lunes, septiembre 23, 2013

Transpirenaica con alforjas, siete días, ocho kilos

Cirque du Litor
Nunca había pedaleado con alforjas. Siempre he sido más bien de intentar ir rápido.
Pero ya hacía tiempo que me llamaba de la idea de pedalear horas y horas. De viajar más que correr. De sentir que el día se alarga y no tener prisa por llegar.

Esta vez se planteó la posibilidad de estrenarme en este tipo de cicloturismo casi de casualidad. Un amigo tenía una semana libre en agosto igual que yo, pensamos en hacer algo sobre la bici, y cuando nos dimos cuenta ya estábamos dibujando etapas sobre un mapa. Fue cuestión de horas descubrir que una semana es el tiempo ideal para intentar hacer una Transpirenaica.

Lo mejor de una transpirenaica es que cada uno puede hacerla a su medida. En bicicleta de montaña o en bicicleta de carretera. Buscando los puertos míticos y más duros o evitándolos si las fuerzas no son suficientes. En 6 ó 7 días, sí, pero también en 15, o empleando todas las vacaciones. Una transpirenaica se empieza a hacer mucho antes de empezar a pedalear. El recorrido que aquí os planteamos es sólo una posibilidad, pero existen tantas como ciclistas. Se trata de consultar mapas, libros, webs, altimetrías, el Especial Pirineos de Pedalier, etc. Toda la información que recabéis es importante y os ayudará.  
Como elemento de referencia sí que pienso que es interesante citar la Hendaye-Cerbere, una Transpirenaica clásica, que organiza el Ciclo Club Béarnais . Tiene dos posibilidades, la primera es la versión Randonneur, con 720 km, 18 puertos, 11.000 metros de desnivel y un máximo de 100 horas para cumplirla y conseguir la medalla del Club Béarnais que lo acredita. La segunda es la versión turista, con 800 km, 28 puertos, 18.000 metros de desnivel y un máximo de 10 días para completarla.  Aquí tenéis el carnet de ruta de la Randonneur:

Hoy día tenemos muchas opciones “comerciales” para hacer una transpirenaica por carretera con coche de apoyo. Permitidme sugeriros dos: una la que ofrece Montefusco Cycling. Para ir con todas las comodidades, la bolsa en la furgoneta, y comida y bebida en la cima de las subidas. Y una segunda opción que no es estrictamente una Transpirenaica, pero casi. Se trata de la Haute Route (www.hauteroute.org ), aún más competitiva, que tiene su versión en los Alpes y también su versión pirenaica. Se anuncia como la marcha más dura del mundo. En su recorrido 2013 hizo los primeros días de Septiembre desde Solsona (Lérida) hasta Anglet-Bayona cubriendo 750 km, con 20.000 metros de desnivel. A los más competitivos os sobran opciones hoy día.

En nuestro caso se plantearon una serie de condicionantes y en función de ellos decidimos tirar para adelante. Teníamos 7 días de vacaciones y queríamos acabar en Cadaqués. No teníamos coche de apoyo. Queríamos pedalear con alforjas y que el resultado de las vacaciones fuera también conseguir un reto. Y creo que conseguimos todo eso, y más.

Esta es nuestra Transpirenaica, sin ninguna pretensión de ser mejor ni peor que otras, simplemente es la nuestra, la que disfrutamos y la que vivimos intensamente mi amigo (mucho más desde ahora) José Luis Arteaga y yo, durante 7 días del mes de Agosto de 2013.

Etapa 1. San Sebastián-Lecumberry.
Decidimos empezar en San Sebastián. Nos parecía un lugar simbólico. La playa de la Concha. Muchas transpirenaicas empiezan en Hendaya o en San Jean de Luz, esta iba a ser una de nuestras variantes. Llegamos un día antes a San Sebastián y nos regalamos con un domingo de descanso, y de pintxos y zuritos. ¿Dónde dormir? Un consejo, probad el Colegio Mayor Olarain, que en Julio y en Agosto no recibe sólo universitarios. Un lugar delicioso, especial, económico y donde os recibirán como si estuviérais en casa. ¡Ah! ¡Importante! Si mandáis las bicis anticipadamente os la cuidaran como si fueran joyas.

El primer día amanece lluvioso. La perspectiva de los más de 700 km que nos esperan durante la semana y la posibilidad de mojarnos hace que nos tomemos las cosas con calma. Desde San Sebastián salimos por el Alto de Miracruz dejando el Arzak a la izquierda y despidiéndonos así de las delicias culinarias de ayer. Nos vamos por Aritxulegui y Aguiña, según nos recomendaron Ruben e Iñigo, excelente manera de evitar la Nacional, aunque la niebla y las nubes nos impidieron disfrutar de esas primeras subidas en todo su esplendor.

A todo esto, en pocos kilómetros estamos totalmente acostumbrados al pedaleo con alforjas y el peso posterior que conlleva. En mi caso, con una BTT con neumático liso, a la que he puesto una parrilla y unas alforjas, mientras mi compañero lleva una bici de carretera también con alforjas. El va más ligero y será quién tire la mayor parte del tiempo. ¡Me he buscado un gregario excelente!

