Páginas

martes, junio 21, 2011

Córcega: belleza, mar y montaña

Publicado en el n.43 de la revista pedalier



El encuentro anual del reto BIG se celebró este año en Córcega. Nada menos que 10 subidas de la superlista de 1000, se hallan en la isla francesa. Una magnífica excusa para conocer un poco más este continente en miniatura dentro del Mediterráneo.

Para alguien que no había estado nunca en Córcega como yo, la isla era poco más que otra isla mediterránea, donde nació Napoleón. La isla de los independentistas corsos que se las tienen que ver con el supercentralista estado francés. Donde además del francés se habla el corso, con la consiguiente doble rotulación de las señales de tráfico (no nos costará adivinar que Bocca significa puerto). Es el único departamento francés que nunca ha visitado el Tour de Francia. Quizás una pista de que este agravio histórico pronto se subsanará fue la disputa del Criterium Internacional de este año en tierras corsas, concretamente alrededor de Porto Vecchio.

Una vez he vuelto de ahí, siento que me he enamorado de esta isla. Me ha conquistado el respeto al medio ambiente que demuestran en la isla, en contraposición a la sobreexplotación turística a la que estamos tan acostumbrados. Fomenta un turismo basado no solamente en el sol y playa, sino sobre todo en el deporte de aventura, es un paraíso para ciclistas, barranquistas, escaladores, buceadores, navegantes, moteros... Precisamente durante nuestra estancia se estaba disputando el “Corsica Raid Adventure”, una competición multideportiva que incluye la mayoría de esas especialidades. La escasa oferta hotelera existente supone unos precios elevados, más de lo que estamos acostumbrados a pagar. Algún peaje hay que pagar para disfrutar de tanta belleza natural.

Hay que decir que para ir a Córcega desde España, realmente hay que proponérselo. No lo ponen fácil. Para ir a la vecina Cerdeña no hay ningún problema, vuelos de bajo coste, paquetes en las mayoristas, ofertas en los tan de moda grupos de descuentos en internet. Excepto en julio y agosto, nada de eso ocurre con Córcega. Posiblemente sea parte de su estrategia y de su éxito. En mi caso, después de analizar todas las posibilidades (incluído el ferry Barcelona-Porto Torres, en Cerdeña), me decidí por el ferry Toulon-Bastia. Toulon está a poco más de 5 horas de Barcelona en coche y embarcar el coche en el ferry te ahorra alquilar el coche allí. Sólo que no fue mi caso, ya que no compré el billete con antelación y me presenté en el puerto de Toulon con las manos vacías esperando que pudiera viajar sin problemas. Viajar sí que viajé, y mi bicicleta también, pero mi coche no.... Y viajé sin camarote, ya no quedaban. Con lo que la noche se convirtió en una aventura. ¿Cuántos años hacía que no dormía en el suelo?

Después de ese viaje un poco ajetreado, por fin estaba en la isla. Llegar a Córcega cuando empieza el día, mirando la isla desde la cubierta del barco es una imagen mágica de las que cuesta borrar de la memoria. La cercana isla de Elba, recortada contra el horizonte, completa esa visión. Esto empieza bien, lástima que las prisas empiezan inmediatamente después de bajar del ferry, en busca de los colegas del BIG, el coche de alquiler (con un chico belga que llegó algo despistado) y el primer puerto del día.

