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viernes, julio 05, 2013

Escapada relámpago a los Alpes

 Siempre intento descubrir carreteras nuevas, puertos nuevos, experiencias diferentes.
Pero también hay sitios clásicos, hay lugares que merecen ser revisitados, redescubiertos, volver a saborearlos. Esos lugares nos suenan a todos: Tourmalet, Galibier, Ventoux… En esta ocasión se trataba de volver a visitar el Gigante de la Provenza, el Ventoux. ¿La excusa? Acompañar a un gran amigo, compañero de cientos de aventuras y batallas, con un curriculum intachable, pero con un borrón, le faltaba el Ventoux!!!!

O sea que para acercarse al Ventoux no hace falta unas grandes y largas vacaciones planificadas. Hace falta un fin de semana, eso es todo!

El fin de semana elegido fue el de San Juan, tres días para poder apurarlos al máximo e intentar subir el máximo de cosas posibles. Las ideas se iban acumulando: yo quería subir Mont Colombis y el Granon, Javi quería subir Izoard, al hablar de Izoard apareció por primera vez la posibilidad de subir el Agnello. Una cosa era cierta: no nos íbamos a aburrir!

La primera etapa estaba clara. Había subido el Ventoux en tres ocasiones y en dos de ellas había hecho Bedoin-Ventoux-Chalet Reynard-Sault-Gorges de la Nesque-Bedoin. Un recorrido precioso, espectacular, rápido, variado. No se puede pedir más. La tercera vez lo que hice fue Malaucene-Bedoin-Ventoux-Malaucene. Muy bien, tenía ganas de conocer la última vertiente del Ventoux, una etapa un poco más corta. Pero esta vez volvía al recorrido original por les Gorges de la Nesque.

De nuevo (igual que las 3 veces anteriores) el día nos acompañó. Precioso, soleado, no demasiado caluroso, y el poco aire que hacía nos daba por la espalda. No se puede pedir más. O sí. El día animaba a subir el Ventoux, habitual lugar de peregrinaje de los cicloturistas de toda Francia y toda Europa. Pero es que además, ese día 22 de Junio de 2013 se celebraba una marcha cicloturista, La Cannibale, en la que 2500 cicloturistas belgas (sí, casi todos belgas) debían subir el Ventoux el máximo de veces posible por cualquiera de sus tres vertientes. Os podéis imaginar el tráfico de ciclistas toda la mañana!

El principal incidente que tuvimos fue la rotura del cuadro de Ricardo. Increíble ver un cuadro partido por tres sitios… El bajaba despacio hacia Bedoin para intentar repararlo mientras nosotros cumplíamos el plan previsto mientras estábamos en contacto con él via whatsapp. Les Gorges de la Nesque volvieron a sorprenderme y a admirarme, como cada vez que las pedaleo. Fantástico. Debíamos llegar pronto a Briançon para escalar por la tarde Pre Madame Carle, una subida muy especial perteneciente al reto BIG, con unas vistas impresionantes sobre la Barre des Ecrins y sobre el Glacier Blanc.

Pero teníamos a Ricardo con el cuadro roto en Bedoin… Lo que yo hubiera solucionado comprando un cuadro nuevo y buscando un mecánico para montar los componentes de forma urgente él lo solucionó con una bayeta, loctite y limpiacristales. Literalmente. Hay que decir que él trabaja con la fibra de carbono y conoce cómo trabajarla, pero para mi es una especie de milagro intentar pegar el cuadro y luego pretender que resista la fuerza del pedaleo en subida y las velocidades que cogemos en bajada. Insisto, un milagro. El hecho es que cuando llegamos a Bedoin él ya había hecho el trabajo y había hecho algunos kilómetros para probar el cuadro reparado. Podíamos salir puntualmente para afrontar la segunda subida del día, en las proximidades de Briançon.


Iniciamos la subida en Vallouise, un poco más arriba de lo que teníamos previsto. Desde ahí seran 13 km de ascensión a un desnivel medio del 4,78%, pasando por las localidades de Pelvoux y Ailefroide. Los kilómetros están perfectamente señalizados con el desnivel medio que nos espera y la distancia que falta. Coronamos ya con el sol poniéndose y con unas montañas impresionantes que a esas horas que estamos dejan la carretera ya en penumbra. A todo esto el cuadro de Ricardo ha resistido perfectamente las primeras embestidas.
Al día siguiente, tras analizar varias posibilidades, nos decidimos por subir Agnello e Izoard. Eso significaba un traslado en coche hasta Chateau Queyras, desde donde iniciar la subida al Agnello (con sus 2.744 metros, uno de los colosos más altos de los Alpes), una vez coronado volver sobre nuestros pasos, e iniciar la subida al Izoard por la Casse Deserte, como Javi pretendía.

Está bien, digámoslo claro, Agnello por Francia no es lo mismo que por Italia. La vertiente italiana es uno de los puertos más duros de los Alpes, baste decir que incluye en su tramo central 8 km al 10%, dentro de una longitud total de 25 km. Por Francia, como digo, es un poco más asequible, pero sobre todo hay que decir que es realmente precioso, muy panorámico. Además en este año 2013 tan frío y lluvioso, los últimos kilómetros estaban llenos de nieve en los costados de la carretera, lo que añadió una belleza especial al final. Descenso rápido hasta donde tenemos los coches que es justo en el desvío donde se inicia Izoard. Desde allí seran 14 km a un desnivel medio del 6,4%, que tampoco está nada mal. Un puerto clásico de los Alpes y del Tour en concreto.

Lo más característico del Izoard es su paso por la Casse Deserte , escenario de las míticas imágenes de Bartali con el paisaje lunar de fondo. Un escenario característico también de las hazañas de Louison Bobet, que dijo que por la Casse Deserte los campeones debían pasar solos.


El año 2004 en que estuvimos en los Alpes pasamos rápidamente por el monumento dedicado a Coppi y a Bobet, sin detenernos. Dos pequeñas imágenes recuerdan las gestas de estos dos ciclistas. Después de haber estado el día anterior en el monumento a Tom Simpson, hoy (¿sólo han pasado 24 horas?) visitábamos otro santuario de la historia del ciclismo, otro lugar de peregrinaje. Fotos obligadas en esa zona y continuamos para completar los dos duros kilómetros que faltan para llegar a la cima. Una vez allí, estuvimos un buen rato comprando recuerdos en la tienda de souvenirs, donde su dueño,un francés que hablaba perfectamente español, nos contó muchas cosas interesantes, entre ellas que el Museo de ciclismo que está en la cima (y que vimos anunciado durante la subida), junto a la tienda de souvenirs, está cerrado desde hace 4 años por problemas legales y nos sugiere que no será fácil que abra de nuevo. Lástima.

La mayoría del grupo bajará directamente hacia Briançon y en concreto Saint Chaffrey (donde tenemos el hotel), mientras Ricardo y yo bajamos hacia el coche por la misma vertiente que hemos subido. Ahí en esa bajada compruebo dos cosas: que Ricardo confía plenamente en su bici y que la lanza al máximo de velocidad sin ningún tipo de miramiento, y, en segundo lugar, que efectivamente, el cuadro responde y aguanta todo lo que Ricardo le echa. Impresionante. Sigo sin salir de mi asombro.

En la etapa que habíamos dibujado estaba también la subida a Sommet Bucher (perteneciente al BIG), pero con dos superpuertos, ya nos damos por satisfechos y dejamos esta subida para otra excursión.

Cena tempranera en la pizzería próxima al hotel mientras acabamos de definir los planes para el día siguiente. Lo único claro es que estamos al pie de Granon, uno de los objetivos del viaje, y que lo haremos ni bien terminemos el desayuno. Luego, el segundo posible objetivo del día era Mont Colombis, una subida durísima cercana a Gap por la que pasamos cada vez que vamos o volvemos de los Alpes, y siempre la dejamos de lado...


De momento nos levantamos con un día un tanto desapacible y nos disponemos a subir a Granon, que tiene el honor de haber sido el final de etapa a mayor altitud del Tour de Francia desde 1986 (con victoria del español Eduardo Chozas), hasta 2011, Tour en que se llegó al Galibier en el final de etapa que vio la mítica victoria de Andy Schleck.

En Saint Chaffrey observamos el cartel de Col de Granon cerrado, pero sabemos por uno italianos compañeros de hotel que la carretera está transitable y que solamente los últimos centenares de metros están cubiertos de nieve, con lo que nos disponemos a subir uno de los puertos más duros de los Alpes en nuestro día de despedida.

Después de un kilómetro inicial casi llano nos esperan poco más de 11 kilómetros a un desnivel medio del 9,54%, terrible, sobre todo el tramo posterior al paso por Le Tronchet, con 5 km por encima del 10%. Además en ese tramo, la montaña se abre y el aire y el frío aprietan de lo lindo. Sobre lo fuerte que sopla el aire allí ya nos advirtieron los italianos y el dueño de la pizzería. Es un factor más que añade dureza a esta subida durísima y preciosa que vale la pena conservar entre las más especiales de los Alpes. Poco más de hora y cuarto para subirlo!

