sábado, abril 19, 2014

Barcelona, un destino cicloturista inesperado



(Publicado en el n.1 de la revista Ziklo) 
Fotos: Sergi Ros de Mora www.rosdemora.com 

El cicloturismo no es sólo descubrir paisajes naturales bellísimos en la montaña o junto al mar. Una carretera pintada en gris sobre un fondo verde bosque o blanco nieve. El cicloturismo es también curiosidad, cultura, gastronomía, buen clima, sitios diferentes,  gente, carriles bici, incluso ciclismo urbano y lento. Una metrópolis como Barcelona es un reclamo universal, y una ciudad especialmente apetecible para ser descubierta sobre una bicicleta.

Barcelona es una de las marcas más potentes que existen en el mundo del Turismo hoy en día. No es casualidad que el número de turistas crezca cada año, incluso con la crisis. 7,5 millones de turistas en 2012, ¿no es impresionante? El parque hotelero tampoco para de crecer, más de 350 establecimientos, 65.000 plazas hoteleras. Cifras que no se detienen…

Sin embargo, el mensaje que recibimos de Barcelona en relación con la bici es contradictorio. Por una parte es una ciudad amigable con la bicicleta, kilómetros y kilómetros de carril bici, un sistema de uso de bicicleta como medio de transporte como el Bicing, una ciudad eminentemente llana junto al mar… Por otra parte, es una conglomeración urbana que asusta a cualquiera. Millón y medio de habitantes, casi cuatro contando el área metropolitana, muchos coches, tráfico, riesgo…

¿Hay algo más apetecible que pasearse con la bicicleta por el frente marítimo barcelonés desde Sant Adrià del Besós hasta el Hotel Vela pasando por la zona del Forum, la zona de la Vila Olímpica y la Barceloneta? Pocas cosas son comparables a esta experiencia, por eso hay miles de personas que cada día hacen ese trayecto en bicis baratas, en bicis urbanas, en bicis eléctricas, en bicis de montaña, bicis holandesas, e incluso en las nuestras, en bicicletas de carretera. El fin es disfrutar de la brisa marina, de las vistas, del olor a mar, del ambiente de playa que se respira en esa zona todo el año. Sí, definitivamente Barcelona es también un destino cicloturista de primerísimo nivel. No en el sentido que estamos acostumbrados, los stages cicloturistas invernales en zonas cálidas junto al mar, donde machacarse y entrenar duro, sino en un sentido más amplio, más turístico, más global.

Por otra parte Barcelona es una ciudad muy ligada al mundo del ciclismo profesional desde hace muchos años. No hace falta que nos vayamos al evento barcelonés por antonomasia, las Olimpiadas de 1992, cuya prueba en linea por cierto se disputó no en Barcelona sino en Vilafranca del Penedés, con triunfo del malogrado Fabio Casartelli. Como digo, prácticamente el único vestigio ciclista de las Olimpiadas del 92 es el Velódromo de Horta, actual sede de la Federación Catalana de Ciclisme.

No hará falta hablar de las Olimpiadas, pero sí de los Mundiales de ruta de fondo en carretera que se disputaron los años 1973 (vaya podium: Gimondi, Maertens, Ocaña, con Merckx cuarto) y 1984 (con victoria de Claude Criquielion, en otro mundial durísimo delante de Corti y Bauer). Siempre en Montjuic, donde también se disputaba la recordada Escalada a Montjuic, que se realizó de 1965 hasta 2007. Una prueba singularísima con su tramo en linea, su tramo contra reloj con la gente apoyando a sus ídolos ciclistas muy de cerca. Hay que recuperarla como sea, desde aquí un llamamiento a las Instituciones públicas para que apoyen su recuperación. No es tanto tema de dinero como de voluntad…

Montjuic, la montaña olímpica, que también ha sido escenario de muchos finales de etapa de la Vuelta a España, de la Volta a Catalunya, de la Setmana Catalana, también extinta. Hubo incluso una época que parecía que las etapas de Barcelona estaban malditas, casi coincidieron en el tiempo una polémica etapa de la Vuelta a España de 1999, cuando se produjo un plante de los corredores por la excesiva peligrosidad del circuito de Montjuic, con la no menos polémica etapa de la Volta a Catalunya del 2000 en la que el fuera de control 81 corredores casi provoca una debacle, únicamente salvados por una decisión injusta de los jueces. La Vuelta a España no volvería a Barcelona, y a Montjuic concretamente, hasta 2012.

Pero Barcelona no podía estar tantos años sin ciclismo y qué mejor manera de tenerlo que ser sede de la mejor carrera del mundo. Fue final de etapa en el Tour de Francia de 2009, ¿cómo olvidarlo? Ni la lluvia deslució ese día, en el que la participación ciudadana estuvo otra vez de diez. La etapa llegaba procedente de Girona y la meta casi llana en la recta del Estadio, sin pasar por la terrible rampa que sube al castillo de Montjuic. Meta que coronó a Hushovd por delante de nuestros Freire y Rojas, qué lástima no haber imitado a José Pérez Francés, que en el Tour de 1967, ganó la etapa Ax les Thermes-Barcelona después de una de las escapadas más largas de la historia de la Grande Boucle. Reminiscencia del paso del Tour por Barcelona es la actual marcha cicloturista Barcelona-Andorra, consolidándose año tras año, sobre el mismo recorrido que siguieron los ciclistas en 2009.