Día 1 Col de Serra di Pigno, Col de Serra y Bocca di Battaglia.
El primer día estaba programado hacer una ruta por el Cap Corse, la península que desde Bastia se extiende hacia el norte. La primera subida que hicimos fue Serra di Pigno, la típica subida BIG que desde la cima de un puerto busca una carretera estrecha que sube hasta la antena de turno con porcentajes a menudo superiores al 10%. Las vistas desde la cima sobre el sur de Bastia y el etang de Biguglia son surrealistas.
Una vez de vuelta a Bastia nos dirigimos a Macinaggio para subir un fácil Col de Serra, en la punta norte de la isla, que además subimos por la vertiente equivocada, puesto que las vistas de la vertiente oeste son espectaculares, como intuímos al hacernos las fotos en la cima.
Y ya nos dirigimos a la última ascensión del día, sin duda la más dura: Bocca di Battaglia. Desde Belgodere las cosas ya se ponen complicadas por una carretera todavía más solitaria de lo habitual en la isla. Cinco kilómetros a casi un 10% de media es el remate de la jornada.
Todavía no estaba todo hecho, puesto que desde la base de Bocca di Battaglia debíamos hacer un lento traslado en coche (las continuas curvas de la carreteras no permiten ir rápido) de más de 50 kilómetros, hacia un solitario albergue donde descansaríamos esa primera noche. Del viaje no os puedo contar demasiado porque Patrick, el amigo belga con el que comparto coche, se pone al volante y yo tardo pocos segundos en caer dormido después de la noche por los suelos y las tres subidas del día...

Día 2 Col de Lava y Col de Vergio.
Después de dormir cerca de Calvi no salimos con la bicicleta sino que cogimos los coches hacia Porto, por una carretera panorámica que nos descubrió todos los acantilados de la costa occidental de Córcega. Una maravilla. Una vez en Porto íbamos a hacer dos ascensiones, ambas espectaculares. En primer lugar la subida a Col de Lava, un poco más allá de Piana, justo una carretera espectacular donde se observan Les Calanches, unas formaciones rocosas de piedra rojiza de formas muy singulares que son consideradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En esta carretera es el único punto dende observamos gran cantidad de turistas y de autocares, que simplemente no pueden pasar en las dos direcciones por una carretera tan estrecha. Menos mal que con la bici nos ahorramos los atascos pasando justo entre el autocar atascado y el borde del precipicio.
Tras bajar y volver a Porto (y después del único pinchazo del viaje), en segundo lugar debíamos subir desde Porto a Col de Vergio en una subida interminable que en el libro de ruta nos aparecía con 38 kilómetros que finalmente se quedaron en 32. Corona a 1.497 metros, y se trata de la carretera asfaltada más alta de la isla. El principio de la carretera coincide por Les Gorges de Spelunca, otro destino interesante en sí mismo.
Destacar la impresionante estatua de Cristo Rey que hay en la cima de Col de Vergio, aunque la lluvia no nos permite disfrutar en exceso del momento.
Bajamos rápidamente pues hacia el centro de la isla en dirección a Ponte Leccia y Corte, para dormir en Calacuccia. Ahí cerca se sitúa Lozzi y su refugio, uno de los principales puntos de partida de los excursionistas que quieren coronar el pico más alto de la isla, el Monte Cintu, con nada menos de 2.710 metros de altitud.
En esta segunda etapa ya coincido en muchos momentos con el grupo italiano, los más fuertes y los más competitivos, más acordes con mi visión ciclodeportiva de la bici y un poco más distantes del cicloturismo puro que practica la mayoría de asistentes al encuentro BIG. Qué grandes momentos pasamos con Mauro, Domenico y Luciano.