Una vez abajo y todavía con el frío en el cuerpo, decidimos que la mejor opción es la ducha en el hotel y tomar el camino directo a casa. Mont Colombis queda también para otra ocasión. Son 7 horas de viaje hasta Barcelona y vale la pena tomárselo con calma y no andar con prisas si paráramos a subir otro coloso alpino.

 Así que fue un fin de semana bien aprovechado. Una estancia en Briançon siempre lo es. Hemos hecho cositas, sí, pero han quedado ahí mismo el rey Galibier (ya conquistado en 2004 por la otra vertiente) y el príncipe Mont Genevre que da acceso a Italia desde Briançon mismo. Las posibilidades desde allí son infinitas.

martes, abril 30, 2013

Timmelsjoch- Passo Rombo




(Foto Sergi Ros)

Hay subidas que merecen un lugar especial en el universo del cicloturismo, son punto de paso obligado para los que se quieran llamar cicloturistas. Algunas han sido escenario de mil batallas profesionales, otras ofrecen un espectáculo visual que no nos podemos perder, y otras regalan dureza con generosidad. Timmelsjoch (en alemán) o Passo Rombo (en italiano) cumple dos de esas tres premisas, y es una de esas subidas que todos deberíamos subir al menos una vez en la vida.

El Passo Rombo está situado en la región de Trentino-Alto Adige y su vertiente italiana se inicia en San Leonardo in Passiria, una ascensión muy larga de más de 29 km a una media del 6,2% puesto que salva un desnivel de 1.796 metros. Corona a una altitud de 2.491 metros. Un verdadero coloso. Es un antiguo camino para mulas que une actualmente los valles de Passeiertal y de Ötzta, en las altas montañas de Austria. En medio de su extensión aparece un impresionante museo en voladizo, diseñado por el arquitecto Werner Tscholl. El nuevo Pass Museum, al lado norte del Tirol, sobresale como un bloque errático que se orienta hacia el sur, subrayando el carácter transfronterizo de la experiencia del traspaso Timmelsjoch. La “Cueva de Hielo” en el interior del museo rinde homenaje a los viajeros pioneros de la ruta de los Alpes y sus logros. A modo de esculturas que se esparcen por el camino, estos espacios de parada iluminan a los viajeros en medio del entorno natural, empapándolos sobre la historia, la cultura, las comunidades y la economía de la región.



Si nuestro invitado de hoy no estuviera (es sólo condicional) en el Olimpo de los puertos de montaña, es simplemente porque, injustamente, un monstruo como este sólo se ha subido en el Giro d’Italia en el Giro de 1988, el famoso Giro del Gavia y del frío extremo. El hecho de que sea tan caro de ver solo puede explicarse por el frío que suele acompañarlo en el mes de Mayo, y quizás porque una vez transitado el regreso a Italia es demasiado largo. Sólo por eso puede explicarse.

En la excursión a Italia que hicimos el verano de 2011, la etapa del Passo Rombo era la etapa reina. Sinceramente, yo me tomé todas las anteriores como una preparación de ésta. La etapa salía de Merano e incluía las acensiones de Monte Giovo (Jaufenpass), el Passo Rombo (Timmelsjoch) y por último, la subida al glaciar de Solden, la carretera asfaltada más alta de los Alpes. Por la ley de Murphy, fue el peor día, climatológicamente hablando, en toda nuestra excursión a Dolomitas y Alpes.

Por eso, la mitad de las cosas que os cuento las tuve que descubrir una vez de regreso a Barcelona, porque el día no nos permitió ver casi nada. La niebla se iba haciendo más espesa a medida que íbamos ascendiendo, y lo que cerca de San Leonardo in Passiria era sólo agua fina, arriba, a casi 2.500 metros, era niebla densa, lluvia copiosa y frío intenso.





En la ascensión se pueden distinguir claramente tres partes diferenciadas. La primera es una ascensión constante por la ladera de la montaña, con el valle a la izquierda, ganando altitud y vistas a medida que pasan los kilómetros. Una segunda parte, tras una inmensa curva panorámica a izquierdas en la que la subida se suaviza y se transitan diversos túneles, y la última fracción, el zigzag más espectacular y posiblemente más conocido de la ascensión, que finaliza en un túnel. Pocos metros más tarde se llega al cartel indicativo de puerto, y el bloque similar a una figura geométrica cuyo significado desconocíamos cuando llegamos.

La verdad que el frío tampoco nos permitía estar por curiosear demasiado, más bien por tomar cuatro fotos y meternos en los coches. El Passo Rombo es uno de los lugares más fríos de los Alpes (y uno de los últimos en ser transitable en verano), a menudo azotado por un fuerte viento racheado y que deja rastros de hielo a lo largo de los túneles hasta finales de julio (nuestro viaje fue en el mes de Julio). La recompensa arriba fue el restaurante que hay en el refugio de la cima, en la Frontera con Austria, donde pudimos quitarnos el frío y decidir que la ascensión al glaciar de Solden quedaba para mejor ocasión.

El refugio de la cima es visitado por muchos aficionados a las motos, que superan en número a los automovilistas. No es casual que en el refugio no haya souvenirs ciclistas, pero sí moteros.



Si sois más ciclodeportistas que cicloturistas, la mejor ocasión que tenéis para subir el Passo Rombo es la Otzaler Radmaraton. Se trata de una marcha cicloturista que partiendo de Solden recorre en nada menos que 238 kilómetros e incluye las subidas a Oetz - Kühtai: 18,5 KM para salvar 1200 metros de altitud, Innsbruck - Brennero: 39 KM para salvar 780 metros, Vipiteno - Passo Giovo: donde se salvan 1130 m en 15,5 KM y finalmente nuestro invitado de hoy, el Passo del Rombo. Un reto sólo al alcance de los más fuertes que podéis intentar el 25 de Agosto de 2013.

domingo, diciembre 16, 2012

Listas, listas y listas de montañas

Es una constante en mi vida. Tengo que hacer listas para acordarme de todo. Síndrome del coleccionista podría denominarse. También colecciono montañas. Al principio era para subirlas en bicicleta, ahora también me sirve subirlas a pie o a medias en la bici y luego coronar a pie. Bajo mi punto de vista, subir una montaña y no coronarla no sirve de nada. Llegar arriba y no tener la foto en el cartel o en la cruz, tampoco.

Pic de l'Infern, Pirineos
No hace falta que diga cual es mi lista favorita de subidas por conseguir sobre la bicicleta. Es el reto BIG, sobre el que ya he escrito varias veces. Pero no es la única lista que circula por la red. De hecho hay un montón de listas por completar y retos por conseguir. Aquí van unos ejemplos:

- Reto BIG (Brevet International du Grimpeur) http://www.challenge-big.eu/ . Como digo, para mí la reina de las listas. Mi objetivo vital. 1000 cimas por coronar en bicicleta, 950 en Europa y el resto es libre, 10 en cada continente. La clave de su éxito es la lista cerrada. Nació en un país llano, Bélgica. Curioso.
Iseran, un sueño
- Reto CIMA (Certificado Ibérico de Montañas Ascendidas) http://www.altimetrias.net/cima/index.asp Es la versión ibérica del BIG. Integrado en la archiconocida página de www.altimetrías.net.

Peñahincada con dos maestros
- Club des Cents Cols http://www.centcols.org/ De hecho no es una lista, sino un reto que consiste en ir apuntándote todos los puertos que vas acendiendo a lo largo de tu vida. Muy familiar para los cicloescaladores, tiene su origen en Francia.
- UIC, Unione Internazionale de Cicloscalatori http://www.cicloscalatori.net/ . De nuevo, como en el caso de los Cent Cols, no ofrece una lista cerrada, sino que cada uno se anota las que hace. Por lo menos tienes que haber ascendido un 2000. Tiene su origen en Italia.
- Los mejores 50 puertos de los Alpes. http://www.lectio.es/los-50-mejores-puertos-de-los-alpes-en-bicicleta-110. Esto es un libro que pretende agrupar los mejores puertos de los Alpes. La lista completa podéis consultarla en este enlace: http://eltourmalet.blogspot.com.es/2012/09/editat-el-llibre-dels-50-millors-ports.html. Mi modesta opinión es que hay algunos puertos que deberían estar no entre los 50, sino entre los 10 mejores y no figuran en el libro, como el Furka, Nufenen, Susten, Grimsel, Rombo... Aunque ya se sabe que estas cosas son subjetivas, no creo que nadie que haya visitado esos puertos tenga una opinión diferente a la mía..