Para llegar a Elizondo debemos recorrer la incómoda N-121A, con tramos prohibidos para bicicletas, saliendo en ocasiones de ella y con vehículos a toda velocidad mientras estás dentro. Desde Elizondo, y ya sin lluvia, encaramos Izpegui, un puerto tampoco demasiado duro, cuyo descenso hacia St Jean de Pied de Port nos pareció espectacular. Paso complicado por esta localidad tremendamente turística y alargamos un poco el día hacia la base del primer puerto de consideración que subiríamos al día siguiente: Burdinkurutxeta. Dormimos finalmente en el Hotel Fronton de Lecumberry (Francia, ojo, no confundir con la localidad navarra).

Etapa 2. Lecumberry-Bielle. 

Podríamos llamarla primera etapa ”en serio”. Primer contacto con la alta montaña. Nada menos que con Burdinkuntxeta-Bagargui. Con cuatro kilómetros consecutivos por encima del 10% de desnivel. Os recuerdo que con una alforjas que pesaban más de 8 kgs.

Bajando Bagargui
Saliendo de Lecumberry nos metemos en plena Route des Cols (que iremos siguiendo durante tantos kilómetros estos días) y en este caso seguimos las indicaciones para el Bosque de Irati, como sabéis uno de los mayores y mejor conservados bosques de hayas y abetos de toda Europa. Las fuerzas están todavía intactas y el temido tramo tan duro lo pasamos sin excesivas dificultades disfrutando de un paisaje impresionante, aprovechando que el sol ha salido y ya no nos abandonará por unos días. Coronamos Burdinkurutxeta, donde coincidimos con un par de ingleses que con su maillot de Sky se hallan a la conquista de los Pirineos demostrando el tirón popular del ciclismo en Inglaterra con sus últimos éxitos. A veces creo que incluso el Tour es una operación de Marketing, que bueno para la industria ciclista el tirón de diferentes países como EEUU, Alemania y ahora Inglaterra. Como para pensarlo.


Coronamos más tarde Chalets de Irati y luego Bagargui. Desde donde iniciamos un largo, precioso y empinado descenso pasando por el pueblo de Larrau, dejando el coco a nuestra derecha, y más tarde dejaremos también el desvío hacia Pierre St Martin que nos hubiera devuelto hacia Navarra, por la que hubiera sido una Transpirenaica más “española”. Al final del descenso nos detenemos en Arette, un pueblecito típico que ama el Tour de Francia y que dedica grandes murales a los esforzados de la ruta. Nos hacemos la foto allí con una imagen donde se recuerda a históricos como Duclos Lassalle o Andre Darrigade.

Después de la segunda jornada ya me doy cuenta que esto de ir con alforjas no es lo que yo suponía. De hecho voy sufriendo a tope todo el tiempo, en las subidas para arrastrar el peso de la bici y las alforjas y en el llano para seguir a José Luis. No es que tengamos prisa, sólo es que después de 6 o 7 horas de bici (una jornada laboral) uno ya tiene ganas de llegar!

Etapa 3. Bielle-Sta.Marie de Campan
La etapa que teníamos prevista no era ésta exactamente. Sólamente incluía la ascensión a Aubisque y dormir en Luz St Sauveur, a los pies del gigante Tourmalet. Pero entonces quedaba una etapa un tanto descafeinada con sólo 71 km. Las previsiones meteorológicas eran excelentes ese día, hasta tal punto que decidimos hacer Tourmalet ya por la tarde llegando a Sta Marie de Campan sin alojamiento reservado con la esperanza de encontrar algo, como así fue.

Sería que Aubisque por Laruns no es suficiente, claro... Etapa mítica donde las haya. Un día para recordar mucho tiempo. Etapa con un tiempo extraordinario y repleta de recuerdos ciclistas, de los que nos recomendaba Javier Sánchez Beaskoetxea en el Especial Pirineos. Las bicicletas gigantes del Aubisque, el busto de Lucien Buysse, el Cirque du Litor, coronar el Tourmalet, la placa en la forja donde Eugene Cristophe reparó su horquilla... Una transpirenaica sin todo eso no sería transpirenaica.

Aubisque por Laruns no lo había subido nunca, fue para mí un gran descubrimiento, un Tourmalet como me avanzaba José Luis todo el tiempo. Y con mucha personalidad, me encantaron las bicicletas gigantes, pero especialmente el Cirque du Litor, un lugar cuya sola visión impresiona. Y más un día tan claro y soleado como el que disfrutamos.

El desvío hacia la Via Fignon
Ese día también por fin pude descubrir la Via Fignon, que no es más que la carretera antigua del Tourmalet, sustituida por la amplísima carretera que hoy día pasa por el aparcamiento y la estación de esquí de Bareges. En mi imaginario, la Via Fignon era una carretera perfectamente señalizada, de uso exclusivo para los ciclistas en subida, con carteles identificativos. La realidad es mucho menos romántica. Hace un mes ya subí el Tourmalet por Luz y no fui capaz de encontrarla, aunque a la bajada me detuve en Bareges para informarme, y fue donde me dijeron que para llegar a la Via Fignon debía seguir el cartel hacia “Jardín Botánico” durante la subida, una vez pasado el pueblo.

