Nunca había pedaleado con alforjas. Siempre he sido más bien de intentar ir rápido.
Pero ya hacía tiempo que me llamaba de la idea de pedalear horas y horas. De viajar más que correr. De sentir que el día se alarga y no tener prisa por llegar.
Esta vez se planteó la posibilidad de estrenarme en este tipo de cicloturismo casi de casualidad. Un amigo tenía una semana libre en agosto igual que yo, pensamos en hacer algo sobre la bici, y cuando nos dimos cuenta ya estábamos dibujando etapas sobre un mapa. Fue cuestión de horas descubrir que una semana es el tiempo ideal para intentar hacer una Transpirenaica.
Lo mejor de una transpirenaica es que cada uno puede hacerla a su medida. En bicicleta de montaña o en bicicleta de carretera. Buscando los puertos míticos y más duros o evitándolos si las fuerzas no son suficientes. En 6 ó 7 días, sí, pero también en 15, o empleando todas las vacaciones. Una transpirenaica se empieza a hacer mucho antes de empezar a pedalear. El recorrido que aquí os planteamos es sólo una posibilidad, pero existen tantas como ciclistas. Se trata de consultar mapas, libros, webs, altimetrías, el Especial Pirineos de Pedalier, etc. Toda la información que recabéis es importante y os ayudará.
Como elemento de referencia sí que pienso que es interesante citar la Hendaye-Cerbere , una Transpirenaica clásica, que organiza el Ciclo Club Béarnais . Tiene dos posibilidades, la primera es la versión Randonneur , con 720 km , 18 puertos, 11.000 metros de desnivel y un máximo de 100 horas para cumplirla y conseguir la medalla del Club Béarnais que lo acredita. La segunda es la versión turista, con 800 km , 28 puertos, 18.000 metros de desnivel y un máximo de 10 días para completarla. Aquí tenéis el carnet de ruta de la Randonneur :
Hoy día tenemos muchas opciones “comerciales” para hacer una transpirenaica por carretera con coche de apoyo. Permitidme sugeriros dos:
En nuestro caso se plantearon una serie de condicionantes y en función de ellos decidimos tirar para adelante. Teníamos 7 días de vacaciones y queríamos acabar en Cadaqués. No teníamos coche de apoyo. Queríamos pedalear con alforjas y que el resultado de las vacaciones fuera también conseguir un reto. Y creo que conseguimos todo eso, y más.
Esta es nuestra Transpirenaica, sin ninguna pretensión de ser mejor ni peor que otras, simplemente es la nuestra, la que disfrutamos y la que vivimos intensamente mi amigo (mucho más desde ahora) José Luis Arteaga y yo, durante 7 días del mes de Agosto de 2013.
Etapa 1. San Sebastián-Lecumberry.
Decidimos empezar en San Sebastián. Nos parecía un lugar simbólico. La playa de la Concha. Muchas transpirenaicas empiezan en Hendaya o en San Jean de Luz, esta iba a ser una de nuestras variantes. Llegamos un día antes a San Sebastián y nos regalamos con un domingo de descanso, y de pintxos y zuritos. ¿Dónde dormir? Un consejo, probad el Colegio Mayor Olarain, que en Julio y en Agosto no recibe sólo universitarios. Un lugar delicioso, especial, económico y donde os recibirán como si estuviérais en casa. ¡Ah! ¡Importante! Si mandáis las bicis anticipadamente os la cuidaran como si fueran joyas.
El primer día amanece lluvioso. La perspectiva de los más de 700 km que nos esperan durante la semana y la posibilidad de mojarnos hace que nos tomemos las cosas con calma. Desde San Sebastián salimos por el Alto de Miracruz dejando el Arzak a la izquierda y despidiéndonos así de las delicias culinarias de ayer. Nos vamos por Aritxulegui y Aguiña, según nos recomendaron Ruben e Iñigo, excelente manera de evitar la Nacional , aunque la niebla y las nubes nos impidieron disfrutar de esas primeras subidas en todo su esplendor.
