchan contra las altas temperaturas en medio del desierto. Nosotros disfrutaremos de una dura etapa con mucho viento, mucha arena y unos amenazadores carteles que indican los campos de minas junto a nosotros. Hay que pedalear duro y rezar. Finalmente tuvimos que rezar. Era el sino de este viaje!

Y aún con toda la variedad que vivimos, nos quedó mucho por descubrir, desde el Mar de Galilea hasta el Monte Hermon, la mayor altitud del país. Israel es, sin duda, una tierra que merece ser visitada de nuevo.

Las míticas montañas de Israel


Un país montañoso como Israel debía tener interesantes puertos que escalar, no sólo desde el punta de vista histórico, por supuesto, sino también desde el punto de vista ciclodeportivo. Aquí van 10 recomendaciones, a modo de 10 mandamientos, los que Dios le dió a Moisés en la cima del Monte Sinaí. Como en éstos, os recomiendo que no faltéis a ninguno:

- Monte Tabor: En las proximidades de Nazareth, una montaña destaca por encima de todas: el monte Tabor, o el monte de la Transfiguración de Jesucristo. La carretera serpentea por la montaña a lo "Alpe d'huez" durante poco más de 4 kilómetros hasta que corona junto a la Iglesia de la Transfiguración. La recompensa de subir las duras rampas desde Daburiya hasta el Monte Tabor son unas vistas impresionantes desde la cima en cualquier dirección, especialmente sobre el Mar de Galilea.

- Monte Carmelo: En las proximidades de Haifa, es una montaña santa para los cristianos por los milagros que realizó en su cumbre el profeta Elías. Son muchas las vertientes posibles por las que acceder al Monte Carmelo, cuya máxima altitud se sitúa en los 560 metros. de entre todas ellas la más recomendable es la que empezando desde el cruce con la carretera 4, sube pasando por Bet Orem. Otra vertiente interesante es la de Nesher. La vertiende de Haifa es menos recomendable por la cantidad de vehículos que circulan por ella.

- Monte de los Olivos: Las mejores vistas de la ciudad Vieja de Jerusalén se observan desde el Monte de los Olivos. A sus pies se halla el huerto de Getsemaní y fue en la cima del Monte de los Olivos desde donde Jesús ascendió a los cielos. A nivel ciclista, decir que es una subida tan dura como corta. Son unos 700 metros de subida asfaltada por encima del 10%, junto al cementerio judío. No os lo podéis perder.

- Monte Herzl: También está en Jerusalén. Theodor Herzl, austríaco, fue el ideólogo del sionismo, con un libro que a finales del siglo XIX marcaría el futuro del pueblo judío, con su libro "Der Judenstaat". En la cima del Monte Herzl se encuentra el Museo del Holocausto y un importante cementerio judío. Para subirlo en bicicleta es recomendable hacerlo por En Kerem.

- Monte Hermon: Se trata de la montaña más alta de Israel, en los Altos del Golán (frontera natural entre Israel y Siria). Si pensábais que Israel era un país desértico en el que no se podía esquiar, estáis equivocados. en el Monte Hermon también hay estación de esquí. Su altitud llega a los 2.800 metros. Destacar la Fortaleza de Nimrod como uno de los puntos culminantes.

- Monte Meron: En el norte del país, casi en la frontera con el Líbano. Una interesante subida que sobrepasa los 1.200 metros de altitud que se inicia en la localidad de Zefat.

- Ma’ale Abraquim: La joya de la corona. La primera vez que leí algo sobre "la subida del escorpión" quedé prendado de su belleza (por lo que explicaban) y su singularidad. Aitor me llevó a conocer esta subida que él ha hecho en carrera y realmente mereció la pena. Los bidones (rellenos de cemento) a lo largo de la ascensión la hacen perfectamente reconocible incluso en la distancia. Por si le faltaba algo, también tiene su historia. Por un lado se trata de un paso que ya desde los tiempos de los romanos se utilizaba para llegar hasta Eilat, en el sur de país, junto al Mar Rojo. Y, por otro lado, y mucho más recientemente, destacar que un atentado en Ma'ale Aqrabim contra un autocar en el año 1950, dejó 11 muertos. Un monolito en la cima recuerda este hecho.

- Arad-Har Quidod: Subir desde el Mar Muerto a -419 metros (el punto más bajo de la tierra!) hasta los 571 metros de la ciudad de Arad supone una experiencia única en el mundo. Curiosamente los kilómetros más duros son los que están bajo el nivel del mar. Una vez llegados a la cota cero, es imposible no hacer la foto de la señal de nivel del mar en plena montaña, realmente curioso. A partir de ahí la subida se va moderando hasta los últimos 5 kilómetros antes de Arad, momento en el que se vuelve endurecer. Los 26 kilómetros totales de ascensión, en una amplia carretera de dos carriles con buen arcén, se hacen duros, duros.

