jueves, enero 08, 2009

Fiorenzo Magni, el tercer hombre


Fue bonito hasta que dejamos de creer lo que veíamos. Era el Tour de 2001, uno de los 7 de Armstrong. Uno de sus gregarios favoritos se había emancipado. Hamilton se fue de casa y cogió los galones. Con el CSC corrió un Tour sensacional y ganó una etapa a la antigua, con un ataque lejano que nadie pudo echar abajo. Lo más increíble fue que esa victoria se produjo con la clavícula rota. Una proeza digna de otros tiempos. Digna, sin ir más lejos, del italiano Fiorenzo Magni. Mi gran amigo Luigi Candeli me explicó que hizo algo parecido en los años 50. Pero esto fue de verdad.
Esta es la historia de Fiorenzo Magni, el tercer hombre (traducción libre del artículo de Gianni Bertoli http://www.giannibertoli.it/S030.htm.)


“Los apasionados del cine y los mayores de sesenta años recuerdan sin duda “El tercer hombre”, película de de 1949 del director Carol Reed. Un thriller interpretado por Joseph Cotten, Alida Valli y un inolvidable Orson Welles. Tras la estela de este éxito, se pensó atribuir el apelativo de “el tercer hombre” a Fiorenzo Magni, tercer hombre del ciclismo italiano tras Bartali y Coppi.
El campeón toscano será conocido, de 1951 en adelante, con el sobrenombre de “El león de Flandes”, después de haber vencido y dominado la gran clásica belga por tres años consecutivos: 1949, 1950 y 1951. Eran los tiempos en los que se iba en tren con una maleta de fibra y con la bicicleta como equipaje, un billete numerado con la ciudad de destino. Se afrontaba la aventura sin técnico, sin mecánico y sin masajista. Alguna vez con algún gregario para hacer compañía. El Tour de Flandes era la carrera perfecta para las dotes de rodador potentisimo de Fiorenzo Magni que sabía afrontar la carrera con el máximo de concentración y de agudeza táctica.
Inteligencia, coraje y capacidad de sufrimiento fueron sin duda las grandes cualidades de Magni y por ello se le llamaba Fiorenzo Corazón de León. Para intentar competir con los otros dos (Coppi y Bartali) tenía que intentar aprovechar al máximo todas las ocasiones que tenía y la rivalidad que había entre ellos. Su estructura física los limitaba a una defensa extenuante en las grandes subidas, donde trataba de limitar los daños, para luego lanzarse a tumba abierta en el descenso.
Y fue así que consiguió el Giro d’Italia de 1948. El recorrido de la carrera rosa no tenía muchas subidas imposibles para un rodador como él. La etapa mas dificil habria sido la antepenúltima Cortina-Trento, con el Pordoi a cuarenta kilómetros de la llegada. Corria la voz de que Coppi y Bartali, habiendo decidido centrarse en el Tour de Francia, habrían decidido no esforzarse tanto en el Giro d’Italia, intentando jugárselo todo en la etapa reina dolomítica. En el caso de Bartali estaba más claro puesto que había renunciado al Tour de Suiza, mientras en el caso de Coppi al parecer estaba atravesando uno de sus recurrentes períodos de abulia, hasta el punto que finalmente ni siquiera fue al Tour de Francia.
Magni, aprovechando al máximo la situación, consiguió en la primera parte del Giro aventajar de forma consistente a sus dos rivales. Además, Gino Bartali se cayó en una de las primeras etapas y debía pensar más en sus problemas físicos que en dar batalla. Y así se llegó a la etapa Cortina-Trento con Ezio Cecchi con la maglia rosa, Magni a tiro de piedra y “los otros dos” con varios minutos de retraso.
En la cima del Pordoi, Magni pasó con más de 5 minutos de retraso sobre un Coppi por fin a la altura de las circunstancias. Se lanzó furiosamente en su persecución y llegó a Trento a menos de 3 minutos de Coppi. La maglia rosa era suya. Y ese fue el problema. La Bianchi reclamó porque Magni había recibido empujones en el Pordoi. Fue penalizado con 2 minutos y sin embargo mantuvo la maglia rosa por 11 segundos sobre Cecchi. La Bianchi consideró insuficiente la sanción y decidió abandonar el Giro el equipo al completo en señal de protesta.
Magni venció el Giro pero su alegría se desvaneció en la amargura. Recorrió las últimas dos etapas entre los silbidos y los insultos del público, y en el velodromo Vigorelli de Milan debió interrumpir la vuelta de honor al ver que el público lo escupía y que lo habia recibido al grito de “Fascista! Fascista!”.
Sinsabores y poca fortuna fueron factores recurrentes en la vida de Fiorenzo Magni. Nacido en Vaiano di Prato el 7 de diciembre de 1920, descubrió que podía ser ciclista ya con 17 años, cuando en una bicicleta de segunda mano podía aguantar a notables ciclistas profesionales como Bini y Cipriani. Y aquí llegó el primer golpe de mala suerte, la muerte de su padre. Para el joven Fiorenzo cambió la vida. Con coraje afrontó la situación y a pesar de las dificultades, siguió corriendo en bicicleta.
La primera confirmación llegó en 1940, con la guerra ya iniciada. El 10 de noviembre participó en el Giro de la provincia de Milan, haciendo pareja con Vito Ortelli neoprofesional por entonces). La carrera se disputava contra el reloj por parejas y consiguieron impornerse a parejas como Bartali-Favalli o Coppi-Ricci. Esta victoria le valdría un contrato de profesional en el equipo Bianchi, pero la guerra echó por los suelos todos sus sueños.
