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sábado, diciembre 19, 2009
Malbun, el castillo del príncipe, el túnel y la estación de esquí.
(Publicado en el número 33 de la revista Pedalier, fotografías Sergi Ros)
Un país diminuto con 160 km2 de superficie y 35.000 habitantes. Eso es Liechtenstein, un país históricamente dependiente de Austria pero desde 1936 mucho más próximo políticamente a Suiza, hasta el punto que la moneda oficial del país es el franco suizo. Son los dos países con los que limita este pequeño principado.
En el viaje que hicimos al sur de Alemania tuvimos la oportunidad de acercarnos a Liechtenstein, atraídos porque habíamos leído referencias de la subida a Malbun desde la capital, Vaduz y también atraídos por completar de un plumazo todas las subidas importantes de Liechtenstein. Malbun (a 1.604 metros) es la estación de esquí de este pequeño país. Ofrece la posibilidad de subir un desnivel de 1.141 metros en 14 kilómetros, empezando en Schaan (450 m.) Significa un porcentaje medio del 8,1%, superior al de Alpe d’Huez, que sube el mismo desnivel en 16 kilometros.
Resulta curioso que al otro lado del valle exista otra subida a la que se otorga el mismo nombe, pero en este caso en Suiza, empezando en la localidad de Buchs. Vale la pena tenerlo en cuenta y no confundirnos. También conocida como Buchser Berg, se trata de una subida muy dura de 10,4 km al 9,2% y es perfectamente posible hacer una tras otra.
Ni siquiera a principios de Julio, el tiempo en Europa nos asegura un poquito de sol. El día que decidimos subir a conocer la subida a Malbun el tiempo no auguraba nada bueno, pero cuando uno está a 1.200 kilómetros de casa, no sabe nunca si va a regresar. O sea que había que arriesgarse a un buen remojón. Y la verdad es que, a pesar de todo, valió la pena.
La localización de la subida a Malbun no es difícil, siempre que sepas que la dirección a seguir es la del Castillo donde reside el Príncipe de Liechtenstein. O sea que las indicaciones en Vaduz hacia Malbun son nulas y, sin embargo, las indicaciones hacia el castillo (Schloss) son numerosas, es imposible extraviarse. Si esta carretera está cerrada, para subir a Malbun será necesario utilizar una de las dos carreteras alternativas, una en la salida de Vaduz dirección Coire, o la otra desde Triesen.
El Castillo es muy visible desde abajo y se alcanza apenas en tres kilómetros, tras un par de curvas con adoquines “a lo San Gottardo“ (qué ganas le tengo a éste!). El día era horrible. Poco después de pasar por el castillo empieza una zona de tupido bosque, que por lo menos impide que me moje mucho. Por un lado pensaba que que me iba a perder las vistas del castillo desde arriba, que al parecer son preciosas. Por otra parte, tenía la esperanza de que al subir bastante arriba, pudiera atravesar las nubes y que en lo más alto pudiera lucir el sol y así tener una buena vista del mar de nubes y quizás del valle.
Es día laborable y estoy sólo en la carretera. Durante un momento me asusto y pienso que esos carteles en alemán deben significar que está prohibido el paso. De pronto, a mitad de subida, me encuentro con un largo túnel practicamente en llano y al final del mismo veo otro ciclista y a Sergi esperandome para hacer las fotos. Eso me deja más tranquilo, cuando ya me imaginaba en el cuartelillo de la Polizei, perdiendo el vuelo de vuelta. El túnel es espectacular, perfectamente forrado e impermeabilizado. Al atravesarlo pensaba en el viejo túnel de Viella que he atravesado tantas veces en marcha de La Bonaigua y que ahora, por fin, con la apertura del nuevo túnel ya no tendremos que atravesar más. Húmedo y claustrofóbico túnel que nada tiene que ver con éste. Como suele ocurrir a la salida del túnel y el consiguiente cambio de vertiente, el tiempo mejora ostensiblemente (bueno, mejora o empeora, pero pocas veces sales como cuando entraste). Por fin me desprendo del chubasquero y me empiezo a sentir más cómodo. A menos de un kilómetro de la salida del tunel entramos en Steg (1300m), el último pueblo antes de la estación de Malbun.
Como sospechaba la visibilidad es casi nula, ni rastro del castillo desde arriba y unicamente cuando atravesamos una importante niebla empieza a verse algo del Valle del Rin, así como las construcciones típicas austríacas y suizas. Pienso que las vistas son preciosas, pero no me quiero imaginar esto un día soleado. Debe ser espectacular. La carretera es ancha y perfectamente señalizada, pero hay numerosos desvíos que dirigen a los caseríos en mitad de la montaña. Uno de ellos anuncia un espectacular 24% junto a casa singular. La carretera no deja de ofrecer alicientes, naturales y artificiales.
Finalmente, llegamos a la estación de esquí en un momento que aparece ante nosotros un grandioso anfiteatro alpino donde hay una estación de esquí con dos telesillas y cuatro telesquíes, que dan acceso a 21 kilómetros de pistas poco complicadas. En verano, la extensa red de caminos para excursiones de montaña alrededor de Malbun nos lleva a una naturaleza idílica casi virgen. Gracias a su topografía, es un auténtico paraíso para ciclistas de montaña con un sinnúmero de single trails y caminos técnicamente difíciles.
Una subida diferente, con personalidad propia y con muchos alicientes. Pero si tengo la más mínima posibilidad de volver, lo haré. Tengo la certeza de que las nubes me quitaron algo grandioso.