- Mitzpe Ramon: Un crater volcánico situado en el Desierto del Negev, en la ruta hacia Eilat, 90 kilómetros al sur de la ciudad universitaria de Be'er Sheva. La dificultad de la ascensión es relativa, puesto que vence un desnivel únicamente de 330 metros en 5,5 kilómetros, coronando a una altitud de 870 metros. Sin embargo, Mitzpe Ramon es una subida 100% recomendable por sus vistas sobre el Desierto y la contemplación del propio cráter.

- Bet Shemesh. La subida de Bet Shemesh a Jerusalén es probablemente la carretera más dura que podéis subir en Israel. No menos de 5 kilómetros rectos y constantes a una media igual o superior al 10%. Los sábados y domingos es una carretera muy frecuentada por los cicloturistas.



martes, abril 20, 2010

Coll d’Ares-Observatorio del Montsec, rodeados de estrellas

(Publicado en el n.35 de la revista Pedalier. Foto: Sergi Ros)

Hay pocas sensaciones comparables a descubrir una nueva subida. En los foros de internet este puerto ya se había ganado su prestigio y a nivel de Catalunya pocos puertos nuevos han causado tanta expectación. Quizás Serra Seca (con el paso del Tour por él) pueda estar a su altura.

Se trata de un puerto con nombre ya conocido: Coll d’Ares. Pero el que hoy vamos a descubrir nada tiene que ver con otros puertos del mismo mitológico nombre (Ares era el Dios de la guerra en la mitología griega). Tenemos coll d’Ares en Girona, con su vertiente catalana que nace en Camprodon y su dura vertiente francesa desde Prats de Molló, así como el puerto de Ares (o Confrides por la otra vertiente) en Castellón.


Pero éste se halla en la Sierra del Montsec, en Lleida y se ha asfaltado recientemente (año 2007). Se trata de una carretera estrecha que sin duda se ha asfaltado para poder acceder al Observatorio astronómico que recientemente se ha inaugurado y que forma parte de la promoción que el Consorci del Montsec está realizando para dar a conocer sus encantos naturales. Sin duda el cielo del Montsec es uno de sus puntos fuertes y ahí están dirigiendo sus esfuerzos.


No podemos hacer referencia a los encantos turísticos del Montsec sin referirnos al Congosto de Mont-Rebei que forma el río Noguera Ribagorçana al atravesar la sierra del Montsec. Constituye el único gran congosto de Catalunya que se mantiene más o menos virgen sin que lo atraviese ninguna carretera, ferrocarril o linea eléctrica. Únicamente lo atraviesa un camino parcialmente excavado en la roca que permite disfrutar de este lugar de una forma espectacular. Las paredes del congosto llegan a alcanzar más de 500 metros de caída vertical. Lástima que ahí no podemos llegar con la bici de carretera, solamente con la de montaña. Ahora que llega el invierno si cambianos las ruedas finas por las gordas puede ser una excelente alternativa.


La salida programada no era menos espectacular. No se trataba solamente descubrir Coll d’Ares y el Observatorio Astronómico, sino también los alicientes de Montllobar y Castell de Mur. 100 kilómetros muy completitos. En esta ocasión, además, la grupeta que me busqué tenía su guasa. Jordi Fonollosa, ideólogo de la salida y gran conocedor de la zona, Dani, Uri y el exprofesional Juan Carlos Cariñena. Una grupeta de lujo, como para ir en malas condiciones. Un día para disfrutar del cicloturismo se podía convertir rápidamente en un día de sufrimiento. Menos mal que el hecho de ir haciendo fotos permitía irnos reagrupando. Eso y lo buena gente que son estos cracks de la bici y apasionados de las subidas.

Si la salida trataba de descubrir un lugar para admirar el cielo nocturno leridano, lo que el destino nos deparó fue una jornada climatológicamente perfecta. El cielo era nítido, el aire que había soplado el día anterior había dejado la atmósfera limpia como pocas veces, y con el marco del Montsec, la verdad es que no podíamos sentirnos más afortunados.


El lugar de salida fue Cellers, pequeño pueblo a sólo 12 kilómetros de Tremp y junto al pantano de Terradets. El hotel es el lugar ideal para dejar los coches y a la vuelta poder comer algo antes de volver a casa. La salida la hacemos dirección sur hacia la localidad de Ager, donde nace este pequeño coloso de Coll d’Ares con sus 14 kilómetros de longitud que a través de una carretera estrecha nos llevará en poco más de tres kilómetros al Centro de Observación del Universo (COU), un espacio lúdico que dispone un planetario multimedia interactivo y una cúpula de observación de 12 metros de diámetro. Allí es donde suele haber la exposición permanente y es un centro más de divulgación que científico. La carretera continúa subiendo de forma constante, el asfalto en perfecto estado y una valla de protección en madera que es un auténtico lujo. La carretera dibuja curiosas formas que permiten lucirse a nuestro fotógrafo Sergi y ofrece permanentemente una visión enorme del valle.