A todo esto, en pocos kilómetros estamos totalmente acostumbrados al pedaleo con alforjas y el peso posterior que conlleva. En mi caso, con una BTT con neumático liso, a la que he puesto una parrilla y unas alforjas, mientras mi compañero lleva una bici de carretera también con alforjas. El va más ligero y será quién tire la mayor parte del tiempo. ¡Me he buscado un gregario excelente!
Para llegar a Elizondo debemos recorrer la incómoda N-121A , con tramos prohibidos para bicicletas, saliendo en ocasiones de ella y con vehículos a toda velocidad mientras estás dentro. Desde Elizondo, y ya sin lluvia, encaramos Izpegui, un puerto tampoco demasiado duro, cuyo descenso hacia St Jean de Pied de Port nos pareció espectacular. Paso complicado por esta localidad tremendamente turística y alargamos un poco el día hacia la base del primer puerto de consideración que subiríamos al día siguiente: Burdinkurutxeta. Dormimos finalmente en el Hotel Fronton de Lecumberry (Francia, ojo, no confundir con la localidad navarra).
Etapa 2. Lecumberry-Bielle.
Podríamos llamarla primera etapa ”en serio”. Primer contacto con la alta montaña. Nada menos que con Burdinkuntxeta-Bagargui. Con cuatro kilómetros consecutivos por encima del 10% de desnivel. Os recuerdo que con una alforjas que pesaban más de 8 kgs.
Bajando Bagargui |
Coronamos más tarde Chalets de Irati y luego Bagargui. Desde donde iniciamos un largo, precioso y empinado descenso pasando por el pueblo de Larrau, dejando el coco a nuestra derecha, y más tarde dejaremos también el desvío hacia Pierre St Martin que nos hubiera devuelto hacia Navarra, por la que hubiera sido una Transpirenaica más “española”. Al final del descenso nos detenemos en Arette, un pueblecito típico que ama el Tour de Francia y que dedica grandes murales a los esforzados de la ruta. Nos hacemos la foto allí con una imagen donde se recuerda a históricos como Duclos Lassalle o Andre Darrigade.
Después de la segunda jornada ya me doy cuenta que esto de ir con alforjas no es lo que yo suponía. De hecho voy sufriendo a tope todo el tiempo, en las subidas para arrastrar el peso de la bici y las alforjas y en el llano para seguir a José Luis. No es que tengamos prisa, sólo es que después de 6 o 7 horas de bici (una jornada laboral) uno ya tiene ganas de llegar!
Etapa 3. Bielle-Sta.Marie de Campan
La etapa que teníamos prevista no era ésta exactamente. Sólamente incluía la ascensión a Aubisque y dormir en Luz St Sauveur, a los pies del gigante Tourmalet. Pero entonces quedaba una etapa un tanto descafeinada con sólo 71 km . Las previsiones meteorológicas eran excelentes ese día, hasta tal punto que decidimos hacer Tourmalet ya por la tarde llegando a Sta Marie de Campan sin alojamiento reservado con la esperanza de encontrar algo, como así fue.
Aubisque por Laruns no lo había subido nunca, fue para mí un gran descubrimiento, un Tourmalet como me avanzaba José Luis todo el tiempo. Y con mucha personalidad, me encantaron las bicicletas gigantes, pero especialmente el Cirque du Litor, un lugar cuya sola visión impresiona. Y más un día tan claro y soleado como el que disfrutamos.
El desvío hacia la Via Fignon |
Efectivamente, esta vez tomamos ese desvío y vamos ascendiendo por una carreterita mucho más estrecha, desde donde se puede ver la nueva carretera al otro lado de la vaguada. Pasado el Jardín Botánico supuestamente unas vallas impiden el paso de vehículos, pero de hecho no es así. Y nos encontramos con una carretera por donde pasan algunos coches, con un mantenimiento muy pobre, de donde no se retiran ni las piedras que se desprenden. Ni una indicación, ni un rótulo que estamos en una carretera destinada a ser un lugar de peregrinaje. La Via Fignon , una idea magnífica que no debería caer en el error del olvido.
