(Publicado en el n.55 de la revista Pedalier)
Ya de entrada hay que dejar claro que más allá del cicloturismo, Sicilia supone un destino que tiene muchos más alicientes. El ciclista sí, por supuesto, pero también el estar en la ladera de un volcán en activo, pasear junto a templos griegos perfectamente conservados, visitar enclaves que son Patrimonio de la Humanidad. Y sobre todo, poder comprobar la hospitalidad siciliana, el carácter acogedor de su gente, sus conversaciones interminables, su fantástica comida y un tiempo climatológico excepcional del que se puede disfrutar todo el año.
Antes de proseguir hay que decir que nuestro guía en la isla, Jerry de Concilio, de la empresa de alquiler de bicis Veloce, hizo posible que pudiéramos aprovechar absolutamente cada minuto de nuestra estancia en la isla. Sin su apoyo (¡y sin su bici!) no hubiéramos podido disfrutar de estos días maravillosos. Cuando uno viaja hay que aprovechar cada minuto, el tiempo es nuestro bien más preciado. Y cuando se trata de visitar una isla de 25.000 km2 (la cuarta mayor del Mediterráneo) en poco más de cuatro días, hay que intentar el milagro de que el tiempo se estire.
A nivel logístico, destacar que aunque sea posible llegar desde cualquier punto peninsular de España a Sicilia con el propio automóvil, (atravesando en Ferry el estrecho de Messina), obviamente la distancia es muy importante, por lo que es mucho más recomendable coger el avión. Actualmente las posibilidades de volar a Sicilia pasan por llegar a los aeropuertos de Palermo (el más importante), Catania o Trapani (secundario, el que utiliza Ryanair).
Las habitaciones donde nos alojamos estos días pertenecían a diversos Bed & Breakfast, una modalidad a la que no estamos acostumbrados aquí en España, pero que funciona muy bien en Italia, es una opción más que confortable y a unos precios asequibles. En los B&B en los que estuvimos nosotros la decoración estaba muy cuidada. Otra solución para alojarse cuando una visita Sicilia es el agroturismo, muy parecido a los hoteles de Turismo rural a los que sí estamos acostumbrados nosotros, pero obviamente en zonas rurales alejadas de las principales ciudades.
Este es el detalle de las etapas ciclistas que realizamos y de las experiencias que vivimos en Sicilia.
Día 1
Cuando uno aterriza en el aeropuerto de Falcone Borsellino en Palermo de inmediato debe recordar que quien da nombre al aeropuerto son dos jueces antimafia, asesinados por la Cosa Nostra en el año 1992. ¿Un aviso? No, Sicilia es un destino muy seguro para el turista. ¿Cómo alguien podría poner en riesgo una fuente de ingresos tan importante como el turismo?
Llegamos con un clima fantástico, un sol primaveral, y una sensación, que siempre me invade cuando viajo a Italia, de estar como en casa. Sicilia es el Mediterráneo en esencia.
Acabamos de llegar y había que comprobar la bici, ajustar medidas, subirse y empezar a pedalear antes de que el sol se pusiera. La idea era subir el Monte Pellegrino, la clásica subida del ciclista palermitano. Sólo que nosotros, viniendo desde el aeropuerto, la íbamos a subir por la vertiente de Mondello (localidad de veraneo de las más prestigiosas de Sicilia). La subida ofrece unas espectaculares vistas sobre Mondello y el Monte Gallo, con algunas curvas cerradas artificiales que le dan personalidad a la ascensión.
Al coronar, tras pasar por el Santuario de Santa Rosalía, patrona de los habitantes de Palermo, se suben los últimos 500 metros que llegan a la última y durísima rampa final que deja a los pies de la imagen de Santa Rosalía, desde donde se ve, ahora sí, la capital siciliana y una buena parte de la costa norte de la isla.