Una vez coronado Coll d’Ares, nos queda una impresionante vista del Pirineo y de todo el valle. A la derecha queda una zona de lanzamiento de Parapente. El paisaje es impresionante. De vértigo. El Montsec queda aislado y mientras por un lado se observa todo el Pirineo por el otro podemos ver incluso la montaña de Montserrat, ya muy cerca de Barcelona. Y todo, desde una altitud relativamente modesta, como son los 1.534 metros a los que corona el puerto. Aunque para llegar al Observatorio Astronómico todavía hará falta un esfuerzo más y vencer la más dura de las rampas, de hormigón y que llega al 20%. Espectacular.


El descenso es más largo, la bajada por Alsamora tiene más de diecisiete kilómetros, y mantiene la misma tónica que la subida, asfalto en buen estado excepto un kilómetro con un piso muy deteriorado por no decir malo de solemnidad, y que a su salida provocó la caída de Dani. Lo que pasa cuando te plegas demasiado y el suelo está lleno de gravilla. Cómo debería estar para que se caiga Dani, un tipo al que he visto levantar las dos ruedas en plena plegada y quitarse las perneras en marcha…


Poco después llegamos a Puente de Montañana y nos vamos en dirección a Tremp, capital de la comarca de Pallars Jussà, ascendiendo los 10 kilometros de Montllobar. Ahí redescubro lo que ya todos sabemos. Nuestro deporte no premia los genes, no premia simplemente unas buenas condiciones físicas, aunque sean excelentes. El ciclismo recompensa el esfuerzo, el sacrificio, el entrenamiento duro. Y así puede ocurrir que yo me vea subiendo al lado de de un corredor capaz de haber ganado tres Escaladas a Montjuic para Sub23. Veo sufrir a Juan Carlos, un exprofesional que sin entreno ni motivación no tiene en las piernas los kilómetros suficientes para exigirse al máximo. Ahí estamos el resto de la grupeta y el resto del club para reconvertir a un excelente profesional sin fortuna en su paso por el ciclismo, en un gran compañero de batallas cicloturistas que, seguro, nos ayudará a disfrutar todavía más de las salidas en bici. Un par de salidas más como ésta y lo tendremos en el bote, enganchado de nuevo a sufrir pero también a disfrutar de los excelentes paisajes que nos ofrece la montaña. Sin el estrés de la competición, sólo por el placer de vencerla.

¿Con qué otros puertos se puede combinar esta ascensión? En nuestro caso hicimos una ruta de 100 km con Ares, Montllobar y Castell de Mur, una salida con 2300 metros de desnivel y que probablemente en una prueba profesional no sería una etapa reina, pero os aseguro que dejaría tocado a más de uno. Existen otras posibilidades como Fontllonga, un puerto de carretera ancha y no demasiado desnivel pero con excelentes vistas del Pantano de Camarasa. Incluso es interesante citar la subida a Llimiana y su continuación hacia Hostal Roig.


Este año 2009 se ha celebrado la primera edición de la Marxa del Montsec, que explora exactamente todos estos puertos. Su versión larga llega a los 156 km y se sube todo: Port d’Ager, Coll d’Ares, Montllobar y Fontllonga, un desnivel acumulado de 3.100 metros, casi nada. Si os queréis machacar principios de julio, ya os lo podéis apuntar para el año próximo.


En la zona de Tremp también cabe destacar la celebración de la marcha cicloturista “La Pallaresa” que se suele disputar a principios de Septiembre y que tiene un recorrido ya clásico subiendo el durísimo Coll de Cantó y el más modesto Coll de Boixols, a veces en un sentido y a veces en sentido contrario. Coll d’Ares también se puede combinar con estas subidas si os queréis exprimir a fondo.


En fin, que aunque no sea un Observatorio con la historia ciclista reciente de Calar Alto o sobre todo, de las dimensiones del Roque de los Muchachos, este pequeño observatorio tiene unas características que también seducen, y de qué manera, al cicloescalador.


Finalmente nos tuvimos que conformar con el cielo diurno, que no es poco, aunque nos quedamos sin ver las estrellas del cielo del Montsec. Aunque bien pensado las estrellas las tenía yo a mi lado. ¿Cómo puedo definir sino a gente que anda como Dani, Uri, Jordi o Juan Carlos?