Día 3 Haut Asco, Col de Prato y Bergeries de Grotelle.
Hoy se presentaba un verdadero reto hacer más de 130 kilómetros y subir más de 3.000 metros de desnivel, especialmente después de dos días de 90 kilómetros, con bastante desnivel acumulado. La primera subida del día es la de Haut Asco, una estación de esquí (Campo di Neve). Los primeros kilómetros se hacen junto al río Asco y llegados al pueblo del mismo nombre nos quedan aún 15 kilómetros, para totalizar 35 kilómetros de subida. De nuevo, como ayer, una subida de más de dos horas de agonía, ¡genial!
Tras coronar junto al grupo italiano y las fotos de rigor nos regalamos un bollo y una Coca Cola y rápido para abajo que el día no permite demasiadas alegrías si queremos hacer todo lo previsto. Volvemos a Ponte Leccia y subimos el asequible Col de Prato (17 kilómetros a una media del 4,4%) con unas vistas preciosas.
Nos queda subir Bergeries de Grotelle. Hemos ido durante el día del puerto más largo al puerto más corto. Sólo queda llegar a la ciudad universitaria de Corte (también uno de los principales reductos del nacionalismo corso) y localizar la subida a Grotelle. Dura desde el principio, pero especialmente un tramo de dos kilómetros, uno entero al 10% de media y el siguiente al 12% también de media. El 34x27 se me hace muy justo con los kilómetros que llevo en las piernas pero ya no vale lamentarse, hay que coronar como sea.
A mí personalmente Grotelle me recuerda a la subida al Llac de Sant Maurici, incluso las agujas montañosas que se ven en la cima pueden recordar als Encantats, visibles desde el lago catalán (o igual recuerdan más a Montserrat?).
Después de un inicio de temporada sin demasiados kilómetros, el reto de completar esta etapa estaba conseguido, por lo que sumar los 10 BIGs de la isla en estos 4 días estaba ya al alcance de la mano.
El día se completa con un largo traslado en coche de 63 km. a Ghisonaccia, ya en la costa oriental de la isla, más llana y con playas más convencionales y turísticas. Sin embargo llegamos sin demasiado tiempo para acercarnos a la playa y en cambio preferimos sentarnos en una pizzería a reponer fuerzas, resignados a pagar 40 Euros por la cena, como iba a ser costumbre.

Día 4 Col de Bavella y Col de Verde.
El día de la despedida tocaba una de las subidas más duras de la isla. Las previsiones meteorológicas habían advertido que el domingo (el cuarto día) iba a llover. El día amanece soleado y no lo pensamos más. Aplicamos una de las máximas de los encuentros BIG: si puedes elegir, el puerto más duro y más largo súbelo el primero. Vamos para allá, siempre contra reloj, porque al mirar a la montaña ya podíamos imaginar que la previsiones se iban a cumplir.
El Col de Bavella es otro coloso sin nada que envidiar a famosos puertos alpinos o pirenaicos, con unos últimos ocho kilómetros que salvan un desnivel de 680 metros, lo que significa un 8,5%, con kilómetros enteros por encima de los dos dígitos.
Tras coronar y bajar Bavella vamos en coche hasta Ghisoni para intentar conquistar Col de Verde, el último puerto de la isla que falta conquistar, que son 17 kilómetros a una media del 3,7%. El día va empeorando por minutos y cuando llevamos unos 10 kilómetros empieza a llover. La lluvia, cada vez más fuerte, no nos dejará de acompañar hasta el final de la subida. Imaginaros si llovía que no me atreví a sacar el Iphone para hacerme la foto junto al cartel de puerto. Sin la foto parece que no hayas subido el puerto, pero tenía testigos (¡los italianos!) y le tengo mucho apego a mi iphone!

Tras regresar a Ghisoni absolutamente empapados, nos cambiamos en los coches y echamos las últimas risas antes de regresar en coche hacia Bastia, donde a las 21,00 salía el ferry de vuelta hacia Toulon. Ale, sin pasar por la ducha, y también sin camarote, como a la ida.

Han sido cuatro días intensos sin tiempo material para saborear todo lo que ha ido ocurriendo. Han servido para conquistar las cimas asfaltadas más altas de Córcega, pero también había que disfrutar de la presencia de los amigos del BIG a los que sólo veo una vez al año: Helmuth, François, Mauro, Jurgen... Ha sido una rápida visita por la isla en la que ni siquiera visitamos destinos como Ajaccio o Bonifacio. Prácticamente todo el sur de la isla ha quedado por descubrir.

O sea que mientras estoy en el ferry de regreso ya estoy pensando que tengo que volver. Quizás a hacer barrancos (que ya me están enganchando) o igual a hacer una de las vías ferratas más bellas de Europa (como se autoproclamaba en un anuncio una via ferrata cerca de Solenzara), o quizás a hacer el famoso GR 20, un sendero de gran recorrido que atraviesa la isla y que es todo un clásico...

Para rematar la faena, y una vez en tierra firme, ya que estaba en Toulon, me propuse subir el Mont Faron, otra subida BIG que tenía pendiente. ¿Se os ocurre algo mejor que hacer cuando el ferry te deja un lunes a las 7,00 de la mañana en Toulon?