Efectivamente, esta vez tomamos ese desvío y vamos ascendiendo por una carreterita mucho más estrecha, desde donde se puede ver la nueva carretera al otro lado de la vaguada. Pasado el Jardín Botánico supuestamente unas vallas impiden el paso de vehículos, pero de hecho no es así. Y nos encontramos con una carretera por donde pasan algunos coches, con un mantenimiento muy pobre, de donde no se retiran ni las piedras que se desprenden. Ni una indicación, ni un rótulo que estamos en una carretera destinada a ser un lugar de peregrinaje. La Via Fignon, una idea magnífica que no debería caer en el error del olvido.

A todo esto, Monsieur Tourmalet se muestra en toda su grandeza y en toda su dureza. La BTT, las alforjas, el calor y el Aubisque anterior hacen que la ascensión por la via Fignon sea un calvario. El sol de media tarde aprieta con fuerza, y el momento en el que retomamos la carretera ancha nos ofrece una perspectiva de lo que todavía queda para llegar a coronar el puerto. Desmoralizante. Para José Luis fue el día que más ha sufrido sobre la bicicleta. Yo tengo una colección tan larga para elegir el peor día sobre la bici que no me atrevo a asegurar que fuera éste. Es curioso cómo las fotos de la cima nunca reflejan el sufrimiento de la subida, sólo la satisfacción de haber coronado.

Llegar a Sta Marie de Campan sin alojamiento es una ocasión para conocer alojamientos como la Gite de Sejour con la imagen de un maillot amarillo en su fachada (¡hotel completo!), o el Hotel “Les deux Cols” (Tourmalet y Aspin, obviamente), delicioso hotel familiar donde había una buhardilla libre y donde fuimos atendidos divinamente.

Ese fue uno de los días clave de la Transpirenaica. Sólo por esta etapa ya vale la pena el viaje.

Etapa 4. Sta Marie de Campan-Col de Menté.
Aspin es nuestro primer objetivo del día, ese puerto que queda entre Tourmalet y Peyresourde, a menudo ninguneado y últimamente relegado por la Hourquette de Ancizan. A veces se le cataloga de segunda categoría, especialmente por Campan. Pero es un puerto bonito sobre todo en su kilómetro final. Y con su estación de esquí, si Aubisque tiene Gourette y Tourmalet tiene La Mongie, Aspin tiene Payolle…

Coronado Aspin, nos vamos hacia Peyresourde. Una vez más, otro puerto que yo iba a hacer por una vertiente desconocida. Me pareció muy duro, el cansancio del día anterior se empieza a notar y corono justito, justito. Menos mal que ya conocía el final, porque a lo lejos se veía tráfico en la carretera que sube hacia Peyragudes (por donde subió el Tour 2012 y también la Vuelta a España de este año) y cualquiera podría pensar que había que ir hasta allí arriba...

Bajamos hasta Bagneres de Luchon y desde ahí fuimos por una carretera que tiende a bajar hacia el destino inicial de nuestra etapa, que era St Beat, un pueblo inhóspito famoso por sus mármoles, donde nos fue difícil incluso encontrar un lugar donde tomar una Coca Cola. Los dos puertos de hoy han hecho daño, pero si no avanzamos un poco habremos perdido todo lo que ganamos ayer subiendo Tourmalet...

Junto a la placa de Luis Ocaña
La solución está en subir el durísimo Col de Mente, nada menos que 9,8 km al 8,6%. La ascensión se hace interminable. Es horroroso, qué manera de sudar, me parece que hasta tengo fiebre. No es un puerto vistoso, ni bonito por esta vertiente, únicamente es duro, a secas. El único aliciente que tengo es encontrar la placa que recuerda la caída de Luis Ocaña en el Tour de 1971, a la manera francesa que tanto gusta de la épica: “Lunes 12 de Julio de 1971. Tragedia en el Tour de Francia. En esta carretera, transformada en torrente de barro por una lluvia apocalíptica, Luis Ocaña, maillot amarillo, abandonó todas sus esperanzas contra esta roca”. La parada y las fotos junto a la placa, a falta de unos 3 km, nos permite recuperarnos ligeramente y coronar junto al precioso albergue de la cima, donde pasaremos la noche.

Una habitación justita pero más que correcta y una cena espléndida sirven de colofón de una etapa que se ha hecho muy dura. Otro día en que no he terminado de descubrir el disfrute del cicloturismo de alforjas. Sólo sufrir y sufrir. Noche de no poder descansar bien, de horas en vela y de dudas, de no saber si sería capaz de terminar la Transpirenaica con éxito.

Etapa 5 Col de Mente-Ax Les Thermes

No puedo decir que el sueño fuera reparador. Pero en esta ruta no hay coche de apoyo, no hay opción de tomar atajos. Hay que desayunar fuerte, obligarse a comer bastante y empezar a dar pedales cuanto antes.

La etapa empieza en bajada. Col de Mente nos deja al pie de Portet d’Aspet, su puerto gemelo donde también se escribió la tragedia en 1995 con la muerte de Fabio Casartelli. La curva fatal y el monumento están a los pocos metros de iniciarse la subida. Qué mala suerte, esa caída, cuando Fabio estaba a punto de finalizar el descenso. Una bajada tremenda que corresponde a una subida terrible con puntas del 17% que íbamos a afrontar para empezar la etapa de hoy. Después de coronar nos espera un largo descenso y muchos kilómetros de llano, a la espera del segundo y último puerto del día, Col de Port.

