lunes, abril 30, 2012

Etienne y Eric: 1000 BIGs conseguidos. La meta es el camino.

(Publicado en el n.48 de la revista Pedalier)

Etienne y Eric. Eric y Etienne. Belgas. Son dos de los nuestros. Grandes viajeros. Ciclistas fuertes que aman la montaña, gente apasionada que luchó el año pasado por conseguir finalizar el reto de su vida. Y ambos lo consiguieron.

Imaginad que os planteáis un desafío monumental. Una empresa cuya ejecución os puede llevar toda la vida. No sé, leer toda la obra de los premios Nobel de Literatura, coleccionar todas las monedas del mundo, dibujar vuestro árbol genealógico remontándoos hasta la Edad Media o subir todos los 8.000 del planeta (ya nos vamos acercando), o completar el reto BIG, aquel que consiste en ascender en bicicleta las 1.000 subidas que contiene la Superlista y que incluye las subidas más duras y más hermosas de todo el mundo.

Hace más de 25 años alguien fue capaz de imaginar esa idea, el también belga Daniel Gobert. Y hace muy poco, este año 2011, dos personas, casi de forma simultánea, han sido capaces de finalizarla con éxito. Es un reto de tal magnitud que se me hace difícil hacerme a la idea.

Una pasión tan descomunal como la de ellos por la cicloescalada sólo puede entenderse desde un lugar llano donde se mitifican las montañas. Por eso el BIG también nació en Bélgica. Por eso de los más de 4200 miembros del reto (a mes de Mayo de 2012), más de 1100 son holandeses. Algo que les es tan lejano les resulta obsesivamente sugerente.

¿Cómo empezaron en esto del BIG? “Sería el año 1988, me inscribí a la Vuelta a Escandinavia, quería descubrir otros horizontes más allá de las carreteras francesas. Ese viaje fue organizado por un tal Daniel Gobert, el creador del BIG”, cuenta Etienne Mayeur . El caso de Eric Lucas no fue muy diferente: “Para celebrar el final de mis estudios, decidí tomar parte en un ruta transpirenaica organizada por un club ciclista de Namur. Allí conocí a Daniel Gobert en el año 1986. Por tanto no descubrí el BIG, ¡estaba en el redil antes de su nacimiento!”

Bajo mi punto de vista ¿qué es fundamental para formar parte del reto? Obviamente ser un gran aficionado a subir montañas con la bicicleta. Pero más allá de esa respuesta trivial, básicamente hay suficiente con ser un soñador. Un aventurero. Tener ganas de viajar, conocer mundo, realidades diferentes. Tener una ilusión. Estar siempre planeando tus próximos viajes, buscando en los mapas los objetos de tu deseo. Pero lo bonito de esto es que cualquiera puede afiliarse, todo el mundo es bienvenido a este club de soñadores.

En una reciente encuesta a los miembros del reto BIG, los dos principales inconvenientes para poder añadir más subidas a la lista de logros personales, son el tiempo y el dinero. Pero no os penséis que es un reto de gente adinerada. En absoluto. Los encuentros anuales de los miembros del BIG son una clara muestra de ello. En estos encuentros no se ven grandes bicicletas ni el material más moderno. Hay absolutamente de todo, desde ciclistas de alforja acostumbrados a grandes rutas con su tienda de campaña encima, hasta aventureros con su caravana, pasando por ciclodeportistas más competitivos. Los encuentros del BIG se acostumbran a celebrar en albergues de juventud y con una austeridad absoluta. Se trata mayoritariamente de gente muy viajera eso sí, pero que en sus viajes no necesita más que... su bici y las montañas.

Es cierto que hay subidas realmente remotas (cada vez que pienso que tendré que ir al Cabo Norte-BIG n.8, me entra una mezcla de pereza, ansiedad y ganas), y que hay 50 subidas en los países escandinavos y 50 más en la Europa del Este, pero se trata más de una cuestión de aventura que una cuestión de dinero.