El descenso por la vertiente palermitana es muy rápido, y se caracteriza por el adoquinado en alguna de las curvas de herradura, donde se refleja el sol que está a punto de ponerse. Es una bonita forma de cerrar el primer día, bien aprovechado. Sólo llegar ya hemos subido el primer puerto, pero no tendremos demasiado tiempo para visitar Palermo, la Catedral Santa Maria la Nuova, o el mercado de La Vucciria. Dormimos en un B&B muy cerca del puerto y del centro, en una ubicación privilegiada.
Día 2
A pesar del supuesto buen tiempo que Sicilia asegura durante prácticamente todo el año, las previsiones ya apuntaban algunos problemas esta primera semana de marzo en que visitamos la isla. Por eso programamos la subida al Etna, que debía ser el punto estrella de nuestra excursión cicloturista, el día siguiente a nuestra llegada.
Habíamos quedado en Nicolosi con Davide, un amigo de Caltagirone, puesto que nos había sugerido subir al Etna por esa vertiente. 19 km a un desnivel medio del 7%.
En las más de dos horas de trayecto en furgoneta entre Palermo y Nicolosi no es hasta Enna que conseguimos ver el Etna en la distancia. Impresionante, muy nevado. Diversas amenazadoras fumarolas no cesan de echar humo en la distancia, que destaca sobre el cielo azul.
La subida por Nicolosi empieza a los 685 metros, con lo que el desnivel total a salvar hasta alcanzar los 1.892 metros del Rifugio Sapienza es de 1.207 metros. Obviamente uno puede endurecer la subida al Etna simplemente con empezar en cualquier punto de la costa y el desnivel se va hasta los 1.900 metros. La subida en sí no es excesivamente dura y me sirve para compartir experiencias ciclistas con Davide, gran conocedor de la zona, especialmente en BTT, otra sugerente posibilidad para conocer el volcán siciliano. Es más, si en vez de la flaca cogéis la de las ruedas gordas podéis llegar hasta los 2.920 metros del Rifugio Torre del Filosofo, muy cerca ya de los cráteres, a cuyo borde podréis llegar con la compañía de un guía experto de la zona.
A estas alturas del año, el Etna se ve muy nevado a lo lejos. A medida que uno va subiendo por esa magnífica carretera superamplia, la vegetación se convierte enseguida en cenizas y restos de lava, un paisaje lunar muy característico. Ya hacia el final, la nieve se va acumulando en las cunetas y el aire se hace gélido. El día se mantiene soleado aunque las nubes van apareciendo en la vertiente oriental de la montaña. En la cima las fumarolas del volcán se confunden con las nubes y la visión inicial, espectacular, se va disipando. Pero voy a tener suerte y voy a poder coronar el Etna, cosa que mi amigo Frederic Rafols no ha podido hacer en dos viajes a la isla. Una vez más me siento afortunado. Coronar el Etna ya vale por todo el viaje.
Después de un buen rato disfrutando del momento en el Rifugio Sapienza, mítico refugio de montaña desde donde parten los telesillas hacia la parte superior del volcán (os recuerdo que su altitud es de 3.345 metros en su parte más alta), decidimos bajar por la vertiente de Zafferana Etnea, donde paramos a comer un espléndido panino de carne de caballo.
Para completar el día, había que descubrir otra subida, más modesta eso sí, pero con unas pendientes y unas vistas espectaculares. Se trata de la subida a Castelmola. Se inicia la subida en Giardini Naxos, no son más de 8 km. pasando por Taormina, pero las primeras rampas son duras de verdad, de las que le gustan a Purito Rodríguez.
Una vez en la localidad de Castelmola tenéis que visitar el bar Turrisi, un bar muy peculiar del que no os puedo dar más detalles. Tenéis que descubrirlos vosotros mismos.
Esa noche dormimos en Giardini Naxos. Un descanso merecido tras una cena espléndia, limoncello incluido.
Día 3
El programa del tercer día contenía la subida a dos colosos sicilianos desconocidos, incluidos en el reto BIG. El primero de ellos, Sella Mandrazzi, que sube hasta los 1.125 metros, y el segundo Portella Femmina Morta, a 1.564 metros.