El día parece que se va complicando y nos mojamos por segunda vez en la travesía. En Saint Girons no parece que el día vaya a mejorar y ya nos hacemos a la idea de un día pasado por agua. Sin embargo, a medida que nos acercamos a Massat las cosas mejoran y después de un refresco recuperador, afrontamos la subida a Col de Port con un buen sol. Después de los desniveles de los días anteriores, agradecemos un puerto como este, donde los porcentajes no superan el 6%. En el albergue de la cima recuperamos fuerzas y decidimos alargar la etapa no hasta Tarascon sur Ariege como teníamos previsto inicialmente (al final de la bajada), sino hasta Ax les Thermes, ciudad termal que ya conocemos bien, no en vano estamos ya a muy pocos kilómetros de Catalunya.

La carretera de Tarascon a Ax les Thermes es básicamente llana aunque al final se complica, pero lo peor es el intenso tráfico que nos acompaña. En nuestro camino dejamos a la derecha el desvío a Plateau de Beille, por otra ruta que conocemos bien de aventuras anteriores.



Etapa 6 Ax les Thermes-Argeles sur Mer 

La idea inicial de este sexto día era subir Pailheres y Col de Jau, a 2001 y 1506 metros respectivamente. La última etapa de montaña que sobre el papel nos tenía que dejar en Prades, a pie del Canigó, ya sólo pendientes de encarar una sencilla ultimísima etapa. Sin embargo el día amanece muy cubierto, con la niebla apareciendo en la montaña. Mientras desayunamos y vemos la gente por la calle con el paraguas, analizamos el mapa y vemos posibles alternativas a una etapa que la lluvia y el frío pueden arruinar. Hasta ese mismo día no habíamos considerado dejar Pailheres de lado, uno de nuestros puertos favoritos. Sin embargo, vemos claro en los mapas que subiendo Col de Chioula (que corona bastante más abajo, a 1.431 metros) llegábamos igualmente a Axat, nexo de unión entre los dos puertos previstos.

Así lo hacemos, no sin antes reparar el segundo pinchazo de la travesía, todavía en Ax les Thermes. Empezamos a subir y llegamos al cruce que separa la carretera que llega a Pailheres y la que llega a Chioula. Aunque no está lloviendo, decidimos subir Chioula, un puerto que se caracteriza por sus desniveles asequibles. Coronamos a 1.431 metros e iniciamos un larguísimo descenso que por momentos nos cuesta creer. No recuerdo estar bajando nunca tantos y tantos kilómetros.
Pensamos por un momento que encontraríamos alguna trampa en forma de muro de 3 km al 10% o algo así! Pero no hay trampa ni cartón. Quiero destacar el paso por les Gorges de Rebenty y el desfiladero de Joucou, un tramo corto pero precioso con sus túneles excavados en la piedra, con el río a la derecha, muy por debajo del nivel de la carretera.

De tal manera que nos hemos plantado con 60 kilómetros en las proximidades de Axat. Ahí, en una rotonda enorme vemos los kilómetros que nos separan de muchos destinos, y es cuando nos damos cuenta que estamos sólo a 63 km de Perpignan. Nos miramos y no hicieron falta grandes explicaciones. Nos vamos directos para allá.

La realidad superó con creces nuestras previsiones, pues no se trataba solamente de una carretera con tendencia a descender (obviamente, puesto que íbamos dirección al mar), sino que además nos encontramos con un viento favorable (¡sí, eso que muchos pensamos que nunca ocurre!) que nos propulsó hacia Perpignan en menos de dos horas. Una carretera que ya conocíamos de excursiones anteriores a la conquista de los castillos cátaros (Puylaurens, Queribus), perfectamente visibles desde la carretera. Recuerdo momentos a 70 km/hora sin dar pedales. Una media de más de 30 km/hora con las alforjas no estaba nada mal. Había ganas de llegar.

Porque desde Perpignan ya nos quedaba poco para llegar el Mar. Íbamos a completar desde el Cantábrico hasta el Mediterráneo en 6 etapas, eso nos parecía un éxito. Llegamos pues a Argeles sur Mer, francamente un final de ruta no muy acorde con los sentimientos de euforia que nos invadían. Pretendíamos ver el mar a lo lejos e ir saboreando poco a poco la victoria que supone llegar a él. Pero se mantuvo oculto hasta la misma playa de Argeles, donde pudimos hacer la foto de rigor. Lo malo fue que encontrar alojamiento un sábado por la noche de Agosto no fue fácil. Lo que seguro que fue es caro. ¡Pero ni siquiera eso iba a amargarnos el sabor de la victoria!
 

