De Dolomites 2011 |
José Manuel Fuente , posiblemente el mejor escalador español de la historia, respondía así a la pregunta de cuál era el puerto más duro que había subido alguna vez: “El Gloscone (respondió literalmente, por Grossglockner). Lo subimos en el Giro del 71 (en mi primer año como profesional) y la etapa la ganó Pierfranco Vianelli (Campeón Olímpico en México y 7º en el Tour del 69). Recuerdo una sensación extraña subiendo aquel puerto, algo así como estar escalando una cuesta sin fin, algo que no se acaba nunca; era un puerto, creo, de unos 30 km. y con rampas del 14%. Aquel año era la Cima Coppi y me lo ganó Vianelli. Estábamos en la frontera con Austria y de verdad que lo pasé muy mal, aunque aquel año terminase ganando la montaña.”
Este año 2011 el Grossglockner volvió a ser incluido en el recorrido del Giro d’Italia, después de 40 años. En un recorrido que, procedente de Italia, tenía 167 km e incluía las ascensiones al Monte Croce Carnico (Plöcken Pass en alemán) y la tachuela del Iselbergpass. En el mes de Mayo, la subida nos ofreció unos paisajes nevados grandiosos, que fueron testigos de la superioridad incontestable de Alberto Contador, que cedió la victoria a José Rujano. La meta se situó en el llano anterior a la subida final al Refugio Franz Joseph Hoche. Ese lugar, una explanada con un parking enorme, es ideal para albergar toda la infraestructura que requiere un final de etapa de estas características. Allí las vistas no son excepcionales. Lo que sí se ve es la tremenda última rampa que en un par de kilómetros alcanza el Refugio. Una rampa constante superior al 13% dentro de una galería que acaba con las fuerzas de cualquiera.
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La historia de esta carretera se remonta a 1922, año en que un grupo de expertos austríacos tuvo la visión de hacer esta carretera “para estimular el turismo y atraer a gente de gran poder adquisitivo”. La carretera seguía el trazado de un camino de antigüedad secular, que ya había sido pisado por los soldados romanos y celtas. Sin embargo Austria, tras la derrota en la 1ª Guerra Mundial, no podía financiar el proyecto y no fue hasta 1929 que la crisis provocó que la construcción de la carretera se convirtiera en un proyecto para crear empleo. En 1930 empezaron las obras y el 3 de Agosto de 1935 se inauguró la carretera del Grossglockner.
Es una subida cuya historia en relación con el deporte se remonta muchos años atrás. La primera carrera de coches tuvo lugar el día siguiente a su inauguración, con 75 pilotos participantes. Siempre ha sido lugar de carreras de coches, motos o bicicletas. La Vuelta a Austria hace obviamente una visita anual al Hochtorpass en su recorrido.
Se estima que unos 20.000 ciclistas pasan cada año (cada verano más concretamente!) por esta carretera, siendo uno de los destinos favoritos de los cicloturistas europeos. Cubierta de nieve durante todo el invierno, hoy en día con 5 máquinas y 10 personas, en 15 días la carretera queda abierta al tráfico. En 1938, se necesitaban 70 días para que 350 personas quitaran manualmente la nieve acumulada...
Hay servicios que facilitan a los ciclistas su escalada. Existe también la posibilidad de tomar el tiempo entre Ferleiten y la Fuscher Törl (lo que se denomina la etapa reina del Glockner), mediante un sistema de cronometraje automático (solo antes de las 9.00 y después de las 15.00 horas). Por un módico precio de 2 Euros sabréis el tiempo exacto de vuestra escalada y éste aparecerá también en Internet a los pocos minutos. Al regreso a Ferleiten hay dos duchas (para hombres y mujeres) donde poder refrescarse tras el esfuerzo.
Pero hay que decir que el verdadero paso de montaña es el Hochtorpass (incluido en el reto BIG, por supuesto), con su túnel en la cima, a una altitud de 2.504 m., que da paso a la vertiente norte, desde la que se puede llegar a otro de los destinos que no os podéis perder, el Edelweisspitze, realmente el punto asfaltado más alto de esas montañas, a 2571 metros. Dos kilómetros adoquinados es el remate final para llegar a este punto culminante, desde la Fuscher Törl.
Nosotros íbamos con la intención de subirlo todo, Hochtor, Refugio, Edelweisspitze... pero la realidad fue que imitamos la etapa del Giro casi al 100% y cuando llegamos a los pies del Hochtor ya habíamos dejado casi todas la fuerzas. Cada uno subía como podía. Siempre hay que buscar el lado positivo de las cosas y a pesar de las escasas fuerzas que me quedaban por lo menos daba las gracias de que el tiempo nos hubiera acompañado y nos hubiera permitido llegar tan arriba, cosa que no estaba tan clara cuando salimos de Italia. A partir de la rotonda que separa los caminos del Refugio y del paso del Hochtor sigo hacia el Hochtor y las cosas se ponen realmente feas, una rampa impresionante de la bienvenida a los últimos kilómetros y a una velocidad mínima paso unas motos de época que nos habían pasado unos kilómetros antes y que ya no podían con la pendiente ni con sus orondos y disfrazados conductores. Si no podía el motor de la moto, mi motorcillo estaba también en las últimas. Me agarro a cualquier estímulo para poder continuar unos metros, pero el aliciente de llegar a Sergi, al que veo haciendo fotos por delante y el aliciente de ver a Julià por detrás, no son suficientes para vencer la tentación de echar pie al suelo. Poco a poco el aire sopla más fuerte y es más frío. Sólo tengo ganas de llegar, ver el túnel de la cima y hacerme la foto junto al cartel. Cuando llego mis compañeros no están y me dice Sergi que por allí no han pasado. Se han ido directos al Refugio Franz Joseph Hoche, seguro. No queda otra. Después de comprar algunos souvenirs en la tienda nos vamos a buscarlos al Refugio. No nos ponemos de acuerdo en qué tramo es más duro, si el final del Hochtor o los últimos kilómetros hasta llegar al Refugio, buen debate organizamos...
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El frío fuera es intenso, tanto que incluso acortamos la sesión de fotos habitual. La vertiginosa panorámica podemos apreciarla también desde las cristaleras del restaurante, y en algún momento las nubes incluso nos permiten ver el pico del Grossglockner.
En fin. Una experiencia de las que recordaremos durante años. Un recorrido que podría situarse sin duda en las primeras posiciones de los recorridos más espectaculares que se pueden hacer en bici. En competencia, sí, con algunos recorridos en los vecinos Dolomitas, pero la subida al Hochtor Pass y las vistas desde el Refugio Franz Joseph Hoche son la “creme de la creme” del cicloturismo en el mundo. 20.000 ciclistas al año no pueden estar equivocados.
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