No conocía a Jon. Colaboro en su
revista desde hace muchos años y hemos labrado una buena amistad a
golpe de correo electrónico y buena voluntad. Decidimos por fin
encontrarnos en mi terreno y una escapada a Catalunya resultó ser
una excelente excusa para trabajar, para rodar y para hacer algunas
fotos, con lo que también vino Antxon. Jugando en casa no me costó
demasiado encontrar el mejor lugar para quedar y mostrarle lo
privilegiados que somos los catalanes. Tenemos mar, montaña, buen
clima todo el año, un paraíso cicloturista.
Una carretera espectacular |
No sé si es cierto que es la carretera
más de Catalunya. En cualquier caso es algo subjetivo pero para mí,
si no lo es, debería estar cerca. La Costa Brava es un lugar mágico.
Y en esa carretera podemos disfrutar de kilómetros de costa
escarpada con vistas impresionantes sobre el normalmente tranquilo
Mar Mediterrráneo. Dos factores juegan a su favor: se puede rodar en
ella todo el año (algo de lo que no pueden presumir las carreteras
de montaña del pirineo catalán) y el tráfico en ella es, contra lo
que pueda parecer, muy escaso. ¿Más? El asfalto está perfecto y
los quitamiedos junto a la carretera son de madera, a juego con el
entorno. Es una carretera muy especial. Incluso los días de mucho
viento se disfruta más de la atmósfera clara y las vistas sobre el
mar. ¿Se nota que me gusta?
La masificación del turismo
afortunadamente no ha llegado ahí, las construcciones de hoteles y
apartamentos y la turoperación turística a lo bestia se concentra
en Lloret de Mar. Tossa de Mar ya es diferente, más tranquilo,
familiar, me encanta su castillo y sus playas. Y de repente, cuando
empieza la carretera que une Tossa de Mar con Sant Feliu de Guixols
parece que toda la masificación se convierte en tranquilidad, en
aire puro, en pinar mediterráneo junto al acantilado. 25 kilómetros
de curvas y contracurvas con el mar al lado, pequeñas calas que se
esconden y miradores que aparecen. Esta parte de la Costa Brava está
protegida. Existen algunas construcciones, pero nada que ver con lo
que hemos dejado atrás. Es el paraíso cicloturista.
No la tengo tan cerca, debo ir en coche
cada vez que quiero rodar ahí y sentirme un privilegiado.
Además, manías mías, siempre la hago
así, en este sentido norte. Será porque circular junto al
acantilado te permite mejores vistas todavía. Entre gustos no hay
nada escrito.
Al fondo, el castillo de Tossa de Mar |
De repente, en Sant Feliu de Guixols
regresa la masificación, que continúa por Platja d'Aro y sigue
dirección norte. Se acabó el paraíso, vuelta a la cruda realidad.
Para ser honestos, hay que decir que únicamente en verano es
realmente incómodo moverse por estas poblaciones eminentemente
turísticas. Otoño, invierno y primavera aún es posible circular
sin excesivos agobios. Eso sí, la carretera junto a los acantilados
se ha terminado.
Los complementos y las variantes de
esta carretera son múltiples, con lo que se pueden componer
numerosos recorridos. En el recorrido que monté para Jon y Antxon
complementé la carretera de Tossa a San Feliu con un par de subidas
en la montañosa zona vecina de Les Gavarres. Un verdadero oasis de
buenas carreteras y poco tráfico incluso en pleno verano. Las
subidas a La Ganga y Santa Pellaia son carreteras estrechas,
reviradas, serpenteantes, rodeadas de bosque, ideales, en fin para
rodar en bicicleta.
Los ciclistas, entre la inmensidad de mar y el bosque |
Son 1,4 km a una media del 14,2%, y el
kilómetro en cuestión tiene un desnivel medio del 15,2% con un
desnivel máximo del 24% (Datos de APM). Ahí queda eso para el que
quiera ponerse a prueba.
En nuestro caso, ya al final de
temporada, me llevé a Jon por La Ganga y Santa Pellaia, subidas
preciosas más tranquilas rodeadas de bosque sin esos desniveles.
Después de 110 kilómetros regresábamos al Balneario Vichy Catalan
en Caldes de Malavella para disfrutar al rato de sus circuitos
termales y sus masajes, un gran complemento para la actividad
ciclista, y poco después una espléndida cena en el restaurante del
hotel. Allí nos pudimos reunir, por fin, una importante
representación de Ziklo en Catalunya con Jordi Escrihuela y Sergi
Ros. Una cena repleta de anécdotas, planes de futuro, también
recuerdos, puertos subidos y por subir. Una cena larguísima que se
hizo muy corta.
Un día soleado, una magnífica
compañía, un hotel espléndido, un recorrido sin apenas tráfico y
la mejor carretera de Catalunya. ¿Qué más se puede pedir?