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miércoles, febrero 06, 2013

Isla de La Palma, una escapada inolvidable.


(Foto: Angel Morales)

(Artículo publicado en el n. 54 de la revista Pedalier)

Enero gélido. Nieva en la península. Frío intenso. Poca bici, sólo montaña.
Surge la posibilidad de huir de todo eso. Una escapada al paraíso. Sol, buena temperatura, mar, costa, olas, vacaciones. Retomar la bicicleta en coulotte corto.
Y además, la posibilidad de asumir retos inimaginables a estas alturas del año en la península. Pensar en subir la carretera más alta de los Pirineos en el mes de Enero es misión imposible. Y sin embargo, subir a la misma altitud, más de 2.400 metros, es posible en la isla de La Palma, sólo que subir al Roque de los Muchachos se puede convertir además en una de las mejores experiencias sobre la bici que hayáis vivido nunca. Y observar desde arriba, junto al observatorio astronómico, el mar de nubes encerrado en un cráter de diez kilómetros de diámetro que es la Caldera de Taburiente.

Todo eso lo tenemos a poco más de tres horas de vuelo de Barcelona o el País Vasco. No lo ponen fácil las líneas aéreas, no. Desde Barcelona o Bilbao hay que volar haciendo escala en Tenerife Norte, y de ahí al pequeño aeropuerto de Santa Cruz de la Palma.

Sin embargo, una vez allá uno se olvida de todo y se abre un mundo de posibilidades. Otras islas Canarias han encontrado su identidad turístico-deportiva, Fuerteventura con el surf, Lanzarote con los triatletas de larga distancia, y La Palma se ha especializado en un turismo que huye de la masificación, más vinculado con la naturaleza, el senderismo, las excursiones, las salidas en BTT, mucho más que de la bici de carretera.

En La Palma, igual que en el resto de las Islas Canarias, uno percibe desde que aterriza la calidez del trato de la gente, uno siente que la velocidad de la vida de ralentiza, parece que el tiempo adquiere otra dimensión y de repente uno aparca la prisa y puede detenerse en un mirador a respirar hondo y mirar el mar o charlar con un desconocido en una mesa próxima en un bar. Uno también aprende cosas de estas lejanas islas Canarias y descubre lo que es una arepería y se da cuenta de la estrecha relación entre las Islas Canarias y Venezuela.

El Roque de los Muchachos es, sin duda, para nosotros los cicloturistas, la estrella de todo esto, para qué nos vamos a engañar. Pero no es lo único que debemos visitar sobre la bici. Allí no encontraremos zonas fáciles donde rodar, esto lo podéis encontrar en otras islas u otras zonas, pero sí encontraremos verdaderos retos deportivos, como las subidas al Refugiodel Pilar (subida que corona a 1.450 metros, siempre desde el nivel del mar) o al mirador de La Cumbrecita (otro reto ciclista de primera magnitud, desde donde observar parcialmente la Caldera de Taburiente). Otra zona espectacular para descubrir sobre la bici, esta vez más sencilla, es la carretera que baja desde El Paso (en el centro de la isla, al pie de la subida a La Cumbrecita) hacia el Sur, hacia Fuencaliente, en una cornisa, una carretera panorámica preciosa a 700 metros de altitud desde la que diversos miradores se asoman al océano. Una vez en Fuencaliente, y vistas sus salinas y su faro, la carretera continúa hacia la capital esta vez ya dirección norte, mientras a la derecha podremos, con suerte, a lo lejos, ver la silueta del Teide en Tenerife.

La isla de La Palma es mucho más que la subida al Roque y la ruta de la crestería; no os podéis perder muchas otras cosas. Sería imperdonable no hacer  la ruta de los volcanes, el GR 131 que precisamente pasa por el Refugio del Pilar (a pie, eso sí, en bicicleta de montaña está estrictamente prohibido), o también sería imperdonable dejar de visitar el cráter del Volcán de San Antonio (el mayor cráter de la isla, cuyas aristas se pueden recorrer por un sendero señalizado) y su vecino Teneguía, el volcán que estuvo activo hace poco más de 40 años, en el año 1971, y que supuso que la isla ganara un amplio territorio al mar, formando un delta de lava. Sería imperdonable no subir al mirador de La Cumbrecita y desde ahí acercarse caminando al Pico Bejenado (1854 metros) en una magnífica excursión para adentrarse en la Caldera. Aunque la puerta de entrada más habitual a la Caldera de Taburiente es el Barranco de las Angustias, por su sector suroeste, desde Los Llanos de Aridane. De hecho ese barranco es la única abertura y el colector natural por el que desagua toda la caldera. De ahí los avisos a excursionistas en días de lluvia en ese barranco, que han provocado accidentes de fatales consecuencias.

El desarrollo turístico de La Palma no ha sido tan invasivo como en otras islas. La costa, afortunadamente, no está plagada de macrohoteles que escondan la verdadera belleza de la isla. La oferta turística se concentra en Los Cancajos, muy cerca de Santa Cruz de la Palma, justo entre la capital y el aeropuerto. Allí en Los Cancajos se halla el Hotel las Olas, espléndido hotel donde pudimos disfrutar de amplias habitaciones, generosos buffets y precios reducidos. Espacio para guardar las bicis e incluso algún lugar próximo para alquilarla si no queréis volar con ella.

Y todo lo que he dicho hasta ahora no incluye la subida al Roque de los Muchachos, eso os lo explican Rubén y Angel. Yo sólo avanzo que pedalear ahí arriba por encima de las nubes ha sido lo más cerca del cielo ciclista que he estado nunca. Así que no lo dudéis, si tenéis la oportunidad de escaparos a la Isla de La Palma, hacedlo. Sea con la grupeta de amigos, sea con la familia o sólo con la pareja. Allí os esperan todo el año con su buen clima, su ritmo de vida pausado y su voluntad de ser los mejores anfitriones. La Isla de la Palma es una experiencia que nunca olvidaréis.