7ª etapa Argeles sur Mer-Cadaqués

La última etapa venía a ser una especie de homenaje. 73 km al lado del mar, disfrutando en todo momento del olor a mar, de las vistas espectaculares y del buen tiempo, esta vez sí.
Además, de nuevo nos encontramos con el aire ligeramente a favor, cosas de la Tramontana tan típica de estos lares, que siempre sopla de norte.
No nos vamos a engañar, esa zona junto al mar no tiene un perfil llano. De hecho el desnivel fue mayor que el del día anterior. Los continuos repechos hacen que haya que jugar continuamente con el cambio, aunque más que repechos habría que catalogarlos directamente como puertos (estamos nuevamente en la denominada Route des Cols): Col de Belitres para pasar la frontera, Col del Frare, etc. El remate es, una vez llegados a Port de la Selva, la subida al Coll de Perafita, que nos deja justo encima de Cadaqués, a sólo 5 km de bajada de la localidad ampurdanesa, famosa entre otras cosas, por su relación con Dalí. Esta sí que es una entrada digna de una Transpirenaica, la llegada a Cadaqués, con el mar al fondo y un pueblo de postal que nos espera abajo del todo.

Llegada con sol, baño, paella. Ya está. Hay ganas de descansar y celebrar lo conseguido.

Una vez he regresado de la Transpirenaica he aprendido algunas cosas de esta ruta. He aprendido que el sentido de la transpirenaica tiene que ser siempre de regreso a casa, ¡eso ayuda psicológicamente en los momentos de duda! Ahora sé que cada uno puede hacer una transpirenaica diferente, en función de los días de que disponga, de su estado de forma, de los acompañantes, y que incluso es mejor tener la posibilidad de ir cambiando los planes sobre la marcha si el tiempo se complica o alguno flojea: no vale la pena reservar los hoteles con antelación. Es necesario analizar el recorrido con detalle, estudiar los mapas, disfrutar de la confección de las etapas. También he aprendido que no nos ponen las cosas fáciles para meter las bicis en los trenes de media distancia y hay gestionar el envío de las bicicletas por mensajería. Eso son malas noticias. Pero afortunadamente hay múltiples empresas que nos solucionan este problema.

La primera vez que he hecho cicloturismo de alforjas me descubre lo poco que necesita uno para vivir. Lo poco que cabe en las alforjas te sobra para una semana. Ocho kilos es suficiente. Una buena lección sin duda.

La salida de San Sebastián queda ahora muy, muy lejos, hemos conseguido el objetivo de estirar el tiempo al máximo. Qué gran ocasión para dar un repaso a la geografía pirenaica, a los alojamientos franceses (hoteles, Gites d’etape, Gites de sejour, albergues), a la gastronomía francesa (especial mención para la garbure y para la trucha a los que no nos convence la carne), a los vinos (¿eh José Luis?) y también a los conductores franceses, a menudo demasiado bien valorados aquí...

796 km en 7 etapas, con 12 colosos pirenaicos. Los datos que aparecen en el Strava ahí están. Una cosa está clara, esto ya no me lo quita nadie, esto ya lo tengo. Pero afortunadamente hay muchas otras opciones con que seguir ilusionándose, ¿quién sabe si una transpirenaica española? Una opción que este año descartamos frente a los míticos cols franceses, pero que es una segunda opción muy atractiva: Pierre San Martin, cañón de Añisclo, Cantó, Bonaigua... No desmerece, sólo le falta la épica y la historia. Pero ese podría ser el segundo episodio un año de estos, lo que no falta nunca son ganas e ideas. Continuará...


lunes, julio 29, 2013

El Pic du Midi y sus hermanos pequeños


Algo que empezó como una quedada entre amigos para hacer unos cuantos puertos pendientes pudo haber acabado en una de las cosas más bonitas que haya hecho sobre la bici. Al final no resultó, pero igual que un viaje no dura sólo el tiempo que estás fuera de casa, un proyecto como éste no consiste sólo en realizarlo sino también en proyectarlo, ilusionarse y marcarlo como reto. Es la subida al Pic du Midi via Tourmalet, un reto magnífico, bellísimo y que vale la pena mantener en la nevera hasta que todo cuadre para poder llevarlo acabó con éxito.

Como digo todo empezó con la propuesta de Angel para hacer un etapón en el Pirineo con nada menos que 3 cromitos que me faltaban en la colección: Hautacam, Cauterets-Pont d’Espagne y Spandelles. Había que hacerlo sí o sí.

Pero la verdad es que con mi estado de forma una etapa con esas tres subidas (además de Soulor), se me antojaba una etapa demasiado ambiciosa para terminarla de forma decorosa, con lo que decidí anticipar mi viaje a Argeles Gazost para adelantar trabajo y subir Hautacam. Eso sí, aproveché el viaje para hacerlo por Ainsa y Tunel del Bielsa, de manera que pude acercarme a Beyrede, donde nace otro puerto, bastante desconocido y a tramos muy duro que se llama como el pueblo de la base, Col de Beyrede. Es una subida paralela a Aspin y Hourquette d’Ancizan, que permite pasar del valle del Neste al valle de Campan. “El desconocido” como titulaba un artículo del Miroir de Cyclisme de los años 80, artículo que me hizo descubrir este pequeño coloso.