Como digo, todo eso es ciclista, pero ahora vienen más listas de montañas, aunque no tiene nada que ver con la bici. Son listas de picos que se deben subir a pie, siempre pos supuesto con medios no mecánicos. En concreto mi favorita es “El repte dels 100 cims” en Catalunya:
En el Matagalls.
- Repte dels 100 cims (reto de las 100 cimas). http://www.feec.cat/activitats/100-cims . Reto que sugiere la Federació d’Entitats Excursionistes de Catalunya. Me encanta el concepto. No tienes por qué subirlos todos! De la lista de 175 cimas debes acreditar que has subido 100, y lo acreditas a través del presidente de tu Club Excursionista. Es asequible a todo el mundo. Es una lista con las principales montañas catalanas. Yo ahora estoy en ello, las cuento tanto si las he subido a pie como haciendo una aproximación en bici.
- No es exactamente una lista con unos criterios objetivos determinados, pero para mí el Libro de Francesc Muntadas y Jordi Lalueza es una lectura obligada para los amantes de la montaña, y a la vez una lista de 65 cimas catalanas que no te puedes perder: http://www.amazon.es/Cims-Catalunya-Francesc-Muntada/dp/8480903031
- Listas de tres miles en el Pirineo: http://www.pirineos3000.com/servlet/Lista_3000_Tresmil. Sólo tengo uno, el Aneto, pero muy valioso…
Cima del Aneto!
- Por supuesto, no podía faltar en este breve resumen la lista de las listas de los alpinistas, la lista de ocho miles. Famoso reto que han completado muy pocos alpinistas, entre ellos sólo 3 españoles, Juanito Oiarzábal, Alberto Iñurrategui y Edurne Pasaban. He aquí la lista: http://es.wikipedia.org/wiki/Ochomil

Hay muchas más listas que circulan por ahí, todas muy interesantes y muy sugerentes, esperando que los coleccionistas empiecen y acaben por subirlas todas.
Pero si os pensáis que tengo suficiente, pues va a ser que no. Echo de menos, por ejemplo, una lista de subidas catalanas interesantes para hacer en BTT.

Así que cada vez que tengo un domingo libre, tengo que subir una de esas montañas. A pie o en bici. Tengo que ir tachando cimas de cualquiera de esas listas, sea BIG, sea CIMA, sea del repte dels 100 cims o un 3 mil. Muchos planes, muchos picos por coronar y poco tiempo…

lunes, agosto 27, 2012

Suiza, la llamada del silencio


(Artículo publicado en el n.51 de la revista Pedalier)

“La llamada del silencio” es el título de una película que relata la historia de la cara norte del Monte Eiger. Una pared vertical de más de 1.800 metros que ha supuesto uno de los principales retos de los escaladores de todo el mundo. Eso (¡obviamente!) no se puede escalar en bicicleta, pero para todos aquellos que amamos la montaña, el Ogro (que es lo que significa Eiger) es algo muy especial que merece la pena que no te lo cuenten y verlo y vivirlo en primera persona. El Eiger es la montaña que preside el paisaje de la subida al Grosse Scheidegg, una subida mucho más conocida para los amantes del cicloturismo.


Por una vez, no era una montaña para escalar en bicicleta el principal objetivo de mis vacaciones cicloturistas. Alrededor de ella organizamos nuestro recorrido. Suiza tiene tal cantidad de subidas de entidad y de una belleza paisajística tal, que no resultó difícil montar varias etapas sin tener que movernos demasiado de la zona de Grindelwald, espectacular mirador de montañas que superan los 4.000 metros de altitud. Poco más de 10 horas de viaje en coche y ya estábamos en la ciudad de Kerns, un pequeño pueblo entre Interlaken y Lucerna, donde iniciaríamos nuestra aventura cicloturista.

Prólogo: Acherli. 
Nos instalamos como digo cerca de Kerns. Para ir abriendo boca tenemos una subida interesante desde la propia ciudad. Se trata de  la subida a Acherli. Nada, un puertecito de 8,8 km al 10,1% de media. Digamos que  para ir probando el piñón de 30 dientes que me acababa de poner atrás por lo que pudiera pasar estos días alpinos. Si con 34 delante y 30 detrás no podía subir lo que me propusiera quizás debería pensar en cambiar de deporte.

Una carretera estrecha y solitaria con algunos tramos panorámicos corona sin un final muy determinado, iniciando el descenso de la otra vertiente, que llega a Dallenwil.  Poco después de concluir la rampita del día regresamos al hotel donde ya están instalados dos amigos que nos acompañaran en la primera etapa, son nada menos que Ángel Morales y Iñaki “Kulak”, que en su largo periplo por los Alpes este verano han conseguido cuadrar su agenda con la nuestra. Ángel conoce esto como la palma de su mano y de hecho nos había estado recomendando todo lo que no debíamos perdernos. El reencuentro con viejos amigos de la misma afición no puede más que derivar en una cena repleta de puertos, carreteritas por descubrir, subidas desconocidas, salidas pendientes, montañas, montañas, montañas… ¡Fantástico!


Primera etapa: Glaubenberg, Glaubenbielen y Melchsee Frutt. 
El programa que nos ha preparado Ángel (modificando un poco nuestra previsión inicial) es una etapa circular con las ascensiones a Glaubenberg y Glaubenbielen. Dos subidas sin demasiada repercusión mediática (aunque este mismo año 2012 han sido incluidas en la Vuelta a Suiza, ver perfil adjunto) pero muy duras, como no podía ser de otra forma en Suiza. La vuelta supone un recorrido de 90 km, con lo que cuando llegamos de nuevo a Kerns ya llevamos unas horitas de bici, en las que cumplimos la media prevista, sobre los 20 km/hora, imaginaros las pendientes. Ángel ya tenía programado finalizar allí su etapa, reunirse con Iñaki y desplazarse a Mendrisio para subir otro cromito que le faltaba a su colección: Monte Generoso. Pero Ludwig y yo decidimos hacer una última subida a 1.900 metros a un lago llamado Melchsee Frutt, cuyo acceso nace precisamente en Kerns. Tenemos toda la tarde por delante, ¿por qué no intentarlo?

Empezamos la ascensión por una carretera estrecha y sombreada que sale de Flueli y no de Kerns. Muy recomendable y preferible a la más transitada que viene de Kerns. Tememos lo que nos espera. Son 7 km a un 10,7% de media (digamos que había subir lo de ayer, ¡pero esta vez con 100 km en las piernas!), cuya parte estelar es el principio con 4 km a una media del 11,3%, sin comentarios. Ese tramo duro se inicia en Stockalp, donde hay una barrera y un semáforo que da paso alternativo a los coches en uno y otro sentido. Obviamente no hacemos caso al semáforo (¡no podemos completar la ascensión en el mismo tiempo que un coche!) y empezamos la subida. La carretera no es excesivamente bonita ni panorámica, pero sí es estrecha, tanto que cuando los coches bajan tenemos que poner pie al suelo para dejar paso. Al llegar arriba hay una gran cantidad de turistas alrededor del enorme lago Melchsee, junto al cual hay también una estación de esquí. La carretera en sí quizás no fue muy especial, pero desde luego las vistas sobre el lago y el anfiteatro que forman las montañas a su alrededor sí que lo fueron.

El programa turístico del día incluía en teoría la visita al espectacular Monte Pilatus, a 2.132 metros, que no se puede subir en bici sino que hay que subirlo a través del cremallera con más pendiente del mundo (próximo al 48%). Al parecer las vistas sobre la cercana ciudad de Lucerna y el lago de los 4 cantones prometen ser espectaculares si el día acompaña. Pero el precio nos parece abusivo (cerca de 60 Euros al cambio) y más considerando que durante toda la semana ya tendremos tiempo de disfrutar de probablemente las mejores vistas de toda la zona.



Segunda etapa: Grosse Scheidegg, Mannlichen y el Eiger. 
Esta era la etapa más esperada, la etapa en que veríamos el Eiger. Por la mañana prontito nos trasladamos de Kerns a Grindelwald. El día es espectacular. Ni una sola nube. El plan es subir Grosse Scheidegg en primer lugar y luego veremos si subir a Mannlichen en bicicleta (un monstruo de 12 km al 10,5% de media por una carreterita estrecha) o bien si hacerlo en teleférico, mucho más rápida y relajadamente, guardando fuerzas para próximas etapas.

Teníamos la idea ese día de subir a la Jungfraujoch en el tren que parte de Kleine Scheidegg y finaliza a 3.454 metros (la estación ferroviaria más alta de Europa), en el collado que une los picos Jungfrau y Eiger, frente al glaciar Aletsch. Un tren, capricho de un multimillonario, que se hizo a principios del siglo XX y que perfora la pared del Eiger en más de 7 km de trayecto. Si el cremallera del Pilatus era caro, este tren ya no os cuento, más de 150 Euros. ¡El que vaya sobrado ya lo sabe!

