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domingo, septiembre 30, 2007

Chalet de Cortalets , camino al Canigó

Lo más cerca que había estado de la cima del Canigó era en el Col de Mantet, a 1.760 metros. No está mal, pero muy lejos todavía de los 2.784 metros de la cima más alta de los Pirineos Orientales. La emblemática cima de los catalanes, visible desde buena parte de Gerona y también perfectamente visible desde la parte francesa.
Para los que estamos acostumbrados a ir en bicicleta de carretera, a veces eso resulta una limitación. Por eso, por una vez, decidimos coger la Bicicleta Todo Terreno y emprender una aventura doblemente novedosa para nosotros. Por un lado coger la BTT en vez de la flaca y por otro subir a pie al Canigó los últimos cinco kilómetros. El resultado final, una experiencia brutal, un día de deporte espléndido y una espita abierta para seguir intentando aventuras nuevas más allá de la bicicleta de carretera.
De las diversas posibilidades de acceso al Canigó, escogimos la que pasaba por el Chalet de Cortalets. Por un lado porque se trataba de un BIG y por otro lado, porque el acceso a pie a la cima por esta vertiente no tiene ninguna dificultad técnica, factor a considerar para unos novatos como nosotros. La otra vía de ascensión es la que se hace desde el Refugio de Meiralles y tiene algún tramo que sí resulta complicado, como es el paso por la popular chimenea del Canigó.
El principio de la ascensión lo situamos en Prada de Conflent. Desde allí, la vista del Canigó impresiona. No sólo del pico, sino del macizo en global. Y pensar que desde Prada de Conflent hasta a cima nos quedaban más de 2.400 metros de desnivel... pues la verdad que intimida. La previsión del día es subir en BTT desde los 350 metros hasta los 2150 del Chalet de Cortalets, en aproximadamente 30 kilómetros (desnivel medio aproximado de 6%) y una vez allí dejar las bicis y cambiar las botas con calas por botas de trekking más cómodas para poder subir hasta la pedregosa cima del Canigó, a 2784 metros. Para ello, claro, hay que subir con las mochilas y un peso adicional que sin duda se nota con el paso de los kilómetros.
Desde Prada tomamos la carretera dirección a Villerach. La ascensión se hace en todo momento por una pista muy ancha que no tiene ninguna dificultad. Incluso los primeros 10 kilómetros son sobre asfalto y con un perfil básicamente llano, por lo que el desnivel se concentra en los últimos 20. Durante la ascensión vamos encontrando diferentes refugios, como el Refugi de Mas Malet (a 850 metros de altitud, y a los 15 kilometros de ascensión) y el Refuge La Mouline (a 1180 metros, cuando llevamos 20 kilometros). Especialmente difícil resulta el tramo inmediatamente posterior a este último refugio. En el lado positivo destacar que las zonas con mayor pendiente estan parcialmente asfaltadas. Uno no sabe si alegrarse o no cuando llega el familiar asfalto, porque eso significa dureza… Otro factor positivo es que la ascensión, al realizarse en la vertiente norte, se realiza en medio de un bosque que nos protege del sol de primeros de agosto. También hay que destacar que en el principio de la ascensión tenemos unos desfiladeros espectaculares (Las Gorges de la Fou), que, a juzgar por el número de barranquistas que vimos, debe ser un paraíso para los amantes de los descensos de barrancos. ¿Quizás una nueva etapa de nuestro periplo multideportista?
Al coronar el Coll de Prat Cabrera, a 1739 metros el paisaje cambia y adivinamos la cima del Canigó y lo que nos falta hasta llegar a Cortalets. Poco a poco la pista va empeorando. Sigue siendo muy ancha, pero las piedras dificultan mantener un ritmo constante. Por otra parte, debemos concentrarnos en la ruta para obtener siempre la mejor trazada, y eso nos impide disfrutar plenamente del paisaje que se va abriendo a nuestra derecha.
Así llegamos al Coll de Cortalets, una amplia explanada donde confluyen como mínimo cuatro pistas. A la izquierda, con una barrera, está señalizado a 800 metros el Refugio (donde nos dirigimos, aunque resultaran ser casi dos kilometros), más a la derecha está la pista por la que bajaremos y que lleva a Taurinyà. Luego otra pista más estrecha y por fin la que nosotros hemos seguido. Una vez en el Chalet de Cortalets, hay que beber algo, cambiarse el calzado y atar las bicicletas con una cadena.
El Chalet de Cortalets fue inaugurado el año 1899, y se trata de un edificio de grandes dimensiones, con capacidad para 111 personas, guardado y abierto del 15 de junio al 30 de Septiembre. Su explotación corre a cargo del Centre Alpí Frances de Prada-Canigó. No fueron demasiado amables, pero entiendo que no guarden las bicis ni se les pueda dejar unas bolsas a su cargo. Si todos hiciéramos lo mismo, en lugar de bar-restaurante sería una guardarropía…
Tuvimos la suerte de que el día que elegimos para subir al Canigó se celebraba una randonée desde Vernet les Bains, por lo que toda la ascensión estaba perfectamente señalizada. Se trata de 5 kilometros a un desnivel medio del 12,7%. A pesar del tramo subido en BTT, en el grupo estamos muy enteros y subimos a buen ritmo, andando rapidito y recortando algunas curvas, pero de subida no es posible correr…
La llegada a la cima del Canigó, pues la verdad es que fue muy emocionante. El día, espectacular, permitía una vista excepcional. Apenas un poco de aire, qué menos a 2784 metros. Arriba, vale la pena disfrutar del momento, pararse a haceruna fotos, indagar la identidad de todas las cimas vecinas (gracias a la tabla de orientación existente) y echar unas risas. La bajada a pie hasta Cortalets la hacemos andando rápido, corriendo a tramos… y sprintando al final. La recompensa ya la habíamos obtenido llegando arriba, pero el puntillo competitivo ahí estaba.
La bajada por la pista de Taurinyà es realmente infame. El estado de la pista es terrible y no podemos coger velocidad, so pena de asumir grandes riesgos. Suponíamos que la pista de Taurinyà sería una manera de bajar más rápido, pero no fue así. Un consejo para aquellos que os animéis a hacer esta salida: regresar por el mismo sitio que subisteis. A la llegada al asfalto aprovechamos para apretar un poquito y pasamos a toda velocidad por la abadia de San Miquel de Cuixà, una de las joyas del románico catalán. Habrá que volver en otra ocasión para visitarla como se debe.
Al llegar a Prada de nuevo y observar la cima del Canigó parece mentira que sólo unas pocas horas entes estuviéramos ahí arriba, 2.500 metros por encima. Alucinante. Finalmente, contando paradas nos salen unas 9 horas.
Y el ánimo a tope para, de una vez, hacer el Duatló d’Alta Muntanya de Catalunya que se disputa a mediados de Octubre desde Queralbs, en la zona de Nuria, y que incluye la subida al Puigmal, a más de 2900 metros.