Montjuic es una montaña tan barcelonesa y tan ligada al deporte, que los alicientes se multiplican: Estadio Olímpico, Palau de Sant Jordi, Museo Olímpico, Piscinas Picornell (sí, las de las fotos impresionantes de los saltadores con Barcelona al fondo). Y más allá de lo deportivo las Fuentes, el MNAC (Museu Nacional d’Art de Catalunya), el Palau Nacional o el Poble Espanyol.

No me resisto a hablar de la Barcelona ciclista sin citar la otra montaña ciclista barcelonesa por antonomasia: El Tibidabo. Cualquiera que haya empezado a pedalear en bici de carretera y haya salido desde Barcelona, tiene el Tibidabo su destino inicial y su lugar para medirse. La Montaña mágica barcelonesa es accesible hasta por 5 vertientes: Arrabassada, Peu del Funicular, Sant Cugat, Les Planes e incluso desde Molins de Rei por La Creu d’Olorda, en la vertiente menos transitada y más solitaria. No puedo tampoco olvidar el espectáculo de la Volta a Catalunya de 2007 con la llegada en la terrible rampa del parking del Tibidabo, con Samuel Sánchez venciendo en un esfuerzo agónico a Vinokourov. El Tibidabo es un clásico en la Volta a Catalunya, cómo no. La Volta, la prueba que nos queda, la decana, que siempre ha estado al lado de la capital catalana.

El Tibidabo (“Te daré” en latín, fueron las palabras del Diablo a Jesús, que le ofreció todo lo que desde una montaña muy alta estaba a la vista “Todo esto te daré si te postras y me adoras””) es la montaña visible desde toda la ciudad, con su iglesia iluminada por la noche, ofreciendo un increíble y bellísimo espectáculo. El parque de atracciones junto a la iglesia cierra un  círculo perfecto que mitifica la montaña ya desde la más tierna infancia.

¿Por qué no hablamos del clima? En esta ciudad maravillosa se puede practicar el ciclismo todo el año. Incluso en los días más crudos de invierno, los ciclistas barceloneses del norte salen por la NII dirección Costa Brava, los del Sur salen dirección Sitges, para buscar las Costas de Garraf. Los fines de semana de todo el año las vías de salida de la ciudad están repletas de ciclistas: la carretera de La Roca, la Nacional II, la autovía de Castelldefels, el Tibidabo y el Forat del Vent, la otra subida que es vía de la salida de la ciudad y que tiene a sus pies el Velódromo precisamente.

No podemos hacer una referencia a la Barcelona turística sin hablar de gastronomía. La calidad y la variedad de la restauración en Barcelona está fuera de toda duda, y es por sí mismo un potente reclamo. Y para nosotros los amantes de la bicicleta un complemento ideal. La mejor cocina mediterránea la podemos encontrar aquí.

Los alicientes de Barcelona son tantos… Uno más. Otro lujo que tiene esta ciudad. El río Besós, otrora zona degradada y maloliente, se ha convertido en un fantástico parque fluvial en el que conviven amplias zonas de césped excelente con un carril bici asfaltado de más de 5 km que llega hasta Montcada. Ahí se junta gente caminando, patinando, corriendo, en bicicleta… Todo un lujo de zona deportiva inmensa donde el deporte es el protagonista. Y además de forma segura, puesto que los vehículos a motor no tienen acceso.

¿Cómo es posible? Hasta ahora hablando de la Barcelona turística y aún no hemos hablado de la Sagrada Familia, de la Casa Batlló, de La Pedrera, del Parque Güell, la Catedral, el Borne, La Boquería, el Liceo, Las Ramblas, el Camp Nou… No se puede cerrar la lista. Todas esas atracciones se pueden descubrir sobre la bici mucho mejor que en coche (¡imposible!), andando o en transporte público.

Con todas las piezas que hemos nombrado hasta ahora, y muchísimas más que pueden ser turísticamente más que apetecibles, se puede componer un puzzle fantástco, y montar una ruta que en unos 70 kilómetros permite dar un repaso completo a la ciudad. En esos 70 km hay espacio más que suficiente para el turismo pero también para la exigencia física, las rampas de Montjuic no admiten medias tintas, hay que darlo todo, y la subida al Tibidabo aunque no demasiado dura también es de las que te hacen sufrir. Contemplar las magníficas vistas aéreas una vez arriba es la recompensa al sufrimiento.

Barcelona, una ciudad cosmopolita que os espera todo el año, para pedalear y también para conocer tantas cosas interesantes de la ciudad. Barcelona, la ciudad que cada vez que el ciclismo llega se vuelca con él. Una ciudad para sentirse orgulloso. La ciudad que un día, seguro, volverá a tener la Escalada a Montjuic. Y tendrá otra vez el Tour de Francia, se habla incluso de un “Gran Depart”.  La propia ciudad y su gente se lo merecen.

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