Una vez coronado Beyrede, vuelta al coche y camino a Argeles azost para conquistar Hautacam, una subida de 17 km muy conocida por el paso del Tour de Francia, en especial los años 1992 con victoria de Luc Leblanc por delante de un Indurain siempre generoso, y el año 1996 con Bjarne Riis subiendo a plato, Mr. 60% ridiculizando a sus rivales en un Tour que éramos tan ingenuos que pensábamos que Indurain iba a remontar y ganar su sexto Tour consecutivo. En fin, una subida bastante dura, pero asequible si se sube “a balón parado”.

El día siguiente, sábado, era el día D para intentar el ataque al Pic du Midi. Me había llevado las dos bicis, y lógicamente el intento lo iba a hacer con la BTT. Era la primera vez que iba a subir el Tourmalet por Luz St Sauveur y Bareges, con lo que tenía varios alicientes para ese día, entre ellos también descubrir la “Via Fignon”, trazado clásico del Tourmalet pero que con la reciente abertura de una nueva carretera más amplia, se ha quedado para uso exclusivo de ciclistas en dirección subida. Además, las recientes inundaciones en Bareges había provocado el cierre de la carretera y sólo unos pocos días antes la carretera había sido abierta de nuevo.

Total, que subir Tourmalet con ruedas gordas hace que el tiempo empleado en su ascensión sea muy superior al habitual. Muchos ciclistas me pasan, todos ellos vascos o españoles, mientras atravesamos las múltiples zonas que se han visto afectadas por las inundaciones.

Cuando corono el Tourmalet, rápida Cocacola en el mítico bar de la cima, donde me informan que la pista que lleva al Pic du Midi está cubierta por la nieve unos cientos de metros más arriba. Información que coincide con la que había obtenido en nuestro hotel de Pierrefite Nestalas. Sin embargo, no hago ni caso y ahí me que dirijo a comprobarlo personalmente. La pista está limpia de nieve por más de 5 km, hasta llegar a Col du Sencours, aunque en muchos tramos la nieve se queda acumulada a los costados, también en el paso de dos túneles que hay que atravesar hasta llegar a Sencours. Ahí se vislumbra perfectamente el Pic du Midi y su observatorio espacial. En el Col de Sencours (2.378 m.) se pueden apreciar los restos de una edificación que en su día debió ser un hotel o restaurante. A partir de ahí la pendiente se  incrementa de forma notable y el estado de la pista empieza a ser mucho peor, hemos empezado el trayecto hacia Col des Laquets. De pronto, en una curva a izquierdas, una muralla de nieve impide el paso. No es que sea un trozo de pista cubierto de nieve, es que tiene una altura que no permite sobrepasarla. Sí que es posible bordear la nieve por el interior de la pista, pero decido parar ahí la aventura porque sospecho que en los 500 metros de desnivel que faltan me voy a encontrar con numerosos problemas parecidos.
Mucho mejor intentarlo en otro momento con la bici aparcada abajo en el Tourmalet y hacer esto corriendo o andando. Esa es mi idea hoy por hoy. Volver y coronar Pic de Midi a pie un día de estos. Lo cortés no quita lo valiente, y también tengo que decir que me motiva subir en el telecabina que llega al Pic du Midi y que sale de La Mongie, la estación de esquí que hay a media subida desde Campan.

Por tanto, decepción por no conseguir hacer cima, pero estaba satisfecho de haber hecho el intento y de que el día me hubiera acompañado. Precioso.

La tarde la dedico a hacer turismo religioso en Lourdes (dicen que la segunda ciudad más visitada de Francia después de París) y ya me preparo para la etapa final del domingo, la que realmente había sido el primer objetivo del viaje a Argeles.

El domingo iniciamos la etapa subiendo a Cauterets, y de ahí, por una carretera que también se ha reabierto recientemente tras los desperfectos provocados por las inundaciones, hacia Pont d’Espagne. Todo lo fácil que es hasta Cauterets se vuelve difícil a partir de ahí. Una vez se llega al gran Parking hay que continuar unos cientos de metros hasta el Pont d’espagne con unas impresionantes cascadas detrás, y la carretera se puede seguir durante varios km por unas zonas preciosas y unos altiplanos verdes, muy verdes, en esta época del año.

Rápida bajada hacia Argeles y de ahí tomaremos una carretera secundaria que nos llevará hasta Col des Borderes, alternativa muy atractiva de los primeros km de Soulor, aunque con tramos ciertamente muy duros, sobre todo al final. Una vez coronado bajamos hasta Arrens, desde donde faltarán 8 km a un 8% de media hasta la cima de Soulor. Mi estado ahí ya es precario, he sufrido mucho los últimos dos km hasta coronar. El tiempo se está complicando y unas nubes amenazadoras se ciernen sobre esa zona del Soulor y su vecino cercano Aubisque, parece que nos vamos a mojar. Se me pasa por la cabeza dejarlo ahí y bajar directo a Argeles pero falta por subir Spandelles, un puerto considerado BIG, con casi 10 km a una media casi el 8,5% (853 metros de desnivel).

La lluvia nos coge de lleno, pero esta vez, en lugar de ser un problema es una bendición, y en mi caso parece que me ayuda a sobreponerme (eso y el bocadillo en el Col de Soulor!), y vencer este puerto de carretera estrecha, solitaria y sin señalización, a diferencia de todos los puertos que hemos pasado estos días, con cada kilómetro perfectamente indicado, con su altitud, lo que falta hasta la cima, y el desnivel medio del último kilometro.

