(Publicado en el n.48 de la revista Pedalier)
Etienne y Eric. Eric y Etienne. Belgas. Son dos de los nuestros. Grandes viajeros. Ciclistas fuertes que aman la montaña, gente apasionada que luchó el año pasado por conseguir finalizar el reto de su vida. Y ambos lo consiguieron.
Imaginad que os planteáis un desafío monumental. Una empresa cuya ejecución os puede llevar toda la vida. No sé, leer toda la obra de los premios Nobel de Literatura, coleccionar todas las monedas del mundo, dibujar vuestro árbol genealógico remontándoos hasta la Edad Media o subir todos los 8.000 del planeta (ya nos vamos acercando), o completar el reto BIG, aquel que consiste en ascender en bicicleta las 1.000 subidas que contiene la Superlista y que incluye las subidas más duras y más hermosas de todo el mundo.
Hace más de 25 años alguien fue capaz de imaginar esa idea, el también belga Daniel Gobert. Y hace muy poco, este año 2011, dos personas, casi de forma simultánea, han sido capaces de finalizarla con éxito. Es un reto de tal magnitud que se me hace difícil hacerme a la idea.
Una pasión tan descomunal como la de ellos por la cicloescalada sólo puede entenderse desde un lugar llano donde se mitifican las montañas. Por eso el BIG también nació en Bélgica. Por eso de los más de 4200 miembros del reto (a mes de Mayo de 2012), más de 1100 son holandeses. Algo que les es tan lejano les resulta obsesivamente sugerente.
¿Cómo empezaron en esto del BIG? “Sería el año 1988, me inscribí a la Vuelta a Escandinavia, quería descubrir otros horizontes más allá de las carreteras francesas. Ese viaje fue organizado por un tal Daniel Gobert, el creador del BIG”, cuenta Etienne Mayeur . El caso de Eric Lucas no fue muy diferente: “Para celebrar el final de mis estudios, decidí tomar parte en un ruta transpirenaica organizada por un club ciclista de Namur. Allí conocí a Daniel Gobert en el año 1986. Por tanto no descubrí el BIG, ¡estaba en el redil antes de su nacimiento!”
Bajo mi punto de vista ¿qué es fundamental para formar parte del reto? Obviamente ser un gran aficionado a subir montañas con la bicicleta. Pero más allá de esa respuesta trivial, básicamente hay suficiente con ser un soñador. Un aventurero. Tener ganas de viajar, conocer mundo, realidades diferentes. Tener una ilusión. Estar siempre planeando tus próximos viajes, buscando en los mapas los objetos de tu deseo. Pero lo bonito de esto es que cualquiera puede afiliarse, todo el mundo es bienvenido a este club de soñadores.
En una reciente encuesta a los miembros del reto BIG, los dos principales inconvenientes para poder añadir más subidas a la lista de logros personales, son el tiempo y el dinero. Pero no os penséis que es un reto de gente adinerada. En absoluto. Los encuentros anuales de los miembros del BIG son una clara muestra de ello. En estos encuentros no se ven grandes bicicletas ni el material más moderno. Hay absolutamente de todo, desde ciclistas de alforja acostumbrados a grandes rutas con su tienda de campaña encima, hasta aventureros con su caravana, pasando por ciclodeportistas más competitivos. Los encuentros del BIG se acostumbran a celebrar en albergues de juventud y con una austeridad absoluta. Se trata mayoritariamente de gente muy viajera eso sí, pero que en sus viajes no necesita más que... su bici y las montañas.
Es cierto que hay subidas realmente remotas (cada vez que pienso que tendré que ir al Cabo Norte-BIG n.8, me entra una mezcla de pereza, ansiedad y ganas), y que hay 50 subidas en los países escandinavos y 50 más en la Europa del Este, pero se trata más de una cuestión de aventura que una cuestión de dinero.
Imagino a cualquiera de nosotros en su primer viaje a los Pirineos, y después de una semana machacándose por las montañas, apuntarse al reto BIG y descubrir que sólo lleva 7 ó 10 BIGs. Es fácil que cunda el desánimo al pensar que tiene que hacer 100 veces eso para conseguir el reto. Pero lo mágico que tiene subir montañas es que te engancha de una manera que no puedes evitar y cada vez quieres más y más, y quieres que sean diferentes.
La vida de Etienne Mayeur está marcada por la muerte de su padre, la persona que le inició en el mundo de la bicicleta. Raymond Mayeur murió de forma inesperada el año 1993 y desde entonces Etienne prometió acabar el reto en homenaje a él. Una de las mayores satisfacciones de haber conseguido llegar al número 1000 de subidas conseguidas es haber cumplido su promesa.
Eric por su parte es profesor de Ciencias Sociales y ha vivido 12 años en Túnez e Israel, lo que frenó temporalmente su carrera en busca de las 1000 subidas.