La subida a Sella Mandrazzi por su vertiente sur se inicia en Francavilla de Sicilia. Una subida muy interesante desde incluso antes de su inicio, puesto que en la zona llana anterior a Francavilla podemos apreciar la atracción turística que supone la garganta del río Alcántara, que fluye entre paredes de basalto de más de 20 metros. Desde el aparcamiento es posible bajar en ascensor hasta el lecho del río. Otro aliciente no ciclista por experimentar.
Como digo Sella Mandrazzi es una subida espectacular, muy panorámica, con zonas desde las que se puede ver una amplia perspectiva. Es una gozada subir un puerto así. Casi al final, justo cuando las pendientes se suavizan y la carretera queda encerrada por el bosque, el tiempo se complica y nos recuerda que en invierno, por mucho que estemos en Sicilia, puede hacer frío a 1.125 metros (por ser exactos). La bajada de Sella Mandrazzi nos obsequió con el paso por uno de los pueblos más bellos de Italia, como es Novara de Sicilia, donde nos detuvimos a comer unos paninos con mortadela, salami y queso (¿cómo puede ser la mortadela tan buena y tan diferente a la que nosotros estamos acostumbrados?). La bajada también nos deleitó poco más tarde con un magníficas vistas sobre la costa norte y las Islas Eólicas y sus volcanes Stromboli y Vulcano.
La segunda subida del día era Portella Femmina Morta, un verdadero coloso. Sólo decir que tiene un desnivel de 1500 metros (más que el Tourmalet!) ya sitúa la magnitud del puerto a cualquiera que sepa de esto. Cierto es que en ningún momento existen pendientes fuertes, ya que la subida es nada menos que de 34 kilómetros (desde el nivel del mar, desde Sant’Agata de Militello), pero se hace interminable. Especialmente dura su primera parte, hasta San Fratello, en la que todavía se ve el mar y el aire sopla tanto que por un momento dudo si podré coronar. Una vez pasado San Fratello la nieve a los lados de la carretera empieza a aparecer a unos 1.000 metros de altitud. Hace frío y la niebla lo cubre todo. ¿Estoy en Sicilia o dónde narices me he metido? No recuerdo gran cosa más excepto, eso sí, el sufrimiento extremo que me costó solamente coronar este puerto, entre la nieve de las cunetas y con la luz antiniebla de los coches.
Una vez coronado el puerto, siempre con prisas, subimos a la furgoneta e intento entrar en calor después de tres horas de subida. Ponemos rumbo a Giardini Naxos, donde dormiremos de nuevo, aunque antes paramos en Bronte, ciudad conocida por los pistachos. Parada obligatoria para degustar algunos dulces de pistacho y una arancina. Hay que recuperar fuerzas.
Día 4
Durante la noche nos despierta la lluvia. Una lluvia potente que al salir a la calle descubrimos que no era solamente agua, había llovido ceniza del Etna, algo a lo que los lugareños están acostumbrados pero que a nosotros nos sonó de lo más curioso, sobre todo el sonido característico de las pisadas sobre la ceniza, que por cierto también adornaba todos los coches. El monstruo había rugido durante la noche.
Como ya se venía anunciando durante toda la semana anterior, la lluvia no paró de caer en todo el día. Uno siempre tiene la esperanza de que las previsiones no sean del todo exactas y que cuando la previsión es de lluvia haya una pequeña ventana de nubes que nos permita coger la bici, pero en este caso las previsiones fueron de lo más certeras.
Nuestro plan A era subir a Piano Battaglia Carbonara, el techo de los Montes de Madonie, a 1.645 metros de altitud, tras una larga y dura ascensión, donde hay unas pistas de esquí (sí, en Sicilia hay pistas de esquí y no sólo en el Etna). Pero, obviamente, con las previsiones existentes ya teníamos dibujado un plan B. Y ese plan consistía en la ruta de la mafia. ¿Cómo va a ser posible una visita a Sicilia sin aproximarnos a La Cosa Nostra? Nuestra aproximación, sin embargo, fue básicamente cinematográfica, a lugares que inmortalizó la película de culto “El Padrino”, con la visita a Savoca (al Bar Vitelli, donde Michael Corleone conoce a Apollonia) y a Forza d’Agrò (donde está la iglesia donde se casó Al Pacino- Michael Corleone). Especialmente interesante desde el punto de vista ciclista es Forza d’Agro, puesto que a una altitud de 450 metros, se llega tras una espectacular ascensión de 5 km con unas vistas espectaculares sobre la costa y sobre el Castillo de Sant’Alessio Siculo.