Pero vamos con la bicicleta, que es lo primero que debemos afrontar. La subida a Grosse Scheidegg es una de las más bonitas que he hecho nunca. La carretera está prohibida a los coches y únicamente algunos autobuses que circulan a toda velocidad por esa estrecha y empinada carretera nos incomodan ligeramente hasta el punto, otra vez, de tener que bajar de la bici. A primera hora de la mañana la subida es sombría. Un paredón impresionante a nuestra derecha evita el sol toque la carretera. Pero ese paredón no es el Eiger no, es el Wetterhorn. El Eiger, omnipresente, se divisa a lo lejos junto al Monch. Luego nos acercaremos ahí.

La otra vertiente del Grosse Scheidegg es Meiringen, precisamente nuestro destino esa misma tarde, pero bajamos por la misma vertiente de nuevo hasta Grindelwald donde hay que acabar de decidir cómo subir a Mannlichen… al final en teleférico. Sabia decisión, puesto que nos permitirá unas vistas impresionantes sobre el trío de picos que son Monte Eiger, Monch y Jungfrau. Las vistas ya mientras subimos son espectaculares. Una red de carreteras estrechísimas da la impresión de que localizar la buena para subir con la bici a Mannlichen (2.229 metros) puede resultar complicado…. Y durísimo. Vemos algunas bicis y la envidia empieza a hacer sus efectos, aunque todo tiene su lado positivo, y el hecho de subir sin la bici, con bambas y mochila nos permite una pequeña excursión que en hora y media nos llevará a través de una cornisa panorámica impresionante, hasta el Kleine Scheidegg, punto de partida del tren que sube a la Jungfraujoch. La bajada la completaremos por el cremallera, haciendo así un recorrido circular que recomiendo hacer en el mismo sentido que nosotros hicimos. En primer lugar porque es en ligero descenso y en segundo lugar, sobre todo, porque tenemos una permanente visión de la mole del Eiger, donde uno puede imaginar a los escaladores  jugándose la vida para vencer esa pared terrorífica.

A última hora, y ya una vez en Grindelwald, nos trasladamos a Meiringen donde se reúnen con nosotros Ricardo y Ferran, que nos acompañarán el resto del viaje. Meiringen es otra pequeña ciudad volcada en el turismo de esquí y de montaña, y es especialmente famosa por sus cascadas de Reichenbach. Sir Arthur Conan Doyle escribió una aventura de Sherlock Holmes, en la cual este último fue empujado a dicha cascada, y un monumento recuerda este hecho ficticio... Tal es la fama de esta historia que hay un museo dedicado a Sherlock Holmes en la céntrica Plaza de Arthur Conan Doyle. Veremos la cascada a lo lejos el día siguiente de camino a Grimselpass.

Tercera etapa Axalp y Grimselpass-Oberaarsee. 
Este era el único día que las previsiones del tiempo eran complicadas, sobre todo a primera hora. Nos levantamos con calma, desayunamos tranquilamente y esperamos a que las nubes escampen. El programa del día incluía la subida a Axalp, una de esas rampas duras, largas y que hay que ir a buscar expresamente, porque arriba no hay nada de nada. Eso es Axalp. Había que subir luego el Grimselpass, un verdadero coloso de 26,6 km a una media del 5,8%. Y para rematarlo subir a Oberaarsee, un lago al que se llega por una carretera estrecha y de acceso restringido por uso alternativo 7 kilómetros más allá.

Axalp no defrauda y su tremenda dureza pone a prueba las fuerzas de todos nosotros. Después de la subida a Axalp mis fuerzas estaban ya justitas y quedaba la ascensión a un gigante como Grimsel que corona a 2.165 metros de altitud. Si bien la media era del 5,8 % yo veía que mi cuentakilómetros no subía de 10 km/hora. Cuando empiezo a ver que voy mal me quedan todavía más de 20 km. Pocas veces me planteo no llegar a la cima de un puerto y ésta fue una de ellas. Mentalmente descarto subir a Oberaarsee y solo contemplo llegar a la cima de Grimselpass. La visión desde abajo de las diferentes presas que caracterizan esta subida, así como algunos túneles que las bicis deben evitar, me va entreteniendo y me va marcando pequeños objetivos intermedios que ayudan a que no abandone. Al llegar arriba el café y la pasta del refugio de Grimsel me hacen cambiar de opinión y decidimos llegar a Oberaarsee.

Y ahora os digo que menos mal que lo hice. Si un día subís a Grimselpass no dejéis de alcanzar Oberaarsee. En nuestro caso conseguimos las mejores vistas de todo el viaje a Suiza. Y eso es mucho decir. En medio de una cerrada niebla algunos excursionistas ya nos avisan que arriba del todo luce un sol espectacular. En ese trayecto de 7 km no excesivamente duros vamos viendo como el sol quiere aparecer y pelea con las nubes para dejarse ver. Más abajo, un río glacial con un color surreal, refleja todo lo que pasa en el cielo. Tenemos que ir parando cada 100 metros intentando captar en una foto las increíbles vistas, pero duran sólo segundos. Esa cornisa con esas vistas sobre lagos glaciares y montañas vale por todo el viaje.

La bajada podría haber sido uno de los momentos estelares del día, si no fuera por lo que habíamos vivido en los instantes previos. Una carretera amplísima de muy buen firme en la que se pueden coger tranquilamente los 70 km/hora y disfrutar...

Una vez de vuelta a Meiringen hay que reponer fuerzas. Dudamos entre los platos típicos suizos: la fondue y la raclette. Finalmente nos decidimos por una estupenda fondue que devoramos después del desgaste de todo el día.

Cuarta etapa: Sustenpass y Engstlenalp. 

Tengo a Grimsel y Susten por puertos gemelos. El primero corona a 2.165 metros, el segundo a 2.224 metros. Ambos conectan Innertkirchen con Andermatt. Ambos son puertos espectaculares, panorámicos. El recuerdo del sufrimiento en Grimselpass el día anterior me hace tomarme las cosas con tranquilidad y la subida a Susten la hago con calma y termino pletórico. Otro puerto muy panorámico repleto de moteros durante la ascensión y en su cima, donde encontramos un túnel que da paso a la vertiente de Wassen y Andermatt. Y unas vistas excelentes sobre el glaciar Stein. Ya a punto de coronar encontramos un nutrido grupo de cicloturistas… españoles. Resulta ser el grupo de Terradiversions capitaneados por Ángel, en plena ruta XLSwiss, que han estrenado este año, y que están disfrutando de esa vista espectacular. Cambio de impresiones, nos deseamos suerte y ya estamos de nuevo en marcha para coronar y hacer la foto de rigor.

De nuevo las fuerzas están mermadas y quizás el más flojo de todos, que soy yo, animo al resto a intentar otra de las subidas que Ángel me había recomendado encarecidamente: Engstlenalp. Se empieza en un desvío desde la misma carretera del Susten, con lo que por lo menos no perderemos el tiempo con traslados innecesarios. Los primeros kilómetros del Engstlenalp son muy duros y el calor aprieta de lo lindo. Llegamos a la caseta de peaje, donde los vehículos a motor tienen que retratarse, mientras a nosotros nos suben la barrera gentilmente. Unos kilómetros de llano por una carretera estrecha y preciosa que va directamente a buscar el refugio del final de la ascensión y que curiosamente se halla a muy pocos kilómetros de uno de nuestros destinos en la primera etapa: Melchsee Frutt. Sólo que al otro lado de la montaña.

El final es de nuevo muy duro (5 km a más de 9 %) y mis compañeros de ruta no me dirigen a palabra. Les he convencido de subir ahí y mientras yo apuro el masoquismo, ellos interpretan el sufrimiento extremo como un regalo mío envenenado. Menos mal que al coronar, la satisfacción y las vistas recompensan por todo lo que hemos pasado. Bajamos ya con la satisfacción del deber cumplido y de no haber cedido a la comodidad.

Recogemos los coches en Innertkirchen y para llegar a Andermatt, nuestro próximo destino, volveremos a subir el Grimsel que ya subimos ayer, pero esta vez en coche. Un regalo que nos ofrece el destino, poder coronar el Grimsel en un día claro y soleado. Las vistas desde la cima son extraordinarias y observamos, a lo lejos, una carretera increíble, de las que causan excitación a los cicloescaladores. Resulta ser el Furka, que a partir de ahora pasa a formar parte de mis puertos favoritos sin ninguna duda. Casi al nivel del Stelvio, imaginad lo que digo.

Desde Grimsel hay que bajar 12 kilómetros hasta Gletsch y ahí o bien se sigue bajando hasta el pie del Nufenen o bien podemos subir a Furka (nuestra opción) y continuar hasta Andermatt. Mañana desandaremos el camino, pero en bicicleta. Se trata del último y definitivo día.