Imagino a cualquiera de nosotros en su primer viaje a los Pirineos, y después de una semana machacándose por las montañas, apuntarse al reto BIG y descubrir que sólo lleva 7 ó 10 BIGs. Es fácil que cunda el desánimo al pensar que tiene que hacer 100 veces eso para conseguir el reto. Pero lo mágico que tiene subir montañas es que te engancha de una manera que no puedes evitar y cada vez quieres más y más, y quieres que sean diferentes.

La vida de Etienne Mayeur está marcada por la muerte de su padre, la persona que le inició en el mundo de la bicicleta. Raymond Mayeur murió de forma inesperada el año 1993 y desde entonces Etienne prometió acabar el reto en homenaje a él. Una de las mayores satisfacciones de haber conseguido llegar al número 1000 de subidas conseguidas es haber cumplido su promesa.

Eric por su parte es profesor de Ciencias Sociales y ha vivido 12 años en Túnez e Israel, lo que frenó temporalmente su carrera en busca de las 1000 subidas.

Aquí en España ya somos más de 280 locos que nos hemos inscrito al desafío (¿te apuntas? http://www.challenge-big.eu/ ). Y cada uno en la medida de sus posibilidades buscamos nuestros pequeños retos hasta que algún día podamos decir que ya hemos hecho todo el trabajo. Luchamos por ser el primero en conseguir las subidas de la Península Ibérica, luchamos por entrar en el top 10 del país, luchamos por estar arriba en la clasificación de la subidas conseguidas el año en curso...

Y tenemos un pionero en este tipo de subidas que ya ha sumado más de 500, es Frederic Rafols, un aventurero que ha hecho cosas tan singulares que ha publicado ya varios libros sobre subidas en bicicleta. Yo pronostico que puede ser el primero de nuestro estado en conseguirlo. Él me dice que no… Muy cerca de él está su compañera Núria Escuer con 482 que además es la primera mujer de las más de 160 inscritas, por delante de ciclistas como Jeannie Longo o Maria Cannis. Entre los hombres también hay miembros del BIG tan prestigiosos como los exprofesionales Kut Van de Wouwer, Michael Boogerd o nuestros Eduardo Chozas y Carlos Sastre.

Dicen los libros de crecimiento personal que la meta es el camino en sí mismo, no el destino. Qué gran verdad. Y el desafío BIG es un buen ejemplo. La organización del BIG ha entregado un pequeño recordatorio a los ganadores para celebrar la consecución de las 1000 subidas. Pero cualquiera puede entender que esa no es la recompensa que buscaba ninguno de ellos. La verdadera recompensa es el recuerdo de todos los kilómetros hechos sobre la bici, y también en el coche. El recuerdo de haber coronado tantas y tantas subidas, algunas identificadas con su cartel, otras sin identificar. Unas perfectamente señalizadas desde la base, otras que ha habido que descubrir con los mapas topográficos del país correspondiente. Nada menos que 45 países y 5 continentes sobre los que han tenido que pedalear.

Un dato interesante y muy curioso, para los que catalogamos las subidas y siempre estamos comparándolas. Preguntados los dos belgas sobre las subidas más duras que han hecho, se produce una extraña coincidencia puesto los dos señalan el Passo del Telegrafo (o Punta Veleno, recientemente inaugurada para el ciclismo profesional en el Giro del Trentino) en Italia y el Oschenik See en Austria como las más duras que han subido. Eric añade el Angliru a esa lista personal de reyes de la dureza. Ya lo sabéis, ellos saben de qué hablan...

La pequeña carrera por conseguir ser el primero en terminar la ganó Etienne Mayeur el día 9 de Septiembre de 2011 al subir el Alpe di Neggia, en la Suiza de habla italiana, en compañía de otro miembro ilustre del Big, Jules Dejace.