A todo esto, Monsieur Tourmalet se muestra en toda su grandeza y en toda su dureza. La BTT , las alforjas, el calor y el Aubisque anterior hacen que la ascensión por la via Fignon sea un calvario. El sol de media tarde aprieta con fuerza, y el momento en el que retomamos la carretera ancha nos ofrece una perspectiva de lo que todavía queda para llegar a coronar el puerto. Desmoralizante. Para José Luis fue el día que más ha sufrido sobre la bicicleta. Yo tengo una colección tan larga para elegir el peor día sobre la bici que no me atrevo a asegurar que fuera éste. Es curioso cómo las fotos de la cima nunca reflejan el sufrimiento de la subida, sólo la satisfacción de haber coronado.
Llegar a Sta Marie de Campan sin alojamiento es una ocasión para conocer alojamientos como la Gite de Sejour con la imagen de un maillot amarillo en su fachada (¡hotel completo!), o el Hotel “Les deux Cols” (Tourmalet y Aspin, obviamente), delicioso hotel familiar donde había una buhardilla libre y donde fuimos atendidos divinamente.
Ese fue uno de los días clave de la Transpirenaica. Sólo por esta etapa ya vale la pena el viaje.
Etapa 4. Sta Marie de Campan-Col de Menté.
Coronado Aspin, nos vamos hacia Peyresourde. Una vez más, otro puerto que yo iba a hacer por una vertiente desconocida. Me pareció muy duro, el cansancio del día anterior se empieza a notar y corono justito, justito. Menos mal que ya conocía el final, porque a lo lejos se veía tráfico en la carretera que sube hacia Peyragudes (por donde subió el Tour 2012 y también la Vuelta a España de este año) y cualquiera podría pensar que había que ir hasta allí arriba...
Junto a la placa de Luis Ocaña |
Una habitación justita pero más que correcta y una cena espléndida sirven de colofón de una etapa que se ha hecho muy dura. Otro día en que no he terminado de descubrir el disfrute del cicloturismo de alforjas. Sólo sufrir y sufrir. Noche de no poder descansar bien, de horas en vela y de dudas, de no saber si sería capaz de terminar la Transpirenaica con éxito.
Etapa 5 Col de Mente-Ax Les Thermes
No puedo decir que el sueño fuera reparador. Pero en esta ruta no hay coche de apoyo, no hay opción de tomar atajos. Hay que desayunar fuerte, obligarse a comer bastante y empezar a dar pedales cuanto antes.
La carretera de Tarascon a Ax les Thermes es básicamente llana aunque al final se complica, pero lo peor es el intenso tráfico que nos acompaña. En nuestro camino dejamos a la derecha el desvío a Plateau de Beille, por otra ruta que conocemos bien de aventuras anteriores.
Etapa 6 Ax les Thermes-Argeles sur Mer
La idea inicial de este sexto día era subir Pailheres y Col de Jau, a 2001 y 1506 metros respectivamente. La última etapa de montaña que sobre el papel nos tenía que dejar en Prades, a pie del Canigó, ya sólo pendientes de encarar una sencilla ultimísima etapa. Sin embargo el día amanece muy cubierto, con la niebla apareciendo en la montaña. Mientras desayunamos y vemos la gente por la calle con el paraguas, analizamos el mapa y vemos posibles alternativas a una etapa que la lluvia y el frío pueden arruinar. Hasta ese mismo día no habíamos considerado dejar Pailheres de lado, uno de nuestros puertos favoritos. Sin embargo, vemos claro en los mapas que subiendo Col de Chioula (que corona bastante más abajo, a 1.431 metros ) llegábamos igualmente a Axat, nexo de unión entre los dos puertos previstos.