Quinta etapa: Furka, Nufenen y San Gotardo. 
La etapa reina. Una ruta verdaderamente clásica que todo cicloturista debería recorrer. Y si el tiempo soleado acompaña las vistas son de las que se recuerdan por mucho tiempo. 110 kilómetros en una etapa perfecta en la que hay mucha dureza y muchos kilómetros de bajada. Una etapa que da también para conocer algo más de la historia de Suiza y la importancia histórica de puertos como el San Gotardo. Es una etapa que no os podéis perder. Mucho que contar sobre ella en otro artículo.

Suiza es un paraíso para el cicloturismo, y eso que nos hemos limitado a una zona muy concreta del país, muy cerca de su centro geográfico. Nos hemos cruzado en estos días con muchos cicloturistas de todo tipo y de todas las nacionalidades. Y estos no son puertos míticos de Giro o de Tour, no hemos visto a nuestros ídolos subirlos por la tele. Pero esos puertos forman parte del corazón de los Alpes. Hay que subirlos, no hay más remedio.

Como siempre, aún no he terminado el viaje y mientras escribo unas lineas y lo saboreo unos días más, ya estoy imaginando todo lo que estaba ahí cerca y no he podido visitar o subir. En bici, a pie, escalando, en teleférico, en cremallera o en tren, me da igual.

Paisajes impresionantes, puertos panorámicos, ascensiones durísimas con desniveles superiores a los 1.500 metros. Vistas surrealistas por encima de un mar de nubes y los glaciares parece que debajo de ti.

Pero de todo lo vivido me quedo con el Eiger. Esa montaña que, como dice Joe Simpson, el narrador de la película “La llamada del silencio”, “tiene cierto poder hipnótico, un ambiente verdaderamente escalofriante, una presencia peturbadora. Una pared de 1828 metros de piedra y hielo donde nunca llega el sol y a la que afectan todas las tormentas que entran en los Alpes.  Un lugar donde el tiempo cambia a una velocidad vertiginosa”.

Una de las estaciones del tren de la Jungfraujoch es Eigernordwand. No es más que un ventanuco en medio de la pared del Eiger, un recurso para escaladores avezados (o suicidas) y para los equipos de rescate que en ocasiones han de acudir a socorrer a alpinistas con problemas. Y aquí me vine a la memoria lo que me pasa cuando alguna vez llego a la cima de una montaña con mi bici y veo gente que se prepara para tirarse en parapente: Pienso: ¿Quién está más loco? ¿Ellos o yo? En el caso de los escaladores del Eiger, lo tengo claro. Están más locos ellos.

jueves, noviembre 03, 2011

El espectáculo de Grossglockner y el glaciar Pasterze

De Dolomites 2011
El monte Grossglockner es, con 3798 m., el pico más alto de Austria. No, allí no se puede llegar con la bici de carretera. Pero hay un lugar desde el que se tiene una vista espectacular del Grossglockner, es el Refugio Franz Joseph Höche (2369 metros), un mirador privilegiado no sólo sobre ese pico sino también sobre el glaciar Pasterze, el más grande de los Alpes Orientales. A este refugio se accede desde la carretera que sube al Hochtor Pass (2504 m.), una carretera con un trazado de 48 km que va desde Zell am See hasta Heiligenblut. Esta carretera, llamada Hochalpenstrasse (carretera de los Altos Alpes) es una verdadera atracción turística y se ha vuelto a poner de moda en el mundillo ciclista este año 2011, al ser incluida en el trazado del Giro, el segundo de Contador.
José Manuel Fuente , posiblemente el mejor escalador español de la historia, respondía así a la pregunta de cuál era el puerto más duro que había subido alguna vez: “El Gloscone (respondió literalmente, por Grossglockner). Lo subimos en el Giro del 71 (en mi primer año como profesional) y la etapa la ganó Pierfranco Vianelli (Campeón Olímpico en México y 7º en el Tour del 69). Recuerdo una sensación extraña subiendo aquel puerto, algo así como estar escalando una cuesta sin fin, algo que no se acaba nunca; era un puerto, creo, de unos 30 km. y con rampas del 14%. Aquel año era la Cima Coppi y me lo ganó Vianelli. Estábamos en la frontera con Austria y de verdad que lo pasé muy mal, aunque aquel año terminase ganando la montaña.”

Este año 2011 el Grossglockner volvió a ser incluido en el recorrido del Giro d’Italia, después de 40 años. En un recorrido que, procedente de Italia, tenía 167 km e incluía las ascensiones al Monte Croce Carnico (Plöcken Pass en alemán) y la tachuela del Iselbergpass. En el mes de Mayo, la subida nos ofreció unos paisajes nevados grandiosos, que fueron testigos de la superioridad incontestable de Alberto Contador, que cedió la victoria a José Rujano. La meta se situó en el llano anterior a la subida final al Refugio Franz Joseph Hoche. Ese lugar, una explanada con un parking enorme, es ideal para albergar toda la infraestructura que requiere un final de etapa de estas características. Allí las vistas no son excepcionales. Lo que sí se ve es la tremenda última rampa que en un par de kilómetros alcanza el Refugio. Una rampa constante superior al 13% dentro de una galería que acaba con las fuerzas de cualquiera.
De Dolomites 2011
Yo ya hacía tiempo que tenía ganas de subir por la Hochalpenstrasse, que como decía al principio es una atracción turística de primera magnitud. Se trata de una carretera de peaje (nada menos que 29,00 Euros vale el ticket por acceder a ella). Incluso este año se estudió la posibilidad de que los ciclistas pagaran, como decían Rubén Berasategui y Angel Morales en el número 41 de Pedalier hace unos meses, pero para nuestra tranquilidad este 2011 todavía no lo cobraban a las bicis y hasta donde yo sé, una verdadera movilización de ciclistas en Austria ha impedido de momento que se implante ese peaje.

La historia de esta carretera se remonta a 1922, año en que un grupo de expertos austríacos tuvo la visión de hacer esta carretera “para estimular el turismo y atraer a gente de gran poder adquisitivo”. La carretera seguía el trazado de un camino de antigüedad secular, que ya había sido pisado por los soldados romanos y celtas. Sin embargo Austria, tras la derrota en la 1ª Guerra Mundial, no podía financiar el proyecto y no fue hasta 1929 que la crisis provocó que la construcción de la carretera se convirtiera en un proyecto para crear empleo. En 1930 empezaron las obras y el 3 de Agosto de 1935 se inauguró la carretera del Grossglockner.

Es una subida cuya historia en relación con el deporte se remonta muchos años atrás. La primera carrera de coches tuvo lugar el día siguiente a su inauguración, con 75 pilotos participantes. Siempre ha sido lugar de carreras de coches, motos o bicicletas. La Vuelta a Austria hace obviamente una visita anual al Hochtorpass en su recorrido.
Se estima que unos 20.000 ciclistas pasan cada año (cada verano más concretamente!) por esta carretera, siendo uno de los destinos favoritos de los cicloturistas europeos. Cubierta de nieve durante todo el invierno, hoy en día con 5 máquinas y 10 personas, en 15 días la carretera queda abierta al tráfico. En 1938, se necesitaban 70 días para que 350 personas quitaran manualmente la nieve acumulada...
Hay servicios que facilitan a los ciclistas su escalada. Existe también la posibilidad de tomar el tiempo entre Ferleiten y la Fuscher Törl (lo que se denomina la etapa reina del Glockner), mediante un sistema de cronometraje automático (solo antes de las 9.00 y después de las 15.00 horas). Por un módico precio de 2 Euros sabréis el tiempo exacto de vuestra escalada y éste aparecerá también en Internet a los pocos minutos. Al regreso a Ferleiten hay dos duchas (para hombres y mujeres) donde poder refrescarse tras el esfuerzo.
Pero hay que decir que el verdadero paso de montaña es el Hochtorpass (incluido en el reto BIG, por supuesto), con su túnel en la cima, a una altitud de 2.504 m., que da paso a la vertiente norte, desde la que se puede llegar a otro de los destinos que no os podéis perder, el Edelweisspitze, realmente el punto asfaltado más alto de esas montañas, a 2571 metros. Dos kilómetros adoquinados es el remate final para llegar a este punto culminante, desde la Fuscher Törl.