Aquí en España ya somos más de 280 locos que nos hemos inscrito al desafío (¿te apuntas? http://www.challenge-big.eu/ ). Y cada uno en la medida de sus posibilidades buscamos nuestros pequeños retos hasta que algún día podamos decir que ya hemos hecho todo el trabajo. Luchamos por ser el primero en conseguir las subidas de la Península Ibérica, luchamos por entrar en el top 10 del país, luchamos por estar arriba en la clasificación de la subidas conseguidas el año en curso...
Y tenemos un pionero en este tipo de subidas que ya ha sumado más de 500, es Frederic Rafols, un aventurero que ha hecho cosas tan singulares que ha publicado ya varios libros sobre subidas en bicicleta. Yo pronostico que puede ser el primero de nuestro estado en conseguirlo. Él me dice que no… Muy cerca de él está su compañera Núria Escuer con 482 que además es la primera mujer de las más de 160 inscritas, por delante de ciclistas como Jeannie Longo o Maria Cannis. Entre los hombres también hay miembros del BIG tan prestigiosos como los exprofesionales Kut Van de Wouwer, Michael Boogerd o nuestros Eduardo Chozas y Carlos Sastre.
Dicen los libros de crecimiento personal que la meta es el camino en sí mismo, no el destino. Qué gran verdad. Y el desafío BIG es un buen ejemplo. La organización del BIG ha entregado un pequeño recordatorio a los ganadores para celebrar la consecución de las 1000 subidas. Pero cualquiera puede entender que esa no es la recompensa que buscaba ninguno de ellos. La verdadera recompensa es el recuerdo de todos los kilómetros hechos sobre la bici, y también en el coche. El recuerdo de haber coronado tantas y tantas subidas, algunas identificadas con su cartel, otras sin identificar. Unas perfectamente señalizadas desde la base, otras que ha habido que descubrir con los mapas topográficos del país correspondiente. Nada menos que 45 países y 5 continentes sobre los que han tenido que pedalear.
Un dato interesante y muy curioso, para los que catalogamos las subidas y siempre estamos comparándolas. Preguntados los dos belgas sobre las subidas más duras que han hecho, se produce una extraña coincidencia puesto los dos señalan el Passo del Telegrafo (o Punta Veleno, recientemente inaugurada para el ciclismo profesional en el Giro del Trentino) en Italia y el Oschenik See en Austria como las más duras que han subido. Eric añade el Angliru a esa lista personal de reyes de la dureza. Ya lo sabéis, ellos saben de qué hablan...
La pequeña carrera por conseguir ser el primero en terminar la ganó Etienne Mayeur el día 9 de Septiembre de 2011 al subir el Alpe di Neggia, en la Suiza de habla italiana, en compañía de otro miembro ilustre del Big, Jules Dejace.
Eric no toma su segunda posición como una derrota “Según mi lógica, yo soy el primero en terminar mis 1000 BIGs. Nadie ha subido ninguno por mí”. Esa frase resume el espíritu poco competitivo que se respira en esta asociación. El orgullo por haber sido capaz de finalizar es más que suficiente.
Etienne y Eric asumen algunos trabajos en el reto BIG, están implicados en su organización. Etienne es el encargado de la zona 12 (50 subidas libres que hay que hacer fuera de Europa: en Africa, America del Norte, América del Sur, Asia y Oceanía, 10 en cada continente). Eric tiene a su cargo otra tarea, el grupo para filtrar nuevos BIGs, y de comprobar la coherencia de la lista, puesto que si bien se trata de una lista cerrada de subidas, se producen pequeñas modificaciones en función del deterioro de algunas carreteras, o la prohibición de la circulación de bicis en algunas otras.
Eric y Etienne. Etienne y Eric. Siento mucha envidia sana. Admiro lo que han hecho. Quisiera haber vivido y viajado todo lo que ellos. Pero al mismo tiempo no deja de causarme una cierta angustia imaginarlos ya sin un objetivo. Algo que les ha mantenido vivos todos estos años.
“¿A partir de ahora? Mi futuro ciclista es un interrogante. Está claro que nunca más voy a asumir un reto parecido, pero no me imagino sin hacer nada, si no subiría los muros... de mi casa.” Dice Etienne. Eric dice “Yo iba en bicicleta antes del BIG, he practicado mucha bicicleta de montaña durante el BIG y habrá una vida deportiva después del BIG. Además, en 2011 he descubierto algunos futuros BIGs en la República Checa y sobre unas 50 subidas danesas. En otoño he redescubierto algunas subidas en las Ardenas belgas.”
No puede ser. Este tipo de gente (como nosotros, los que leemos esta revista) buscará nuevos retos. Es gente inquieta. Algunos de nosotros aún no hemos terminado este reto y ya estamos empezando otros. Y todos tiene que ver con viajar y con la montaña. Y con aprender.
Finalmente, el desafío BIG ya tiene vencedores. Entregaron una parte muy importante de su vida a cambio de conseguir un sueño. ¡Felicidades!