En 1945, acabada la guerra, vuelve a correr con el Pedale Monzese, pero la mala suerte vuelve a golpearlo. En el oscuro clima de la postguerra, se lanzan acusaciones sobre él hasta el punto de ser enviado a juicio por colaboración con banda armada por los hechos provocados por los neofascistas en Valibona, en la Toscana. La Unión Velocipedistica Italiana, suspende a Magni sin esperar el resultado del tribunal.
Aunque sale absuelto, pierde la temporada 1946 por entero. Con gran voluntad se siguió entrenando, pensando siempe en su retorno. En 1947 pronto destaca quedando séptimo en la Milan San Remo que venció Bartali sobre Cecchi. Vence en los Tres Valles varesinos y fue noveno en el Giro d’Italia, donde se convenció de poder ganarlo algún día.
Además de aquel amargo 1948, Magni coinquistó dos maglias rosas más: en 1951 controlando la carrera de principio a fin, y en 1955 con una histórica fuga con Coppi en la penúltima etapa, Trento-San Pellegrino, cuando la victoria final parecía ya en manos del joven Gastone Nencini.
Para volver a la mala suerte de este gran campeón, debemos recordar la retirada de la selección italiana en el Tour de 1950 por los hechos acaecidos en el Col d’Aspin. Magni era maillot amarillo después de los Pirineos. Faltaban todavía los Alpes, quizas no hubiera llegado a París, pero seguro que lo hubiera dado todo.
Tampoco el Campeonato del Mundo fue afortunado para Magni. En 1951, en Varese, parecía ya hecho: Magni estaba entre los ocho escapados que se iban a jugar el título al sprint. Con él estan otros dos italianos: Toni "Labròn" Bevilacqua y Giuseppe "Pipaza" Minardi, pero Minardi está exhausto y Bevilacqua, campeón del mundo de persecución en pista, quiere jugar sus bazas. Resultado: primero el suizo Ferdi Kubler, segundo Magni, tercero Bevilacqua. En 1954, en Luxemburgo, sprint de todo el pelotón. A Magni se le rompe el sillin y finaliza cuarto. Vence el desconocido aleman Heinz Muller. En 1956, en Copenaghe, circuito llano que finaliza con una escapada de 12 corredores. Primero Rik Van Steenbergen, segundo Rik Van Looy, duodecimo Magni a 30".
También la meta de Sanremo ha sido esquiva con Magni. A él le hubiera gustado la subida al Poggio y sobre todo su bajada. Su mejor resultado fue un segundo lugar en 1956, a contrapie del belga Fred De Bruyne.
1953 podía haber sido el año para ganar en Lombardía. Llueve a cántaros. Entra en Milan un grupo d de escapados entre los que Magni es seguramente el más rápido, pero de nuevo la mala suerte. Por la llivia la llega se traslada del velódromo de Vigorelli a la vecina calle Giovanni da Procida. Algunos cientos de metros antes de la meta, una señalización errónea hace que algunos corredores, entre los que está Magni, se equivoquen de calle. Primero es Bruno Landi, que solamente obtendría tres victorias en toda su carrera. Magni considera responsable a Torriani y durante algunos años, no le dirigirá la palabra.
Más allá de sus 79 victorias y de sus innumerables muestras de carácter, quizas la más grande gesta de Magni se produjo en el Giro d’Italia de 1956. En la etapa Grosseto-Livorno, cae en un descenso y se fractura la clavícula izquierda. El abandono parece inevitable. El día siguiente hay descanso y después la etapa Livorno-Lucca, 54 kilómetros contra reloj. Su mecánico Masi recubre el manillar de gomaespuma, le pone pomada con novocaina t sale a correr! El viejo león llega entre los 10 primeros. Dos días más tarde está prevista la cronoescalada de Bolonia al Santuario di San Luca. Magni no puede hacer fuerza sobre el manillar y entonces Masi tiene otra idea genial: quita el aire de un tubular, lo retuerce y fija un extremo al manillar mientras el otro extremo lo sujeta Magni con los dientes que, así, puede “tirar” del manillar. La mala suerte se ceba en Magni y en la etapa de Rapallo cae de nuevo sobre el hombro izquierdo y se fractura el húmero. ¡Y sin embargo no se retira! Sólo quedan cuatro etapas para finalizar el Giro y en la etapa Sondrio-Merano se escala el Stelvio. Magni no puede frenar con la mano izquierda. ¡Debe bajar el Stelvio frenando con la mano derecha y con los pies! En Merano primero es Cleto Maule, segundo Fiorenzo Magni. El Giro parece terminado con la victoria de Pasqualino Fornara, y en cambio al día siguiente se produce la mítica etapa del Bondone. Bajo la nieve, en una atmosfera irreal, se retira Fornara. Se retira también De Filippis, por unos kilómetros maglia rosa virtual. Learco Guerra, director del equipo Faema, para a Charly Gaul y lo mete en una tinaja de agua hirviendo. Gaul vence la etapa y el Giro, Magni es tercero en el Bondone y segundo en la clasificación general final. Una ver terminado el Giro debe llevar 40 días de yeso para curar sus fracturas.
Esta es la pasta de que estaba hecho Fiorenzo Magni “Corazón de León”

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