Nosotros íbamos con la intención de subirlo todo, Hochtor, Refugio, Edelweisspitze... pero la realidad fue que imitamos la etapa del Giro casi al 100% y cuando llegamos a los pies del Hochtor ya habíamos dejado casi todas la fuerzas. Cada uno subía como podía. Siempre hay que buscar el lado positivo de las cosas y a pesar de las escasas fuerzas que me quedaban por lo menos daba las gracias de que el tiempo nos hubiera acompañado y nos hubiera permitido llegar tan arriba, cosa que no estaba tan clara cuando salimos de Italia. A partir de la rotonda que separa los caminos del Refugio y del paso del Hochtor sigo hacia el Hochtor y las cosas se ponen realmente feas, una rampa impresionante de la bienvenida a los últimos kilómetros y a una velocidad mínima paso unas motos de época que nos habían pasado unos kilómetros antes y que ya no podían con la pendiente ni con sus orondos y disfrazados conductores. Si no podía el motor de la moto, mi motorcillo estaba también en las últimas. Me agarro a cualquier estímulo para poder continuar unos metros, pero el aliciente de llegar a Sergi, al que veo haciendo fotos por delante y el aliciente de ver a Julià por detrás, no son suficientes para vencer la tentación de echar pie al suelo. Poco a poco el aire sopla más fuerte y es más frío. Sólo tengo ganas de llegar, ver el túnel de la cima y hacerme la foto junto al cartel. Cuando llego mis compañeros no están y me dice Sergi que por allí no han pasado. Se han ido directos al Refugio Franz Joseph Hoche, seguro. No queda otra. Después de comprar algunos souvenirs en la tienda nos vamos a buscarlos al Refugio. No nos ponemos de acuerdo en qué tramo es más duro, si el final del Hochtor o los últimos kilómetros hasta llegar al Refugio, buen debate organizamos...
De Dolomites 2011
El día se va complicando y en lugar de visitar el Edelweisspitze (el único que nos faltaba de nuestro planning), decidimos quedarnos un buen rato tomando un café en el Refugio Franz Joseph Hoche viendo con un ojo la etapa del Tour, y con el otro el impresionante glaciar Pasterze, cuyas dimensiones se han visto reducidas de forma dramática desde el año 1846, en que se empezó a medir científicamente. El hielo ha perdido en este tiempo más de 200 metros de altura en la lengua del glaciar, y su longitud se ha reducido en 1.800 metros. El panorama es tal que al ritmo que vamos, en 80 años el glaciar habrá desaparecido.

El frío fuera es intenso, tanto que incluso acortamos la sesión de fotos habitual. La vertiginosa panorámica podemos apreciarla también desde las cristaleras del restaurante, y en algún momento las nubes incluso nos permiten ver el pico del Grossglockner.

En fin. Una experiencia de las que recordaremos durante años. Un recorrido que podría situarse sin duda en las primeras posiciones de los recorridos más espectaculares que se pueden hacer en bici. En competencia, sí, con algunos recorridos en los vecinos Dolomitas, pero la subida al Hochtor Pass y las vistas desde el Refugio Franz Joseph Hoche son la “creme de la creme” del cicloturismo en el mundo. 20.000 ciclistas al año no pueden estar equivocados.

miércoles, agosto 24, 2011

El Túnel du Parpaillon, en busca de un mito olvidado.

(Publicado en el n.45 de la revista Pedalier)

No hay muchos puertos en los Alpes que lleguen a los 2.640 metros de altitud. Ni que tengan más de 1800 metros de desnivel. Tampoco es frecuente un túnel en la cima, de más 500 metros y sin iluminar. Lástima (o no) que tenga unos cuantos kilómetros sin asfaltar. Esa es otra singularidad de nuestro protagonista de hoy.

Pedalier es una revista de ciclismo de carretera, de acuerdo, pero sobre todo es una revista de gente como nosotros que ama el ciclismo y la montaña por encima de todo. Y para cualquiera que ame la montaña subido en su bicicleta, Parpaillon debería ser un destino obligatorio. Algunos cicloescaladores históricos han hablado de Parpaillon como la verdadera Meca del cicloescalador: José Bruffaerts dijo que “Parpaillon es al cicloescalador lo que la Paris Brest Paris es al randonneur”, André Tignon lo reivindica como un mito desaparecido. El atlas de altimetrías de Altigraph (la Biblia) habla de él como “un verdadero gigante de los Alpes del Sur”. Como véis, todas la referencias no eran buenas, sino excelentes.

Durante los años treinta y cuarenta se popularizó la subida entre los cicloturistas franceses, creando incluso un registro en Creveoux (¿todavía vigente?) de los ciclistas que conseguían coronar su cima. Pero es una subida que durante muchos años ha caído en el olvido. Qué lástima.

Si algo caracteriza a Parpaillon es el túnel de su cima. Ya sabéis que los túneles son parte de mis sueños húmedos. Este año he tenido la suerte de subir algunos de los túneles que me provocaban mayor excitación, los tres túneles de Zoncolan, el de Hochtor Pass, los de San Boldo en curva y para rematar a final de Agosto, el túnel de Parpaillon, para mí el rey de los túneles. Un tunel a 2.650 metros de altitud, 500 metros de largo, estrecho y frío túnel sin iluminar, lleno de filtraciones de agua y un montón de charcos. Con unas pesadas puertas de hierro que lo clausuran en invierno y que sólo imaginarlas cerrándose evocan una película de terror. Debo decir que me intimidaba atravesarlo. Por una vez, mientras subía no deseaba que llegara el final de un puerto interminable como éste porque eso significaba tener que atravesar el túnel.

El túnel de Parpaillon se construyó con motivos militares, puesto que representaba un paso estratégico entre el valle de Ubaye y el valle del Durance. Se empezó a construir en 1891 y fue inaugurado en el año 1901. El nulo mantenimiento del camino y su consiguiente degradación se han debido a la desaparición de ese interés militar.

Si un día el Tour decide parecerse al Giro y buscar cosas diferentes, no debería pasar por alto Parpaillon. Yo les diría: “¿Buscáis innovación? ¡Probad con Parpaillon!”. Por muchas razones. Los paisajes son grandiosos y las posibilidades de combinarlo con otras subidas son sencillamente inacabables. Desde su vertiente de Embrun (la más dura) Parpaillon se podría poner antes de La Bonette, o antes de Vars, o antes de Col de Larche (Maddalena en italiano), o incluso antes de Pontis como hicimos nosotros. Están sin asfaltar los últimos ocho de la vertiente de Embrun y los primeros diez de descenso hacia La Condamine y Jausiers. Eso y sobre todo el paso por el embarrado túnel de la cima hacen muy improbable que el Tour se acuerde de él, pero si el ciclismo siempre ha sido aventura, probablemente no haya habido aventura más grande de lo que sería ésta los últimos años en las grandes vueltas. Con un revestimiento adecuado, del estilo que hace el Giro con Finestre o con Plan di Corones, todo sería posible.

El principio de la subida se sitúa en Embrun, otra Meca esta vez para los triatletas de larga distancia. No resulta difícil encontrar la carretera que dirige desde Embrun hasta Crévoux, que es la que deberemos seguir en todo momento. El tráfico es muy escaso, así es mucho más fácil disfrutar de la montaña y de sus sonidos, y de sus silencios. Maravilloso. Nos esperan 28 kilómetros de puerto, 20 de ellos asfaltados y únicamente los últimos ocho sin asfaltar, un poco más allá de La Chalp. Esos últimos 8 kilómetros al 9,60% de desnivel medio suponen un reto importante, sobre todo considerando todo lo que ya llevamos de subida.

A partir de los 2000 metros desaparece el bosque y ya hasta el final nos encontraremos solo con prado de alta montaña, y una pista pedregosa que con una pendiente constante, unas amplísimas curvas y unas vistas excepcionales nos van llevando poco a poco hacia arriba. Llegar al túnel es un momento excitante. Después de tantos kilómetros de subida mirando constantemente hacia arriba para intuir el final de la ascensión, no veíamos ni rastro del paso a la otra vertiente. El túnel aparece de forma sorpresiva tras una curva a izquierdas.
A falta del cartel de puerto, la entrada del túnel es la foto obligada. Nos recreamos en ese momento que desde ahora ya forma parte de los mejores recuerdos cicloturistas de mi vida. Y finalmente llega el momento. Hay que pasarlo. No hay más remedio. Me hace muy poca gracia. A pesar del golpe de calor que sacude Francia el día que subimos, me he puesto el chubasquero, también me he puesto la luz frontal y me he mentalizado. Por un momento nos planteamos si esperar alguna moto o algún 4x4 que nos ayude a pasarlo pero enseguida descartamos esa posibilidad. Vaya aventura sería pasar escoltados. ¡Adelante! Nos adentramos en la oscuridad. El frontal no ilumina nada, no sé por donde va la bici, sólo sé que cae agua de arriba y los charcos cubren las llantas de la BTT. Intento concentrarme y evitar resbalones con el barro. Los gritos entre nosotros ayudan a ahuyentar el miedo. El paso es tan estrecho que permite el paso de sólo un vehículo. Aceleramos sin mirar atrás como si nos estuvieran persiguiendo mientras va ganando potencia la luz del final del túnel. De repente vemos unas luces que vienen en dirección contraria. No sé si nos verá con nuestros miserables frontales. Tendremos que parar y hacernos a un lado. Nuestros perseguidores imaginarios nos pillan seguro... El coche pasa y nosotros ya vamos con las botas manchadas de barro y con ganas de salir. Hemos pasado un mal rato ¡y eso que no tengo claustrofobia!