Para ir concluyendo, fin de semana para recordar, con un etapón final de 110 km y 3000 metros de desnivel. Menos mal que quitamos Hautacam, respecto a los planes iniciales! Y 4 puertos BIG más al saco. Pero con la pena de no haber coronado Pic du Midi, una cima que desde ya pongo en la lista de cosas urgentes que hay que hacer.

viernes, julio 05, 2013

Escapada relámpago a los Alpes

 Siempre intento descubrir carreteras nuevas, puertos nuevos, experiencias diferentes.
Pero también hay sitios clásicos, hay lugares que merecen ser revisitados, redescubiertos, volver a saborearlos. Esos lugares nos suenan a todos: Tourmalet, Galibier, Ventoux… En esta ocasión se trataba de volver a visitar el Gigante de la Provenza, el Ventoux. ¿La excusa? Acompañar a un gran amigo, compañero de cientos de aventuras y batallas, con un curriculum intachable, pero con un borrón, le faltaba el Ventoux!!!!

O sea que para acercarse al Ventoux no hace falta unas grandes y largas vacaciones planificadas. Hace falta un fin de semana, eso es todo!

El fin de semana elegido fue el de San Juan, tres días para poder apurarlos al máximo e intentar subir el máximo de cosas posibles. Las ideas se iban acumulando: yo quería subir Mont Colombis y el Granon, Javi quería subir Izoard, al hablar de Izoard apareció por primera vez la posibilidad de subir el Agnello. Una cosa era cierta: no nos íbamos a aburrir!

La primera etapa estaba clara. Había subido el Ventoux en tres ocasiones y en dos de ellas había hecho Bedoin-Ventoux-Chalet Reynard-Sault-Gorges de la Nesque-Bedoin. Un recorrido precioso, espectacular, rápido, variado. No se puede pedir más. La tercera vez lo que hice fue Malaucene-Bedoin-Ventoux-Malaucene. Muy bien, tenía ganas de conocer la última vertiente del Ventoux, una etapa un poco más corta. Pero esta vez volvía al recorrido original por les Gorges de la Nesque.

De nuevo (igual que las 3 veces anteriores) el día nos acompañó. Precioso, soleado, no demasiado caluroso, y el poco aire que hacía nos daba por la espalda. No se puede pedir más. O sí. El día animaba a subir el Ventoux, habitual lugar de peregrinaje de los cicloturistas de toda Francia y toda Europa. Pero es que además, ese día 22 de Junio de 2013 se celebraba una marcha cicloturista, La Cannibale, en la que 2500 cicloturistas belgas (sí, casi todos belgas) debían subir el Ventoux el máximo de veces posible por cualquiera de sus tres vertientes. Os podéis imaginar el tráfico de ciclistas toda la mañana!

El principal incidente que tuvimos fue la rotura del cuadro de Ricardo. Increíble ver un cuadro partido por tres sitios… El bajaba despacio hacia Bedoin para intentar repararlo mientras nosotros cumplíamos el plan previsto mientras estábamos en contacto con él via whatsapp. Les Gorges de la Nesque volvieron a sorprenderme y a admirarme, como cada vez que las pedaleo. Fantástico. Debíamos llegar pronto a Briançon para escalar por la tarde Pre Madame Carle, una subida muy especial perteneciente al reto BIG, con unas vistas impresionantes sobre la Barre des Ecrins y sobre el Glacier Blanc.

Pero teníamos a Ricardo con el cuadro roto en Bedoin… Lo que yo hubiera solucionado comprando un cuadro nuevo y buscando un mecánico para montar los componentes de forma urgente él lo solucionó con una bayeta, loctite y limpiacristales. Literalmente. Hay que decir que él trabaja con la fibra de carbono y conoce cómo trabajarla, pero para mi es una especie de milagro intentar pegar el cuadro y luego pretender que resista la fuerza del pedaleo en subida y las velocidades que cogemos en bajada. Insisto, un milagro. El hecho es que cuando llegamos a Bedoin él ya había hecho el trabajo y había hecho algunos kilómetros para probar el cuadro reparado. Podíamos salir puntualmente para afrontar la segunda subida del día, en las proximidades de Briançon.


Iniciamos la subida en Vallouise, un poco más arriba de lo que teníamos previsto. Desde ahí seran 13 km de ascensión a un desnivel medio del 4,78%, pasando por las localidades de Pelvoux y Ailefroide. Los kilómetros están perfectamente señalizados con el desnivel medio que nos espera y la distancia que falta. Coronamos ya con el sol poniéndose y con unas montañas impresionantes que a esas horas que estamos dejan la carretera ya en penumbra. A todo esto el cuadro de Ricardo ha resistido perfectamente las primeras embestidas.
Al día siguiente, tras analizar varias posibilidades, nos decidimos por subir Agnello e Izoard. Eso significaba un traslado en coche hasta Chateau Queyras, desde donde iniciar la subida al Agnello (con sus 2.744 metros, uno de los colosos más altos de los Alpes), una vez coronado volver sobre nuestros pasos, e iniciar la subida al Izoard por la Casse Deserte, como Javi pretendía.