El Plan B tenía una segunda parte tras la comida, que consistía en visitar por la tarde otros destinos turísticos también muy atractivos, como son Caltagirone, Piazza Armerina y Caltanisetta. En Caltagirone es famosa su cerámica y en concreto su punto culminante es la Escalera de Santa María del Monte. De Piazza Armerina destaca sobremanera la Villa Romana del Casale (Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), y de Caltanisetta, el Palacio inconcluso de la familia española Moncada, herencia de la presencia española en Sicilia.
Dormimos finalmente en un espléndido B&B de Caltanisetta, relativamente cerca ya de Agrigento, nuestro destino al día siguiente.
Día 5
El día de nuestra despedida, pero al mismo tiempo uno de los días más esperados, puesto que íbamos a visitar el Valle de los Templos en Agrigento, un lujo desde cualquier punto de vista. Por supuesto también Patrimonio de la Humanidad.
La idea inicial era hacer en bici los 95 kilómetros sin excesivo desnivel que separan Agrigento de Selinunte, 95 kilómetros cerca del mar para rodar, aunque no completamente llanos. Pero una vez en Agrigento, el Valle de los Templos merece una visita que podríamos prolongar tanto como quisiéramos, viendo de cerca los Templos de la Concordia, el Templo de Hércules, el Templo de Juno... ¿Cómo vamos a estar ahí, haciendo las magníficas fotos que veis, y no visitar en profundidad esta maravilla? Eso sin embargo arruinó el día a nivel ciclista, en el que también habíamos previsto acercarnos a Trapani y subir el bonito pueblo medieval de Erice.
Por esa extraña ley de la atracción que se produce entre ciclistas, compartimos charla con uno de los guías del Valle de los Templos, Franco, que nos habla del circuito del Mundial de 1994, que venció Leblanc por delante de Chiappucci y que terminó allá en el Valle de los Templos, cerca del cementerio. También nos habla de la concentración que llevó a cabo en esa zona el equipo Liquigas, con el siciliano de Messina Vincenzo Nibali. Y muchas cosas más que podríamos haber aprendido si el tiempo no se nos echara encima. Otra vez se pone de manifiesto la hospitalidad siciliana.
Pero el avión no espera y debemos trasladarnos a Palermo, donde coger el avión de vuelta a Barcelona.
Sicilia me ha enamorado. Sé que algún día regresaré. Y a mis lectores no puedo más que recomendaros que descubráis esta isla. No sé si recomendaros que la bicicleta sea el objeto principal de vuestro viaje o no. Aquí solo he intentado dar una pincelada de algunas cosas interesantes que se pueden encontrar en la isla. A partir de ahí es decisión vuestra, y si lo hacéis sobre la bici o no. Dejo a vuestra elección si queréis subir el Etna hasta el Rifugio Sapienza o hasta el Rifugio Torre del Filósofo, si queréis subir pequeños colosos como Mandrazzi, Femmina Morta o Battaglia Carbonara, o si preferís subir a pueblecitos turísticos como Castelmola o Erice. Pasear junto a templos griegos perfectamente conservados en el Valle de Agrigento o en Selinunte. Hacer la ruta de la Mafia o visitar anfiteatros como los de Segesta o Taormina y transportaros a 2000 años de la actualidad. Perderos en cualquier pueblo y charlar con la gente. Comer de lujo en cualquier trattoria mientras suena una canción de Mina. Todo eso es Sicilia.
Una experiencia completa, más allá del cicloturismo. No dejes que te lo cuenten y descúbrelo tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario