Puertos de montaña, historia del ciclismo y mucho más. Aqui podremos compartir nuestros conocimientos de ciclismo y especialmente de puertos de montańa.
sábado, mayo 24, 2008
sábado, mayo 10, 2008
El Centro Tour de Flandes, un museo de ciclismo
- el Museo del Tour de Flandes,
- una brasería “De Flandrien” (lugar ideal para seguir las clásicas por televisión),
- un auditorio
- una tienda especializada en artículos de ciclismo ("De Rondeshop") …
El Centro está abierto de
La entrada nos sitúa junto a la tienda, que merecería por sí misma ser objeto de visita. En De Rondeshop destaca por encima de todos los objetos, el maillot de verano marrón y negro del Molteni que lució Eddy Merckx, pero en la tienda podemos encontrar mucho más que ropa de ciclismo estilo retro. Encontraremos libros, juegos de mesa, todo relacionado con el ciclismo histórico en general y el Tour de Flandes
También junto a la entrada nos reciben varias bicicletas históricas que han recorrido los adoquines y los muros flamencos.
En el mostrador uno puede comprar la entrada al Museo, por unos módicos 6 Euros. En el momento de comprar la entrada tenemos la posibilidad de seleccionar uno de los corredores que han hecho historia en el Tour de Flandes (Eddy Merckx, Ritten van Lerberghe, Gaston Rebry, Briek Schotte, Rik Van Steenbergen, Rik Van Looy, Eric Leman, Walter Godefroot, Jan Raas, Eric Vanderaerden, Edwig Van Hooydonck y Johan Museeuw). Una vez entremos en el Museo, acercando el código de barras de la entrada podremos conocer detalles y anécdotas del ciclista que hayamos elegido.
El Museo es una experiencia audiovisual donde uno puede observar los detalles topográficos de los principales muros de la clásica, así como revivir en video el paso de los ciclistas en momentos emblemáticos. También podemos fotografiarnos en un fantasioso podium del Tour de Flandes junto a Tom Boonen y Peter Van Petegem. La experiencia se puede completar subiendo los principales muros en una bicicleta conectada a un simulador tipo Cardgirus sintiendo en primera persona la dureza del desnivel y el apoyo de los aficionados. Un mural con fotos de todos los vencedores permite también poner rostro a todos y cada uno de los vencedores de la clásica belga.
En pleno paseo por el Museo vemos a un tipo con uan cara que resulta familar… No cuesta demasiado reconocer a Freddy Maertens. La foto es obligada y él, muy amable, se presta de buen grado, e incluso chapurrea algunas palabras en castellano. Campeón del Mundo dos veces (en Ostuni-Italia 1976 y en Praga-Checoslovaquia 1981) y medalla de plata también del Mundial de Barcelona en 1973. Sin embargo lo primero que se nos ocurre al intercambiar cuatro palabras con él, es su victoria abrumadora en la Vuelta a españa de 1977, con 13 victorias de etapa, siendo líder de principio a fin. Un mito viviente, al que encontraremos luego cobrando los artículos de la tienda, como una quinceañera cualquiera. Un poco triste, pero es así…
Los pequeños ciclistas en plástico que vemos en la fotografía es otro detalle que emociona a los que de críos pasamos horas jugando con ellos imaginando grandes clásicas.
Pero los detalles son muchos y una visita rápida como la nuestra (el museo cierra a las 18,00 horas) no permitió descubrir muchos de ellos. No fue sino a la vuelta, viendo fotografías de otros compañeros, cuando pude apreciar más detalles como el adoquín que recuerda a cada ganador del Tour de Flandes. El de Stijn Devolder, ganador en 2008, ya estaba a punto.
Por muchas fotos que veáis y mucho que leáis, sigue valiendo la pena la visita al Centro del Tour de Flandes. Es un lugar de obligada visita para los amantes de la historia del ciclismo.
lunes, mayo 05, 2008
El anacronismo de la París Roubaix
La clásica más dura, "La dura de las duras" como reza el cartel que anuncia la París Roubaix junto al propio velódromo. Una prueba de otro tiempo, puesta en cuestión durante años, pero que de nuevo vuelve a estar de moda. Por eso, ya que estábamos en Flandes, no podíamos dejar pasar la oportunidad de acercarnos a Roubaix, territorio casi flamenco, y que ha visto numerosas victorias belgas. De hecho más que francesas.
Probablemente
Por eso, a pesar de la decepción, a pesar de no poder más que ver el propio velódromo y el gigantesco adoquín de una entrada, a uno le queda la nostalgia de las imágenes que cada año vemos por televisión. Y los años venideros, cuando vea el final de la clásica más dura, seguiré imaginando el velódromo más grande, más glamuroso, con más gente. Al fin y al cabo, forma parte de la historia del ciclismo.