Está bien, digámoslo claro, Agnello por Francia no es lo mismo que por Italia. La vertiente italiana es uno de los puertos más duros de los Alpes, baste decir que incluye en su tramo central 8 km al 10%, dentro de una longitud total de 25 km. Por Francia, como digo, es un poco más asequible, pero sobre todo hay que decir que es realmente precioso, muy panorámico. Además en este año 2013 tan frío y lluvioso, los últimos kilómetros estaban llenos de nieve en los costados de la carretera, lo que añadió una belleza especial al final. Descenso rápido hasta donde tenemos los coches que es justo en el desvío donde se inicia Izoard. Desde allí seran 14 km a un desnivel medio del 6,4%, que tampoco está nada mal. Un puerto clásico de los Alpes y del Tour en concreto.

Lo más característico del Izoard es su paso por la Casse Deserte , escenario de las míticas imágenes de Bartali con el paisaje lunar de fondo. Un escenario característico también de las hazañas de Louison Bobet, que dijo que por la Casse Deserte los campeones debían pasar solos.


El año 2004 en que estuvimos en los Alpes pasamos rápidamente por el monumento dedicado a Coppi y a Bobet, sin detenernos. Dos pequeñas imágenes recuerdan las gestas de estos dos ciclistas. Después de haber estado el día anterior en el monumento a Tom Simpson, hoy (¿sólo han pasado 24 horas?) visitábamos otro santuario de la historia del ciclismo, otro lugar de peregrinaje. Fotos obligadas en esa zona y continuamos para completar los dos duros kilómetros que faltan para llegar a la cima. Una vez allí, estuvimos un buen rato comprando recuerdos en la tienda de souvenirs, donde su dueño,un francés que hablaba perfectamente español, nos contó muchas cosas interesantes, entre ellas que el Museo de ciclismo que está en la cima (y que vimos anunciado durante la subida), junto a la tienda de souvenirs, está cerrado desde hace 4 años por problemas legales y nos sugiere que no será fácil que abra de nuevo. Lástima.

La mayoría del grupo bajará directamente hacia Briançon y en concreto Saint Chaffrey (donde tenemos el hotel), mientras Ricardo y yo bajamos hacia el coche por la misma vertiente que hemos subido. Ahí en esa bajada compruebo dos cosas: que Ricardo confía plenamente en su bici y que la lanza al máximo de velocidad sin ningún tipo de miramiento, y, en segundo lugar, que efectivamente, el cuadro responde y aguanta todo lo que Ricardo le echa. Impresionante. Sigo sin salir de mi asombro.

En la etapa que habíamos dibujado estaba también la subida a Sommet Bucher (perteneciente al BIG), pero con dos superpuertos, ya nos damos por satisfechos y dejamos esta subida para otra excursión.

Cena tempranera en la pizzería próxima al hotel mientras acabamos de definir los planes para el día siguiente. Lo único claro es que estamos al pie de Granon, uno de los objetivos del viaje, y que lo haremos ni bien terminemos el desayuno. Luego, el segundo posible objetivo del día era Mont Colombis, una subida durísima cercana a Gap por la que pasamos cada vez que vamos o volvemos de los Alpes, y siempre la dejamos de lado...


De momento nos levantamos con un día un tanto desapacible y nos disponemos a subir a Granon, que tiene el honor de haber sido el final de etapa a mayor altitud del Tour de Francia desde 1986 (con victoria del español Eduardo Chozas), hasta 2011, Tour en que se llegó al Galibier en el final de etapa que vio la mítica victoria de Andy Schleck.

En Saint Chaffrey observamos el cartel de Col de Granon cerrado, pero sabemos por uno italianos compañeros de hotel que la carretera está transitable y que solamente los últimos centenares de metros están cubiertos de nieve, con lo que nos disponemos a subir uno de los puertos más duros de los Alpes en nuestro día de despedida.

Después de un kilómetro inicial casi llano nos esperan poco más de 11 kilómetros a un desnivel medio del 9,54%, terrible, sobre todo el tramo posterior al paso por Le Tronchet, con 5 km por encima del 10%. Además en ese tramo, la montaña se abre y el aire y el frío aprietan de lo lindo. Sobre lo fuerte que sopla el aire allí ya nos advirtieron los italianos y el dueño de la pizzería. Es un factor más que añade dureza a esta subida durísima y preciosa que vale la pena conservar entre las más especiales de los Alpes. Poco más de hora y cuarto para subirlo!

Una vez abajo y todavía con el frío en el cuerpo, decidimos que la mejor opción es la ducha en el hotel y tomar el camino directo a casa. Mont Colombis queda también para otra ocasión. Son 7 horas de viaje hasta Barcelona y vale la pena tomárselo con calma y no andar con prisas si paráramos a subir otro coloso alpino.

 Así que fue un fin de semana bien aprovechado. Una estancia en Briançon siempre lo es. Hemos hecho cositas, sí, pero han quedado ahí mismo el rey Galibier (ya conquistado en 2004 por la otra vertiente) y el príncipe Mont Genevre que da acceso a Italia desde Briançon mismo. Las posibilidades desde allí son infinitas.