La Galicia profunda
(Artículo publicado en el número 12 de la revista Pedalier)
(Artículo publicado en el número 12 de la revista Pedalier)
Nuestra llegada a Galicia en plena crisis de incendios forestales coincidió con la llegada también de la lluvia. Por un momento imaginé un verano “solidario” echando una mano a apagar incendios, pero afortunadamente no hizo falta. “Nunca mais”, tampoco los incendios!!! En cualquier caso, entrando por la A-92 procedente del centro del país, la imagen era desoladora, con muchas zonas quemadas a la vista, aunque muchas de ellas debían ser de años anteriores, puesto que Orense y la parte sur de Lugo eran las zonas menos afectadas por los incendios de este año.
El lugar de destino de nuestras breves vacaciones era una pequeña aldea en el sur de la provincia de Lugo, por tanto alejados de la zona costera, más turística. Pero a nivel de montaña, la provincia de Lugo no tiene nada que envidiar a otras provincias españolas con mayor renombre. Subidas tremendas y para todos los gustos las que podemos encontrar en un radio relativamente corto.
Para empezar teníamos previsto un recorrido por la Sierra do Courel que tenía como final de fiesta las subidas al Alto do Boi (alto del Buey) y la subida desde San Clodio hasta A Moá. Las circunstancias climatológicas nos depararon un día muy gris y lluvioso que recomendaba no aventurarse demasiados kilómetros lejos del coche. Por lo que establecimos como base Quiroga, desde donde pudimos hacer un doble “sube baja” al Alto do Boi y A Moá , puesto que Quiroga está únicamente a dos kilómetros de San Clodio.
La subida al Alto do Boi no es especialmente dura, pero sí es espectacular, con una amplia visión de la subida en cada momento. Tras cada curva se nos ofrece un kilómetro más por delante. La bajada por el otro lado llevaría hasta Seoane do Courel, un pueblo típico en el fondo del valle, que finalmente pudimos visitar en la siguiente salida.
En la cima del Alto do Boi, a 1061 metros, se pueden observar los carteles hacia los Miradores Pia Paxaro y el propio Mirador del Alto do Boi, miradores que sin embargo nos quedamos con las ganas de visitar puesto que se accedía a ellos por pistas sin asfaltar. Tampoco era el mejor día para observar la panorámica espléndida que sin duda hay desde allí.
Desde Quiroga, únicamente a dos kilómetros llegamos a San Clodio y desde ahí se localiza con suma facilidad (gracias a los carteles) la subida al temido alto de A Moá, con unos números para echarse a temblar: 8 kilómetros justos al 9,06%. El problema, además, es que los tres primeros kilómetros de la subida estaban en obras (un cartel nos informa que la reforma se hace con fondos europeos y estará lista antes de final de año). En estos primeros kilómetros no existe el asfalto, si bien ya se puede apreciar la anchura que la carretera va a tener, muy diferente de la estrecha pista asfaltada con la que nos encontraremos a partir del kilómetro cuatro. La pendiente es muy sostenida y, aunque es una subida muy dura, permite mantener un ritmo constante.
La subida a A Moà tiene, además, otras dos posibles vertientes (por Castro Caldelas y por Pobra de Trives, como se puede observar en los carteles de la foto), por lo que también es posible incluirla en recorridos con otros puertos de la zona, Cabeza de Manzaneda, sin ir más lejos...
El segundo día teníamos previsto una ruta con principio y final en O Cebreiro, un pueblo que forma parte del Camino de Santiago francés y que como sabéis es la principal dificultad orográfica de los peregrinos. El principal objetivo de esta salida era subir al Alto do Couto, uno de los más duros de Galicia en general y Lugo en particular.
En los primeros kilómetros que hicimos en dirección a Samos y Sarria compartimos ruta con muchos peregrinos y personalmente me hizo plantearme la idea de hacer el Camino un año de estos, en lugar de dejarlo para más adelante. Parece que los ciclistas de carretera lo tenemos un poco desprestigiado, quizás por demasiado frecuentado y facilón. Siempre he pensado que es un viaje que puedo hacer con 60 años, pero, ¿por qué esperar? No sé si seré capaz de reflexionar lo suficiente y encontrarme a mí mismo, porque si no lo he hecho en las horas de soledad subiendo puertos, ¡ es posible que ya no lo consiga!
Tras salir de O Cebreiro, pasar por el Alto do Poio y casi alcanzar Samos, cogemos un desvío hacia la izquierda que nos lleva por una carretera que es un continuo rompepiernas: subidas muy duras se alternan con bajadas cuyas carreteras no permiten mucha velocidad: una trampa continua.
Una vez en Seoane do Courel nos toca enfrentarnos al coco del día, el Alto do Couto (8,5 km al 8,3% de media, con los tres primeros a una media del 10%), y la verdad es que no nos decepcionó. El triple plato echaba humo y, sobre todo el principio de la subida es realmente duro. Después de coger el desvió hacia Visuña parece que la subida mantiene unos porcentajes más humanos, para volver a endurecerse hacia el final de nuevo.
En el descenso del Alto do Couto (sin cartel indicativo del puerto, lástima!!) nos coge la lluvia y entre la pendiente tan pronunciada y el agua, las bicis prácticamente no frenan. Después de un par de buenos sustos decidimos dirigirnos de nuevo hacia O Cebreiro, por Mostad, Millares y Romeor. Por una carretera terriblemente dura, quizás por eso no figura ni en los mapas! La llegada a nuestro destino tras casi 100 kilómetros de ruta la celebramos como si hubiéramos llegado a Santiago. Y con el tiempo suficiente para departir con algunos peregrinos. Una forma de hacer el Camino es sin fijarse en las piedras y sí en las personas, ese sería mi Camino.
El último día nos deparó uno de los días más duros que recuerdo sobre la bicicleta. La previsión era acercarnos a O Barco de Valeorras y desde allí hacer un recorrido idéntico al que recorre la Marcha Cicloturista “Puertos del Bierzo” que este año se celebró el día 25 de Junio. Allí se incluyen las ascensiones al Sestil (también conocido como Peña Trevinca y también como Albergue Fonte da Cova) y al Morredero, final de etapa en la Vuelta de 2006. La única diferencia es que ellos salen de Ponferrada y nosotros lo haríamos de O Barco.
La subida a Peña Trevinca es una subida larga, con un desnivel de 1500 metros y más de 27 kilómetros de subida, por lo que se trata realmente de un gran puerto. También se le conoce como El Sestil, e incluso con Fonte da Cova, nombre del refugio que hay a aproximadamente un kilómetro de la cima, y, puesto que no había cartel de puerto arriba, lugar donde tuvimos que volver para hacernos la foto, añadiendo todavía algún kilómetro de subida a lo que ya de por sí nos esperaba.
El descenso hacia Quintanilla de Losada es al principio rapidísimo, con una carretera recién asfaltada que permitía coger más de 80 km/h. En Quintanilla se coge el desvío hacia Nogar y Corporales. El gusanillo en el estómago hacía aconsejable reponer fuerzas y teníamos claro que Nogar era el lugar adecuado para hacerlo. Sin embargo, se trata de un pueblo pintoresco como se puede apreciar en la foto, pero sin un solo bar donde dar un bocado. Lo peor es que saliendo de Nogar, una pintada en la carretera nos advierte de que los próximos 4 kilómetros suben al 8%, por lo que el gusanillo se iba convirtiendo en león.
Llegamos a Corporales con un amenazador cartel de “El Morredero 21 km”, que confirmaba la necesidad de comer algo inmediatamente. Finalmente, en Corporales había un bar, pero no había pan, por lo que tras el consejo de algunos lugareños tuvimos que subir un kilómetro realmente duro en una pista emporlanada hasta lo que ellos llaman “el hotel” y que no es sino la residencia y comedor de los trabajadores de la cantera que allí se ubica, que da trabajo a más de 90 personas. Allí nos atendieron la mar de bien y pudimos comer un más que digno menú con sopa, bistec y ensalada y así prepararnos para la segunda parte de la ruta, que se anunciaba temible.
Efectivamente, tras unos kilómetros de falso llano una nueva pintada en el suelo nos advierte de los que se avecina: 6,5 km al 9%!!!! No hacen falta comentarios. El sufrimiento se acumula y únicamente nos consuelan las palabras de otro habitante de Corporales que nos había comentado que los últimos 10 km hasta El Morredero ya no eran de subida, por el Llano de las Ovejas. Sin esa información, posiblemente en algún momento hubiera desistido, por mucho que mi altímetro me informaba que ya no podía subir mucho más! Efectivamente, una vez coronado esa terrible zona llaneamos hasta el alto de Los Portillinos, a 1957 metros. Unos kilómetros más adelante pasamos por el cartel del Morredero, ya a una altura ligeramente inferior: 1762 metros.
Antes de llegar a Los Portillinos, la vista es sencillamente espectacular. La pendiente nula permite recrearse en la vista sin que el sufrimiento interrumpa los sentidos. Aquello podría haber sido el corazón de los Alpes!
El descenso hasta Ponferrada es muy rápido y permite la discusión de qué vertiente es la más dura. Y el resultado seguramente es que la más dura es la vertiente de Ponferrada, por la que subió la Vuelta este año. Lo que para ellos no fue una subida excesivamente dura, sin duda lo sería para nosotros.
Una vez llegados a Ponferrada no estaba todo hecho, aún quedaba volver a O Barco de Valdeorras, tras más de 40 kilómetros supuestamente llanos… En fin, un día de más de 8 horas encima de la bicicleta y una velocidad media que apenas llegó a los 20 km/hora. Una media que se obtiene sólo en salidas de bicicleta de montaña.
Esta es sólo una pequeña muestra de lo que podéis hacer si vais a Lugo u Orense, pero han quedado muchas cosas en el tintero: Los Ancares, Cabeza de Manzaneda, incluso Portela de Homem, en la frontera con Portugal. Y si queréis un poco de tranquilidad y llano por la zona, lo siento pero tengo malas noticias…
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