Pensamos por un momento que encontraríamos alguna trampa en forma de muro de 3 km al 10% o algo así! Pero no hay trampa ni cartón. Quiero destacar el paso por les Gorges de Rebenty y el desfiladero de Joucou, un tramo corto pero precioso con sus túneles excavados en la piedra, con el río a la derecha, muy por debajo del nivel de la carretera.
La realidad superó con creces nuestras previsiones, pues no se trataba solamente de una carretera con tendencia a descender (obviamente, puesto que íbamos dirección al mar), sino que además nos encontramos con un viento favorable (¡sí, eso que muchos pensamos que nunca ocurre!) que nos propulsó hacia Perpignan en menos de dos horas. Una carretera que ya conocíamos de excursiones anteriores a la conquista de los castillos cátaros (Puylaurens, Queribus), perfectamente visibles desde la carretera. Recuerdo momentos a 70 km/hora sin dar pedales. Una media de más de 30 km/hora con las alforjas no estaba nada mal. Había ganas de llegar.
7ª etapa Argeles sur Mer-Cadaqués
La última etapa venía a ser una especie de homenaje. 73 km al lado del mar, disfrutando en todo momento del olor a mar, de las vistas espectaculares y del buen tiempo, esta vez sí.
Además, de nuevo nos encontramos con el aire ligeramente a favor, cosas de la Tramontana tan típica de estos lares, que siempre sopla de norte.
No nos vamos a engañar, esa zona junto al mar no tiene un perfil llano. De hecho el desnivel fue mayor que el del día anterior. Los continuos repechos hacen que haya que jugar continuamente con el cambio, aunque más que repechos habría que catalogarlos directamente como puertos (estamos nuevamente en la denominada Route des Cols): Col de Belitres para pasar la frontera, Col del Frare, etc. El remate es, una vez llegados a Port de la Selva , la subida al Coll de Perafita, que nos deja justo encima de Cadaqués, a sólo 5 km de bajada de la localidad ampurdanesa, famosa entre otras cosas, por su relación con Dalí. Esta sí que es una entrada digna de una Transpirenaica, la llegada a Cadaqués, con el mar al fondo y un pueblo de postal que nos espera abajo del todo.
Llegada con sol, baño, paella. Ya está. Hay ganas de descansar y celebrar lo conseguido.
Una vez he regresado de la Transpirenaica he aprendido algunas cosas de esta ruta. He aprendido que el sentido de la transpirenaica tiene que ser siempre de regreso a casa, ¡eso ayuda psicológicamente en los momentos de duda! Ahora sé que cada uno puede hacer una transpirenaica diferente, en función de los días de que disponga, de su estado de forma, de los acompañantes, y que incluso es mejor tener la posibilidad de ir cambiando los planes sobre la marcha si el tiempo se complica o alguno flojea: no vale la pena reservar los hoteles con antelación. Es necesario analizar el recorrido con detalle, estudiar los mapas, disfrutar de la confección de las etapas. También he aprendido que no nos ponen las cosas fáciles para meter las bicis en los trenes de media distancia y hay gestionar el envío de las bicicletas por mensajería. Eso son malas noticias. Pero afortunadamente hay múltiples empresas que nos solucionan este problema.
La primera vez que he hecho cicloturismo de alforjas me descubre lo poco que necesita uno para vivir. Lo poco que cabe en las alforjas te sobra para una semana. Ocho kilos es suficiente. Una buena lección sin duda.
La salida de San Sebastián queda ahora muy, muy lejos, hemos conseguido el objetivo de estirar el tiempo al máximo. Qué gran ocasión para dar un repaso a la geografía pirenaica, a los alojamientos franceses (hoteles, Gites d’etape, Gites de sejour, albergues), a la gastronomía francesa (especial mención para la garbure y para la trucha a los que no nos convence la carne), a los vinos (¿eh José Luis?) y también a los conductores franceses, a menudo demasiado bien valorados aquí...