Eric no toma su segunda posición como una derrota “Según mi lógica, yo soy el primero en terminar mis 1000 BIGs. Nadie ha subido ninguno por mí”. Esa frase resume el espíritu poco competitivo que se respira en esta asociación. El orgullo por haber sido capaz de finalizar es más que suficiente.

Etienne y Eric asumen algunos trabajos en el reto BIG, están implicados en su organización. Etienne es el encargado de la zona 12 (50 subidas libres que hay que hacer fuera de Europa: en Africa, America del Norte, América del Sur, Asia y Oceanía, 10 en cada continente). Eric tiene a su cargo otra tarea, el grupo para filtrar nuevos BIGs, y de comprobar la coherencia de la lista, puesto que si bien se trata de una lista cerrada de subidas, se producen pequeñas modificaciones en función del deterioro de algunas carreteras, o la prohibición de la circulación de bicis en algunas otras.

Eric y Etienne. Etienne y Eric. Siento mucha envidia sana. Admiro lo que han hecho. Quisiera haber vivido y viajado todo lo que ellos. Pero al mismo tiempo no deja de causarme una cierta angustia imaginarlos ya sin un objetivo. Algo que les ha mantenido vivos todos estos años.

“¿A partir de ahora? Mi futuro ciclista es un interrogante. Está claro que nunca más voy a asumir un reto parecido, pero no me imagino sin hacer nada, si no subiría los muros... de mi casa.” Dice Etienne. Eric dice “Yo iba en bicicleta antes del BIG, he practicado mucha bicicleta de montaña durante el BIG y habrá una vida deportiva después del BIG. Además, en 2011 he descubierto algunos futuros BIGs en la República Checa y sobre unas 50 subidas danesas. En otoño he redescubierto algunas subidas en las Ardenas belgas.”

No puede ser. Este tipo de gente (como nosotros, los que leemos esta revista) buscará nuevos retos. Es gente inquieta. Algunos de nosotros aún no hemos terminado este reto y ya estamos empezando otros. Y todos tiene que ver con viajar y con la montaña. Y con aprender.

Finalmente, el desafío BIG ya tiene vencedores. Entregaron una parte muy importante de su vida a cambio de conseguir un sueño. ¡Felicidades!

martes, abril 17, 2012

Escocia, un viaje mágico

De Escocia

(Publicado en el n.48 de la revista Pedalier)

Yo ya sabía que lo mío era difícil de curar. Que cuando me inoculé el virus del BIG iba a ser difícil encontrar antídoto. Pero creo que las cosas han ido demasiado lejos. Intentar conseguir subir los 1000 puertos de la superlista se ha convertido en una obsesión vital que aún se ha incrementado en el último año cuando dos superhéroes (los belgas Eric Lucas y Etienne Mayeur) han hecho ese sueño realidad.

Pero es que estos 3 días en Escocia subiendo 10 BIGs han sido realmente gratificantes, estupendos, agotadores, retadores, lluviosos, cansados… Un viaje a Escocia en el que hemos hecho en 3 días más 1.000 km en coche y poco más de 200 en bici. Menos mal que tuve un par de días al final para poder visitar Stirling y Edimburgo un poco más tranquilamente, ciudades que realmente vale la pena conocer.

También sabía que me juntaba con otros elementos todavía más enfermos del BIG que yo, el francés François y el belga Bernard. Enfermos, pero grandes compañeros de viaje con los que uno podría ir al fin del mundo. La enfermedad que tienen consiste en llegar hasta el pie de puerto, subirlo, bajarlo, coger rapidamente el coche y dirigirte a la base del próximo. También tiene sus ventajas, puesto que viajar por Escocia en Semana Santa es climatológicamente complicado, y no es lo mismo mojarse o congelarse durante una etapa de 150 km que en una subida de sólo 10 km. Con este tipo de viaje podíamos intentar sumar las 10 subidas que queríamos por mucho que el tiempo se complicara.

Pero vayamos por partes, con la descripción de cada una de las etapas que hicimos.

Etapa 1:

Encuentro en el Aeropuerto de Newcastle después de mi vuelo desde Barcelona y su paso por el Eurotunnel con el coche. El primer día fue una verdadera gyncana. 450 kilómetros en coche y sólo 55 km en bici para hacer 3 subidas. La primera subida del día fue Carter Bar. No es más que la frontera entre Inglaterra y Escocia. Salimos de Byrness en Inglaterra, y llegamos a la frontera tras unos escasos 10 km. Una subida sin una especial dureza, pero que es la puerta de acceso a Escocia, la bienvenida a nuestros próximos días.

La segunda subida del día era Lowther Hill, de 15,5 km. Una subida dura por una carretera a la que no pueden acceder vehículos no autorizados, y que llega a un radar y una estación meteorológica a 725 metros, el techo de nuestras subidas en Escocia estos días. Ahí nos mojamos a base de bien y estaríamos a cero grados, ya sabeís, ni frío ni calor. Pero bajando los dedos de pies y manos se quedaron congelados. Ese coche conteniendo 3 tíos, 3 bicis, la ropa mojada, las bolsas con la ropa desperdigada, los 3 cambiándonos ahí, os podéis imaginar qué desorden. Genial!

De Escocia

La última subida del primer día, tras el correspondiente largo traslado en coche, es Glen Quaich, una subida realmente corta (sólo 2,7 km, pero a más del 9% de desnivel) que impresionaba en la distancia. Aún después de hacerla, nos quedaba un traslado hasta Spittal of Glenshee, ya al pie del próximo puerto que haríamos el día siguiente. Esa noche dormimos en un precioso hotel de montaña con una sala de estar/hall/pub/restaurante con chimenea que invitaba a una buena pinta y una buena cena donde probar los típicos Haggis, que saben bien pero mejor no preguntar lo que contienen. Fantástica manera de terminar el día.

Etapa 2:

El segundo día era el plato fuerte. Como dice mi amigo François la ruta prevista esos tres días estaba estructurada como un menú gastronómico: primer plato ligero, un segundo plato contundente y el postre el tercer día. El plato fuerte consistía de 75 km en los que añadir cuatro BIGs seguidos sin tener que subir al coche (qué bien), y una quinta subida ya por la tarde en la que sumar 30 km (15 de subida y 15 de bajada). 105 km ya es una etapa decente y digna de un viaje cicloturista.

La primera subida era el Devil’s Elbow. Mirad en la foto de una postal de los años 40, qué curva más impresionante, que era realmente el “codo del diablo”. La lástima es que esa curva forma parte de la carretera antigua que nosotros no subimos, y que fue sustituida en los 60 por una amplísima carretera de pendiente constante que lleva a la estación de Esquí de Glenshee.


De Escocia

Después de una bajada en la misma linea de la subida (amplísima carretera de largas rectas a una pendiente constante) llegamos a uno de los momentos esperados, antes de afrontar la segunda subida del día. Ese momento era la visita al Castillo de Balmoral, un castillo precioso que sirve de residencia estival a la reina de Inglaterra. Lástima que no nos lo dejaron ver ni desde fuera, si no pasábamos por taquilla, y con la crisis el tema no está para tirar el dinero. O sea que media vuelta y dirección a The Strone, carretera solitaria, perdida, sin señalización y con nieve a los costados. En su bajada empalmamos con el próximo objetivo, Tom Dubh, aunque la señalización de carretera cortada nos hacía pensar que tendríamos problemas (llamadnos intuitivos).


De Escocia

Bien pensado, la gyncana la hicimos aquí, no el día anterior. La carretera cortada por el derrumbamiento de un puente parecía difícil de salvar, pero las ganas de hacer el trabajo y el rodeo de 60 km al que obligaba no seguir la ruta prevista, nos hizo saltar todas las vallas que nos pusieron por el camino y subir las bicis por la zona derrumbada (ver foto). Más rampas duras, más carreteras solitarias y otro puerto sin cartel arriba donde hacer la foto… Qué le vamos a hacer.

Llegamos ya a la cuarta subida del día, otra estación de esquí. Unos primeros kilómetros de falso llano y de repente una impresionante rampa al 20% nos recuerda que el BIG también se trata de subir muros imposibles. Aún con el plato de 30 delante las paso canutas para vencer el desnivel y cuando crres que ya está te enfrentas a otra rampa imponente que, la verdad, queda en poca cosa al lado de la que acabamos de subir. Y es así como coronamos en Lecht Road junto a otra estación de esquí que para ser francos nada tiene que ver con las estaciones de esquí que conocemos en Pirineos, Alpes y Dolomitas.

De Escocia

La última subida del día era la tercera estación de esquí del día: The Cairngorm. Una subida que se hace desde Aviemore, una ciudad que parece volcada con el deporte, aunque la propia subida a Cairngorm también lo está. Cantidad de bicicletas de montaña, rutas de BTT paralelas a la carretera, campos de golf, zonas de pesca junto al río, etc. Un poco de frío y aguanieve, pero la verdad que poca lluvia hasta coronar junto a numerosos autocares de turistas.

De Escocia

Esa noche la pasamos en Inverness, ya en plenas Highlands (tierras altas). Se puede decir que en dirección al norte Inverness es la última ciudad escocesa importante. Allí dormimos en un bed & breakfast, una gran solución en cuanto a calidad y precio. Por apenas 25 Libras uno disfruta de una buena cama, un ambiente acogedor y un magnífico desayuno escocés casero y completísimo. Siendo domingo de resurrección, en el paseo por el centro, nos encontramos una banda de gaitas en el castillo de Inverness, un espectáculo típico escocés que nos alegra el final de la tarde.

Etapa 3:

Los Highlands evocan sobre todo la película Braveheart protagonizada por Mel Gibson, que cuenta la historia de William Wallace, héroe de la resistencia escocesa ante los ingleses. Aunque los Highlands han sido también escenario de otras películas míticas como Los Inmortales. ¿Quién puede olvidar esos paisajes?

Como quien no quiere la cosa nos hemos plantado ya en el último día de pedaleo en Escocia. El postre. Ese día volvemos en dirección sur bordeando todo el lago Ness para ir a buscar las proximidades de la isla Skye, donde encontramos las dos últimas subidas del viaje: Bealach Ratagain y Bealach Na Ba. Las previsiones del tiempo eran malas, para qué vamos a negarlo, pero mientras bajamos con el coche en dirección sur no nos cayó una sola gota. Fuimos por una carretera que bordea el lago Ness, ligeramente ondulada y que recomiendo absolutamente para hacer sobre la bici. Por cierto, sin noticias de Nessie.

Ese día también teníamos previsto pasar cerca de dos castillos de esos que uno ve en las películas y duda que puedan existir en la realidad. El primero donde paramos es el Urquart Castle, castillo en ruinas justo al lado del Lago Ness y que conforma una estampa inolvidable de Escocia. Aunque todavía mejor resulta el castillo de Eilean Donan, muy cerca de la isla de Skye. Aquí sí que una imagen vale más que mil palabras.

De Escocia
La primera subida es Bealach Ratagain, otra carretera solitaria en la costa occidental escocesa que lleva a un embarcadero donde coger unos ferrys por las islas. En Escocia hay más de 800 islas, de las cuales sólo 130 están habitadas, ¿os lo podéis imaginar?
La subida a Ratagain no ofrece sorpresas ni novedades más que la consabida lluvia y una tabla de orientación en su cima. Sólo quedaba la última subida, a Bealach Na ba. Me parece tan especial que le tengo que dedicar un artículo a ella solita. Solamente os digo que me parece una de las subidas más bonitas que he hecho sobre la bici.

De regreso hacia Edimburgo las nubes nos impidieron ver la cima del Ben Nevis, a 1.344 metros, el techo de Escocia. Una subida que obviamente no se puede hacer en bicicleta pero que se puede intentar a pie sin excesivas dificultades. Una cita pendiente.

Mis acompañantes me dejan en Stirling en su camino hacia Londres y el paso del Eurotunnel camino de su origen en Francia y en Bélgica. Otro Bed & Breakfast y visita obligada el día siguiente al Wallace monument y al castillo de Stirling.

Epílogo

Los últimos días los dediqué a visitar Edimburgo, pues genial, con el castillo de Edimburgo, la National Portrait Gallery, el Greyfriars Bobby. Pero en mi caso, bien aconsejado por un amigo que sabe qué tipo de cosas me gustan, me aconsejó visitar el Arthur’s seat. Se trata de una montaña cercana a Edimburgo que se eleva a 271 metros de altitud y que supone una perfecta atalaya para observar desde lejos el castillo de Edimburgo y toda la ciudad a sus pies. La excursión para coronar el Arthur’s seat es muy recomendable, menos mal que llevé las bambas de montaña, aunque subiendo allí podías ver de todo, la típica chica con zapatos normales como si estuviera paseando por la Royal Mile.

Por la tarde, en el centro, lo dediqué a la compra de souvenirs para la familia. Preguntaba también en las librerías por algún libro sobre la vida de Graem Obree, posiblemente el ciclista escocés más famoso de l a historia (a parte de Robert Millar, coetáneo de Pedro Delgado, cuya historia prefiero contar en detalle en otra ocasión;-)). Y para mi sorpresa no lo conoce nadie. Aquí el ciclismo tampoco es el deporte nacional… Lo que también me queda pendiente es ver la película “The flying scotsman” (El escocés volador), sobre la vida de este ciclista escocés que fue recordman de la hora.
El último día el traslado de Edimburgo a Newcastle se saldó con un excelente viaje en tren para salvar los 140 km de la capital escocesa a la ciudad inglesa, un precio del billete carísmo (comprad los billetes anticipados por internet!) y un último desplazamiento en bici hasta el aeropuerto puesto que no permiten llevar las bicis en el metro. Un poquito de aventura al final, menos de lo que me hubiera gustado.
Después de unos días tan intensos, lo que tengo claro es que cada vez me siento más cicloturista y menos ciclodeportista, con más ganas de visitar ciudades como Inverness o Edimburgo, de conocer sitios como el Arthur’s seat o el Lago Ness, de conocer gente como aquella canadiense con su bici en Edimburgo o la camarera de la pizzeria en Inverness… En fin, de sentirme inmensamente pequeño ante todo lo que me queda por descubrir.

Y es en eso en lo que el reto del BIG me ayuda. Cada vez que viajo me dice aquellos sitios que no me puedo perder para disfrutar de mi pasión por la bicicleta. Y al mismo tiempo tengo que buscar mi tiempo para complementarlo con otras visitas que nada tienen que ver con la bici y que sin embargo, son fundamentales para entender todo lo que pasa por allí. En Escocia tuve tiempo para todo. Mi amigo Xavi dice que cuando estuvo en Escocia subiendo BIGs le pareció algo mágico. Yo lo corroboro: las carreteras solitarias y silenciosas, los grandiosos paisajes , la historia centenaria, los fabulosos castillos…

Y así es como finalmente llego a la definición de trabajo. ¿Qué es el trabajo? Es aquello que hago entre viaje y viaje. Es aquello que me sirve para poder pagarme algunos vuelos. Ni siquiera el alojamiento. Cada vez me tienta más el viajar en autosuficiencia. Algún día.

Para mí eso es el trabajo. Lo verdaderamente importante es lo otro.