A la salida del túnel las vistas son de nuevo espectaculares que nos acompañarán durante los primeros kilómetros. Se mantiene la pista pedregosa durante 10 km, hasta llegar a la Capilla de Santa Ana, momento de respiro por partida doble, puesto que además de recuperar el añorado asfalto también aparece una fuente salvadora en un día de intenso calor.

Subir y bajar Parpaillon ya es una experiencia bestial en sí misma, pero la etapa que habíamos planeado era más ambiciosa que todo eso. Bajar por la vertiente este hasta La Condamine, seguir hasta Jausiers, continuar por Barcelonette dirección Gap y entonces, poco después de Le Lauzet, coger el desvío hacia el pueblo de Pontis y el Col de Pontis, a través de 5 kilómetros muy muy duros (media del 10% en esta vertiente del Ubaye) con unas vistas espectaculares sobre el Lac de Serre Ponçon, el lago artificial más grande de Europa, con una capacidad de un millón seicientos mil litros de agua, una verdadera obra faraónica, un prodigio de la ingeniería que retiene las aguas del río Durance. Allí hay innumerables playas artificiales y se pueden practicar todos los deportes náuticos que queráis. Un destino turístico bellísimo.

La etapa que hicimos constaba pues de unos 112 kilómetros, de los que únicamente estaban sin asfaltar los dieciocho de Parpaillon. Pero no os confiéis, de ninguna manera sería posible intentarlo en bicicleta de carretera, el estado de la pista es demasiado precario y sobre todo los 10 kilómetros de descenso en la vertiente norte serían una tortura y supondrían un riesgo evidente de pinchazos. La BTT, la mochila con abrigo, el frontal con una luz potente, todo eso son serias recomendaciones que nadie debería obviar.

Ya sé que si nos vamos a los Alpes lo lógico es que cojamos la bicicleta de carretera y vayamos a conquistar todos los puertos míticos que el Tour de Francia repite una y otra vez cada año. Pero si habéis pensado en subir a los Alpes del Sur con la BTT no dudéis en intentar conquistar este gigante. Eso sí, aseguraros que es la temporada adecuada. He leído historias sobre muros de nieve cubriendo la boca del túnel e impidiendo el acceso a la vertiente norte. No me quiero imaginar entrando en ese largo túnel esperando ver la luz al final y no conseguirlo finalmente. Siento escalofríos sólo de pensarlo.

martes, octubre 26, 2010

Iseran, el puerto asfaltado más alto de los Alpes


(Artículo publicado en el n.38 de la revista Pedalier. Foto Sergi Ros)

Un buen debate el del puerto asfaltado más alto de los Alpes... Sólo algunas precisiones, para concluir que efectivamente es el Iseran, con sus 2.770 metros. El Col de Restefond sube a 2.762 metros y el bucle de la Bonette llega hasta los 2.802 metros, aunque no se puede considerar un puerto estrictamente. Y lo mismo ocurre con el glaciar de Solden en Austria, que llega a los 2.829 metros. No se puede hablar de las ascensiones más altas en los Alpes sin referirse al mítico Sommeiller, que llega nada menos que a los 3.009 metros y al que se accede por una pista parcialmente sin asfaltar desde Bardonecchia en Italia. Y puestos a nombrar puertos míticos sin asfaltar en Francia es hacerlo de otro gran desconocido como Parpaillon a a 2650 metros, éste sí con dos vertientes… Tantos nombres y sólo algunos de ellos conquistados. Queda tanto por hacer…

El Iseran es un puerto larguísimo por las dos vertientes, tanto la norte de Bourg Saint Maurice (35 km desde Ste. Foy Tarentaise, venciendo un desnivel de 1.710 metros, a un desnivel medio del 5%) como la vertiente sur, desde Lanslebourg (33 km, a una media del 4,2%). Nosotros ascendimos por la vertiente Norte. El primer tramo de aproximación a Val d’Isere es por carretera muy ancha, de cuatro carriles. También en ese tramo nos encontramos con diversos túneles, iluminados pero que siempre te hacen estar alerta. Por cierto, que Angel de Terradiversions nos comentó la obligatoriedad de llevar luces traseras en la bicicleta para el paso de los túneles, puesto que de otra manera los gendarmes franceses podrían multarnos. Obviamente, hacemos pleno caso a su recomendación y finalmente conseguimos unas luces de las que se ponen en el tapón del manillar que cumplían perfectamente su función. No me los he quitado desde entonces, siempre vienen bien, y no será por el peso...

En una ascensión tan larga, los siete kilómetros de falso llano que supone el paso por Val d’Isere se agradecen de verdad. Hay que guardar fuerzas para afrontar lo más espectacular de la subida: un larguísima curva de herradura que en su parte más elevada ofrece una visión espectacular de Val d’Isere y de la primera parte de la ascensión. La pendiente en ese tramo se endurece y llega en ocasiones al 7 y al 8%, pero en ningún momento es tan dura como para no poder apreciar del espléndido paisaje que se abre a nuestra derecha.

Iseran es simplemente impresionante. Tuvimos la inmensa fortuna de que el tiempo nos acompañó, y de qué manera. Únicamente una semana antes de nuestra visita a los Alpes, en este mismo puerto, la temperatura arriba llegaba a los -5º. Cuando nosotros subimos tuvimos un día veraniego inmejorable puesto que, además, pudimos gozar de la presencia de la nieve, no sólo a nivel de la cuneta, sino que en muchos tramos los paredones de nieve que encontrábamos eran de altura superior a los 2 metros.

La verdad es que al subir Iseran en sábado y en un día tan espléndido, nos encontramos con un gran ambiente, e innumerables ciclistas durante la subida. De todo tipo, forma y nivel. Muchos lucían maillots de empresas que montan rutas por etapas por los Alpes. Ingleses, italianos, australianos, belgas, por supuesto franceses, y ese grupo de españoles que estábamos disfrutando más que ninguno yo creo.

Una vez llegados arriba hay mucha gente admirando el paisaje. Es el momento de mirar en todas direcciones, observar la nieve todavía abundante en los alrededores, deleitarse con el ambiente ciclista y motero que se respira. Qué gozada, el Iseran es la culminación de los Alpes, es un destino en sí mismo. Y nosotros, unos privilegiados, gozando de todo esto en un lugar, a casi 3.000 mtros no lo olvidemos, donde es fácil que las condiciones meteorológicas se compliquen.


También en el Iseran hay la típica tienda en la cima donde se pueden comprar recuerdos. No demasiados con motivos ciclistas (aunque sí que encontramos la típica camiseta con la leyenda “Le plus haut col d’Europe”), sino sobre todo con motivos moteros. Además, ese sábado se celebró alguna especie de rally de coches antiguos que dio colorido a la subida y también aportó algo de riesgo porque algunos de los conductores de esos clásicos parecía que querían también pilotar un Fórmula 1.

Arriba encuentro un folleto anunciando “L’Iserane” una prueba ciclodeportiva que se disputó el día 11 de Julio que incluye la subida al Iseran, aunque solamente desde Val d’Isere. Eso sí, con la carretera cerrada al tráfico. Val d’Isere – Iseran -Bonneval sur Arc, un recorrido de 60 km y 924 metros de desnivel. Una bonita excusa para subir el Iseran lo más rápido posible...

El Tour de Francia ha incluido en su recorrido el Iseran en diversas ocasiones, en concreto en siete ocasiones, menos de las que merecería un coloso alpino de esta envergadura. Fueron los años 1938, 1939, 1949, 1959, 1963, 1992 y la última de ellas en 2007. Cabe destacar que en 1996, el de la derrota de Indurain, un Tour que se recuerda por el mal tiempo, también estaba previsto el paso por el Iseran pero tuvo que suspenderse el paso por el puerto debido al mal tiempo (os recuerdo, mes de Julio!). En 2007, el Tour de Rasmussen y Contador, el etapón Val d’Isere-Briançon, de 159 km, incluía las acensiones a Iseran, Telegraphe y Galibier, con victoria final del colombiano Mauricio Soler.

Por nuestra parte, ese día en los Alpes completamos la etapa con un descenso precioso y larguísimo que nos lleva hasta Lanslebourg. Y Mont Cenis fue el complemento perfecto de la ascensión al Iseran para completar otra etapa digna de un Tour de Francia. Sólo 107 km, pero con un desnivel acumulado de 3.000 metros. Mont Cenis tiene la particularidad de que en su cima hay una enorme planicie y una extensa presa que se traduce en más de diez kilómetros de llano antes de empezar la bajada hacia Italia. Tremenda bajada de la vertiente italiana de Mont Cenis, mucho más larga y dura por ese lado.

Per el gran protagonista de la jornada es Iseran. Uno de esos puertos que un cicloturista que se precie tiene que tener en su curriculum particular. Y si el día que os decidís la fortuna os sonríe, el tiempo os acompaña y os permite gozar de esa montaña en todo su esplendor, disfrutadlo al máximo porque será uno de vuestros momentos cumbre como cicloescaladores.

lunes, julio 05, 2004

Alps 2004, l'aventura continúa

Primera etapa: Albertville-Bourg d’Oisans
Un dia per no oblidar. Durissim, moltissimes hores a sobre la bicicleta i un temps esplèndid, a diferència del que ens vem trobar al viatge, que ens va fer pensar que hauriem de suspendre alguna etapa.... La pujada a la Madeleine la vem fer per una vessant que no era estrictament la d’Aiguebalanche, com haviem previst. Començament de la pujada amb el Xavi i el Zelko (qué hago yo aquí?). No cal dir que des de les primeres rampes poso el 30 sense cap mena de vergonya; intueixo el que m’espera. Anem a bon ritme, però sense passar-se. Al tram de descans que hi ha a mig port és quan pitjor em porten aquestes dues locomotores. A partir de llavors el Xavi se’n va cada cop més endavant i el Zelko se’m queda una mica. Coronem els 2000 metres justos de La Madeleine amb l’Albert fent fotos a dalt i el primer port mitic que ja és al sac.

El port de Glandon no era potser dels més temuts, però finalment crec que entre tots l’hem considerat com el més dur de tots els que hem pujat. Potser va influir que era el segon del dia, que el vem pujar a ple migdia, o que no ens l’esperavem, però Deu n’hi do... Els ultims 3 km a una mitja de 10% ja els coneixiem dels perfils, però és que son molts més kilometres abans d’arribar, i també molt durs! Aquí se m’en va tothom per devant i als ultims 3 kilometres he de parar dues vegades i reconec que vaig estar a punt de pujar-me a la furgo... Però, un cop a dalt, satisfet per haver pujat, em recupero força rapid menjant una mica i de seguida em torna l’humor i les forces. A més, l’espectacle paissatgistic del descens ho cura tot. Impressionant.

Tot i el patiment pujant Glandon, el fet d’estar a Bourg d’Oisans i no pujar Alpe d’huez es feia dificil de pair. Amb el Zeljko ho vem estar xerrant i vem decidir fer-ho. Més considerant que el proper Tour es decidirà en bona part a la cronoescalada que es farà aquí a Alpe d’huez. Teniem la sensació que l’Alpe era la pujada més fàcil de les 3 del dia i tot i que segurament és rigurosament cert, la pujada és dura de nassos i va suposar pujar molta estona a 7 o 8 km/h. Recordo que el Zeljko quan ens faltaven 6 kilometres em deia que llavors hagués arribat l’Armstrong.... Es clar, és un altra velocitat.... Encara ens faltaven molts moments de patiment, moltes corbes numerades i faltava també trobar-nos amb el Xavi Molons amb un desfalliment de nassos.
Les ultimes corbes se’m fan eternes i quan arribo al cartell de “Bienvenue sur Alpe d’Huez” donc per acabada la pujada, tot i que després em deien que quedaven alguns metres. Llàstima que la Laura va gravar els patetics moments quan em baixo de la bici i em tiro al terra....
A la baixada, parem amb artemiro i pujaremcomamics a fer foto en la corba dedicada al Mayo (la corba numero 20). Després, arribada a l’hotel que és un veritable museu ciclista (llàstima que no es podia caminar per la fusta amb sabates de ciclista!!!), amb maillots penjats dels balcons, fotos antigues i articles de ciclisme de l’Equipe retallats i penjats a les parets. A sobre, bon sopar, per la qual cosa em sembla un hotel recomanable: és l’hotel Oberland, al peu de l’Alpe d’huez.

Segona etapa: Bourg d’Oisans-Briançon.
L’estat lamentable en què vaig acabar l’etapa d’ahir em fa aconsellable no fer la Croix de Fer i reservar forces pel Galibier (no volia posar en risc pujar el rei dels ports pels cicloturistes, junt amb el Tourmalet). Això em permet disfrutar moltissim dels paisatges que ofereix la Croix de Fer (des de la presa de Bourg d’Oisans, fins les vistes des del cim). També em permet acompanyar molta estona al grupet més endarrerit i animar-los tan com puc.
Una vegada en el descens m’adelanto amb la furgoneta per començar a agafar la bici i ens assabentem amb la Lola que el Zeljko ha caigut, afortunadament sense conseqüències més enllà de les rascades i cremades. Escalfo fins a Sant Jean de Maurienne. Allà m’enganxa el grup i comença el Telegraphe. De bon principi haviem previst un avituallament a dalt del Telegraphe, per després baixar fins a Valloire i començar la definitiva ascensió fins al Galibier. Això es va demostrar bona idea, ja que la pujada total de més de 35 kilometres sense parar hagués estat molt dura, més pels que havien fet la Croix de Fer. La pujada al Galibier, al principi està d’obres, i ens omple de quitrà les bicis, a més de la sensació de portar la bici enganxosa i amb més dificultat per avançar. Com no he fet la Croix de Fer em trobo bastant sencer i corono prou dignament, sense passar per l’agonia habitual que pateixo pujant tots aquests ports... Un permanent compte enrrera des que comença el port...
Son aproximadament les 17,00 hores quan practicament tots estem ja a dalt fent les fotos de rigor, fins i tot amb el Mont Blanc de fons. El descens del Galibier té una primera part més perillosa, sense proteccions, i, a partir del Lautaret, és una carretera molt ample, amb corbes també molt amplies que permet baixar sense tocar el fre. Amb la tensió del descens i les presses, ens vem oblidar de fer fotos al monument a l’Henry Desgrange, el fundador del Tour, que estava a mig descens. Jo la veritat és que ni el vaig veure.
L’arribada a Briançon, perfecte, perquè l’hotel estava a la mateixa carretera. Llàstima dels personatges que de vegades et trobes portant hotels. Millor no fer comentaris del menu i del tracte dels impresentables del Auberge de l’Impossible, desaconsellable totalment per qualsevol persona que es vulgui acostar a Briançon.

Tercera etapa: Briançon-Barcelonette
Només començar a pedalar ja es puja l’Izoard. Em sembla que de forma unanime el podriem considerar el port més maco que hem pujat. A més, la pujada la faig molt entretingut perquè des de le Plan Lanchat (un descans que hi ha a meitat de port) comparteixo pujada amb dos ciclistes italians, amb els quals poso a prova els meus coneixements d’italià, aplicant totes les hores que dedico a la lectura de la revista italiana Bicisport. Amb ells repasso des dels seus recorreguts habituals, fins les similituds entre les morts del Chaba i del Pantani, etc. Arribant a dalt, ja abans del Refugi Napoleon, els vaig deixant una mica enrrera, i corono amb un petit avantatge sobre ells.
De la gent de la colla, destacar que al Zelko es veu que li van sentar bé les cures de McGyver-pujaremcomamics i avui anava com una moto. Ull amb els antiinflamatoris...
A dalt, fotos I compres diverses a la botiga de records (samarretes, marmotes de peluix, etc.). Si més no, curiós, que a l’Izoard (i també al Vars) hi hagi botiguetes de records, i en canvi no al Galibier.
A la baixada d’Izoard parem a fer fotos a Le Casse Deserte, famós paisatge llunar que va ser escenari d’etapes de ciclisme èpic d’altrs temps.
La pujada al coll de Vars està farcida de poblets que es diuen Vars i també de descansos. Al principi m’atreveixo a anar-me amb gent que camina més que jo, però com que la carretera és així de justa, quan falten uns 9 km m’agafen per darrera Solans i artemiro, el meu grup natural, amb els quals compartiré fins el final els repetxons i l’aire que ens condueixen al cim de l’ultim, per alguns com jo, dels ports dels Alps 2004.
S’acaben els comptes enrrera i el patiment, i sento una gran satisfacció d’haver coronat 6 portassos i em sap greu haver-me deixat la Croix de Fer, però penso que vaig prendre la decissió justa i em va ajudar a acabar dignament la resta de ports.
La baixada cap a Barcelonette, rapidissima amb el Xavi Odena, l’Albert i el Pedro tirant fort en un tram que tirava cap avall amb l’aire en contra. Em va recordar als ultims kilometres de la Bonaigua, sempre esperant que no vingués cap repetxonet per no quedar-me tallat... Una vegada arribats a Barcelonette, els més valents es van atrevir a pujar a Para Loup, una estació d’esqui no especialment dura, però famosa en el mon del ciclisme, perquè l’any 1977 es va pujar al Tour i va suposar el principi del final d’una llegenda com Eddy Merckx, devant Bernard Thevenet.